lunes, 2 de julio de 2012

Moisés o Núcleo solar


Moisés o Núcleo solar
           
            Antes de entrar de lleno en el comentario del cuadro, hace falta contextualizarlo. En 1942, Frida Kahlo había pintado un retrato para Marucha Lavin, mujer del ingeniero José Domingo Lavin y en 1945, éste mismo le encargó que pintara un mural a partir de una lectura del libro Moisés y la religión monoteísta  de Sigmund Freud. El libro revisa el mito y la figura de Moisés, así como su origen. Freud niega la descendencia judía de Moisés y, en cambio, asegura que procedía de una familia egipcia. Asimismo, también asegura que el origen de la religión mosaica y monoteísta es también egipcio. La importancia del ensayo de Freud es vital para comprender la inspiración de Frida a la hora de crear las imágenes del cuadro. No obstante, Frida pronto abandonará la referencia del libro para recurrir a sus propias vivencias personales y completar con ellas el cuadro. El cuadro está pintado en forma de mural y se divide horizontalmente en tres secciones: en lo más alto, se encuentran los dioses; en la sección del centro se encuentran los grandes pensadores y líderes de distintas épocas; y debajo del todo, se sitúan las masas.

Sueño de una tarde de domingo de Rivera. Diego, caracterizado 
como un niño, aparece respaldado por una Frida maternal.
            Según cuenta Freud en Moisés y la religión monoteísta, “el abandono de la cesta en el agua, es una representación simbólica del parto; el cestillo es el vientre de la madre; el agua es el líquido amniótico”[1]. Esta frase nos ayuda a entender la temática central del cuadro: Moisés dentro de una cesta y flotando sobre las aguas del río. Pero por otro lado, y sabiendo que Frida leyó estas palabras, no podemos evitar pensar que se sintió aludida. Frida siempre deseó tener hijos, pero su útero maltrecho le llevó a abortar en tres ocasiones. Frida ilustrará las palabras de Freud estableciendo una relación entre el mito de Moisés y el parto, dibujando encima de Moisés un feto contenido en un útero. Pero no un útero maltrecho como el de Frida, sino un útero sano. El bebé en la cesta es reflejo de otra de sus grandes pasiones: Diego, su marido. Frida y Diego se habían vuelto a casar el 8 de diciembre de 1940 después de una separación que acabó en divorcio. La intensa relación, tanto artística como espiritual, que les unía era extraña: unas veces, Frida era la mujer de Diego, y otras veces actuaba como la madre de Diego. Esta es la relación que Frida pinta en Moisés, mostrándonos a Diego como un niño indefenso, que necesita cuidados. Se trata de una relación aceptada por ambos. Algunas de las obras de Rivera también reflejan este lazo maternal con Frida, como Sueño de una tarde de domingo. Por otro lado, Frida pinta sobre la frente del niño Moisés el ojo de la sabiduría, como posteriormente hará en otros retratos de Diego en los que se le ve con un tercer ojo en la frente (El abrazo de amor de El Universo, la tierra o Diego y yo, ambas de 1949). Esa sabiduría que Frida le atribuye a su marido, se debe a la ayuda y conocimientos que le aportó en sus comienzos como pintora. El ojo del conocimiento se prolonga en la frente del rostro del Moisés adulto y en símbolo de la trinidad.   Hay muchas referencias a Diego en Moisés, y esto es visible incluso por el formato que elige Frida para expresarse: el mural, como una incuestionable referencia al muralista mexicano.
El abrazo de amor (detalle) de Kahlo muestra 
a Diego con el ojo de la sabiduría.
            Las conchas debajo del niño Moisés son un símbolo de amor: una de ellas tiene forma fálica y está eyaculando sobre otra concha, con forma de vagina y que tiene sus valvas abiertas, aceptando el fluido. Representa el amor entre una mujer y un hombre. Pero también son un símbolo la bisexualidad reconocida de Frida, ya que las conchas son un símbolo de los genitales femeninos y también puede interpretarse como el amor entre dos mujeres.
