El Conductismo es una corriente que aún hoy en día sigue en expansión, como todas las ciencias. Ha conseguido introducirse e influir, de forma más o menos notoria, en otros campos científicos y está tomando nuevas directrices, totalmente distintas de las que se planteaban sus precursores cuando surgió esta corriente. En el libro de Rachlin, se nos hace un resumen significativo de las muchas áreas (se encarga de resaltar Rachlin) en los que actualmente está presente el Conductismo.
En primer lugar, tenemos la disfuncionalidad de la conducta humana. Son muchos los investigadores que aplican los principios conductistas al tratamiento de la disfuncionalidad de la conducta humana, y siempre con resultados más óptimos que métodos con tradicionales. Una conducta disfuncional es aquella que ha dejado de estar en armonía con los cambios que se producen en el entorno. De este modo, si las alteraciones del entorno se producen de forma extrema y repentina, el organismo que no sea capaz de adaptarse a estos cambios presentará una conducta disfuncional. Una conducta disfuncional sería aquella que no está acorde con los valores de la sociedad (la conducta de un asesino es disfuncional) y su tratamiento se basaría en un esquema de recompensa-conducta correcta, castigo-conducta incorrecta.
En segundo lugar, tenemos la cuantificación de las variables de la conducta, referida al hecho de que, a pesar de haberse realizado ingentes estudios sobre las leyes del condicionamiento, no se tiene un conocimiento cuantitativo práctico acerca de cómo pueden llegar a funcionar. El único experimento centrado sobre las técnicas cuantitativas fue el que realizó Herrnstein en el área de las conductas de elección de las palomas.
En tercer lugar, aparece el autocontrol (o cambio autoinducido), referida al propio deseo de una persona de modificar su conducta que, según Rachlin, se puede conseguir con las técnicas conductuales. El autocontrol se refiere a la utilización de los aspectos del entorno para controlar una conducta que ha sido adquirida antes o poco después del nacimiento del individuo. En este sentido, el individuo es el experimentador y el organismo de su propio experimento conductual, es él quien juzga qué conducta es la correcta y cuál es su recompensa por ello (una conducta de autocontrol sería la de esconder una caja de bombones para evitar comérselos).
En último lugar, el Conductismo aparece también en el lenguaje. Para explicar esto, Rachlin rememora a Wittgenstein y establece que el lenguaje se encuentra en un continuo con la conducta, que existe una relación entre el lenguaje y la conducta o el pensamiento (relación que incluso el propio Watson expone profundamente en su libro). Esta relación procede de los primeros conductistas, que negaron la naturaleza espiritual del hombre para así poder explicar la conducta en términos de conexiones estímulo-respuesta. Pero el problema surge cuando se plantearon explicar el pensamiento, algo puramente abstracto. Los conductistas solventaron el problema considerándolo como un cierto tipo de acción de magnitud tan pequeña, que era casi imperceptible. Más interesante son los argumentos de Vigotsky acerca de esta relación lenguaje-pensamiento. Según él, “pensamiento y habla son dos procesos separados que se desarrollan independientemente durante cierto tiempo y después se unen”.
El pensamiento sin habla encuentra su paradigma en los experimentos de Köhler con los chimpancés, concretamente el caso del chimpancé Sultán: en una habitación cerrada donde colgaba del techo un racimo de plátanos, el chimpancé Sultán dispuso una caja de tal forma que al subirse en ella alcanzara sin esfuerzo el alimento. Pero también existe habla sin pensamiento y el ejemplo más próximo lo tenemos en los balbuceos de los bebés cuando están empezando a hablar. El pensamiento y el habla se unen en los seres humanos a los tres años de edad, pero hasta entonces, el individuo asocia a las palabras la propiedad de un objeto más que el símbolo que ese objeto representa; es decir, los bebes menores de 3 años no entienden el objeto “silla” como un concepto, sino como un aparato de color marrón y con una determinada forma. Cuando el niño comienza a hablar, empieza a repetir las palabras que ha oído a sus progenitores, al estilo de “Juan niño malo” o “Juan va a casa”, es lo que Vigotsky denomina habla egocéntrica. Este habla sirve para organizar mejor la conducta del crío.
Bibliografía
Watson, J.B. (1972): La batalla del Conductismo, Editorial Paidós
Skinner, B.F. (1975): La conducta de los organismos, Fontanella
Skinner, B.F. (1977): Sobre el conductismo, Fontanella
Belanger, Jean (1999): Imágenes y realidades del Conductismo, Universidad de Oviedo
Rachlin, Howard (1977): Introducción Conductismo moderno, Editorial Debate
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