            El cuadro tiene más referencias al contenido que Freud expone en su libro: como por ejemplo, los perfiles de los rostros de Akenatón y su esposa Nefertiti. Akenatón (o Ikhnaton), tal y como cuenta Freud en su estudio, fue un faraón egipcio que impulsó el culto a una única deidad: Atón, dios del sol. Con Akenatón se dio fin a la religión politeísta para dar paso a una religión monoteísta basada en la adoración a Atón. Esta, a su vez, sería la precursora de la religión mosaica de Moisés. Uno de los símbolos con los que más se representa al dios Atón en el arte egipcio es el sol irradiando rayos finalizados en manos, símbolo de la proyección de la vida a los fieles.  Frida reproduce este símbolo en el cuadro, disponiendo dos de las manos sobre las cabezas de Akenatón y Nefertiti, y con una posición distinta al resto (con la palma abierta). Irónicamente y teniendo en cuenta que Frida era incapaz de tener hijos, sitúa el feto contenido en el útero bajo el sol, dador de vida. La influencia del arte egipcio es notoria en la pintura de Frida Kahlo: tanto los rostros de Akenatón como de Nefertiti están basados en sus bustos egipcios esculpidos en caliza y conservados a lo largo de los años.
Moisés (detalle). Rama de vida brotando 
de un tronco muerto.
Busto de Nefertiti.
            Frida también busca inspiración en la mitología egipcia: en el cuadro aparecen representados Anubis (deidad con cabeza de chacal) y Sokaris (simbolizado por la corona Atef), dioses de la muerte, y Jnum (deidad con la cabeza de carnero), dios creador del mundo y de la vida. De esta manera, Frida establece una conexión entre dos conceptos opuestos: el de la vida y el de la muerte. No es la única referencia al ciclo natural de la 
vida y de la muerte que encontramos en el cuadro: de los troncos secos, dispuestos a la izquierda y a la derecha del cuadro, brotan ramas de vida y esperanza. Por otro lado, la mitología griega también tiene cabida en el cuadro: aparece Zeus, simbolizado por sus rayos; Artemisa, simbolizada por su carcaj y con un aspecto que podría calificarse de andrógino (posible referencia a la bisexualidad de Frida); y Afrodita, simbolizada por la concha. Con estos dibujos Frida pretende ilustrar también partes del libro de Freud en las que se hace referencia directa a las civilizaciones egipcia y griega. El otro gran mundo al que se refiere Freud en su libro es el cristiano. Frida también pinta iconos de la mitología cristiana: el niño Jesús en los brazos de su madre, la virgen María, y al lado de ambos se encuentra Dios, representado con tres rostros. Sobre el retrato de María, Frida se pinta a sí misma a través de su sello distintivo: las cejas espesas y el entrecejo, mirando con ternura al niño de María, como su más preciado deseo y obsesión. Debajo de ellos está el demonio, surgiendo de las llamas del infierno. Para terminar, en Moisés y la religión monoteísta,  Freud hace referencia al concepto de Totemismo. Considera “que el Totemismo, (cuya bivalencia se confirma con el banquete del Tótem), sus fiestas conmemorativas y sus prohibiciones, cuya transgresión era castigada con la muerte, constituye la primera forma de religión en  la historia humana”[2]. Lo expuesto por Freud enlaza muy bien con el arte de Kahlo: Frida, que se consideraba hija de la revolución mexicana, se unió a un grupo de intelectuales que defendía el arte popular mexicano, pretendía recuperar la cultura autóctona mexicana y que condenaba la represión de los elementos culturales indios por parte de los conquistadores españoles. El mundo precolombino expresa su cultura a través de los tótems. Frida utiliza la referencia de Freud para ilustrar el libro, pero también aprovecha la ocasión para crear y reivindicar un arte mexicano propio, basado en el arte precolombino. Una de las figuras que aparecen en el cuadro es una escultura azteca llamada Coatlicue. Se trata de una diosa mexica, cuyo nombre significa “la falda de las serpientes”, y es la diosa de la vida, de la fertilidad y de la muerte. El conejo puede ser una representación de uno de los dioses mexicas a los que se les atribuye la imagen de un conejo como Ometohtli, Tezcatzontécatl o Macuiltochtli. También aparece representado el dios Tepeyollotl, dios de los jaguares, a veces representado como un jaguar que salta hacia el sol, como lo pinta Frida.
            Como se ha dicho antes, la sección del centro está reservada para los rostros de los que Frida consideraba los grandes héroes de la historia. Reproduciendo sus propias palabras:
Estatua azteca de Coatlicue
            En la misma tierra, pero pintando sus cabezas más grandes, para distinguirlas de las masas, los héroes que se representan (algunos de ellos, pero bien escogidos) son los transformadores de las religiones, los inventores y creadores de éstas, los conquistadores, los rebeldes. A la derecha se puede ver, y esta figura debería haberla pintado con mucha más importancia que cualquier otra [Frida, en una segunda lectura del libro de Freud, posterior a haber finalizado el cuadro, lamentaba haberse evadido tanto de su contenido], a Ahmenhotep IV, que más tarde se llamó Akenatón. A su lado, Moisés, que según el análisis de Freud, dio a su pueblo adoptado la misma religión que la de Akenatón, un poco alterado de acuerdo a los intereses y las circunstancias de su tiempo. Después le siguen Cristo, Alejandro Magno, César, Mahoma, Lutero, Napoleón y el niño perdido Hitler. A la izquierda, la maravillosa Nefertiti, la esposa de Akenatón, me imagino que debió haber sido la más rebelde y la más inteligente colaboradora de su marido. Buda, Marx, Freud, Paracelsus, Epicuro, Genghis Khan, Lenin y Stalin [curioso que a estos dos últimos les pintara a la izquierda y no a la derecha]. Lo que yo quería expresar con toda claridad e intensidad fue que la razón de que estas personas tuvieran que inventar o imaginar héroes y dioses es el puro miedo. El miedo de la vida y miedo a la muerte.[3]
            Las propias palabras de Frida explican el cuadro, ya se ha mencionado antes la presencia de la dualidad vida-muerte: las ramas que brotan de los troncos secos, los dioses de la vida y de la muerte de distintas religiones… Se trata de uno de los temas favoritos en las obras de Frida: el nacimiento de una vida nueva a través de la muerte. Incluso la presencia de dos esqueletos (el de un humano y el de un animal), nos recuerda a otras pinturas suyas como Cuatro habitantes de México. Los personajes políticos de la Rusia soviética se deben a que Frida era una militante comunista (incluso Trotsky fue uno de sus amantes) y activista política a través de los cuadros. Uno de los propósitos de incluir contenidos políticos en sus cuadros era el de servir al partido y ser útil a la revolución. El arte nunca es inocente, nunca está libre de ideología.
            Otra de las figuras importantes que Freud menciona en Moisés y la religión monoteísta es Darwin y su teoría de la evolución. En el cuadro, la referencia al eminente científico y sus estudios la encontramos en los dos simios que Frida dibuja a ambos lados del mural, enfrente de las multitudes y las masas, en las que también podemos ver una jirafa; por otro lado, se enlaza directamente con la costumbre de Frida de pintarse rodeada de animales. Son muchos los autorretratos en los que aparece rodeada de monos. También hay una referencia a la ciencia en los dibujos del óvulo siendo fecundado y de la fase de mitosis celular. Es así como se perfila la dicotomía entre religión y ciencia, y entre ellas está mediando la política.
Mi nana y yo, 1937, de Frida Kahlo.
            Por último, en Moisés nos encontramos con una referencia a una obra anterior de Frida Kahlo. La mujer que está dando de mamar a su hija, situada en la esquina inferior derecha del cuadro, posee una gran semejanza con otro cuadro suyo de 1937: Mi nana y yo, en la que se puede ver a una de las nanas de la artista dándole el pecho a una Frida adulta con el cuerpo de un bebé. La madre de Frida no pudo darle el pecho a su hija al nacer a los once meses su hermana Cristina. En su lugar, la alimentó una nana. Con este cuadro, Kahlo representa la relación distante, fría y reducida que tuvo con su madre. Esta semejanza nos hace pensar que fue un hecho que marcó y definió su personalidad y que le pesó a lo largo de su vida.

Bibliografía
FREUD, Sigmund: Moisés y la religión monoteísta, Losada, 1960.
MONTSERRAT, Dominic: Akhenaten. History, fantasy and ancient Egypt, Routledge, 2001.
KETTENMANN, Andrea: Kahlo, Taschen.



[1] FREUD, Sigmund: Moisés y la religión monoteísta, Losada, 1960, pág. 12.
[2] FREUD, Sigmund: Moisés y la religión monoteísta, Losada, 1960, pág. 99.
[3] MONTSERRAT, Dominic: Akhenaten. History, fantasy and ancient Egypt, Routledge, 2001, pág. 6.

4 comentarios:

  1. Felcitaciones por el analisis.
    Me ha ayudado a comprender mejor la obra, así como las deidades, mitologia y referencias que aparecen.

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  2. Excelente trabajo de investigación. Frida quizá mo tuvo técnica depurada o manejo de persoectiva o la compisición como otros pintores, mas en su obra se respira su interior y su dolor.

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