Para comprender el Conductismo hace falta explicar el dualismo de la psicología cartesiana, que defiende la existencia de dos entes independientes: la mente y el cuerpo. Esta distinción procede de Descartes, que estableció la distinción de dos grandes tipos de conducta humana: la voluntaria, regida por la mente, concepto que no posee entidad física; y la involuntaria, regida por el cuerpo, concepto puramente mecánico. Este dualismo cartesiano implicó una separación en el estudio de la conducta. La conducta involuntaria sería estudiada por los fisiólogos y la conducta voluntaria quedaría en manos de los filósofos, como consecuencia aparecieron también dos métodos distintos de recoger los datos.
El Conductismo, como corriente propiamente dicha, nace en 1912 con la conferencia que Watson (considerado como el padre del Conductismo) dio en Columbia. En su discurso, Watson explicaba que “el Conductismo se proponía aplicar al estudio experimental del hombre, los mismos procedimientos y el mismo lenguaje descriptivo que muchos investigadores habían empleado con éxito durante largos años en el examen de animales inferiores al hombre, animal distinto de los demás únicamente en las formas de comportarse”.
Antes de establecer una definición de qué es Conductismo y a qué se refiere, se deben tener en cuenta una serie de cuestiones que nos ayudarán a comprender mejor esta corriente y evitar equívocos.
Por Conductismo, dice Skinner, entendemos no la ciencia del comportamiento humano, sino la filosofía de esa ciencia. No podemos concebirla como una corriente científica, ya que “sus resultados bajo el control de laboratorio no se pueden duplicar en la vida diaria, y consecuentemente, lo que tiene que decir acerca del comportamiento humano en el mundo es metaciencia sin respaldo”. Por ello, se hace necesario entender el Conductismo como una filosofía, como una reflexión sobre la conducta humana. Skinner va a negar el carácter científico del Conductismo, aspecto en el que va a chocar con Belanger (quien reconoce en su libro que el conductismo de Skinner es un conductismo filosófico) que niega que el Conductismo sea considerado como una filosofía y lo concibe como “una creación de psicólogos que se comprende en el marco de sus trabajos e investigaciones cotidianas”.
Según Belanger, y en esto coincide con Skinner, el Conductismo es una disciplina con una tremenda ambigüedad, no es una ciencia uniforme, se construye sobre diversas teorías que se contradicen entre sí. De ahí que sea una disciplina con cierto descrédito. Esta ambigüedad se ve acrecentada aún más por la proximidad que tiene el Conductismo con otras ramas que, si bien no son conductistas, plantean conceptos conductistas. De hecho, Watson, considerado uno de los primeros conductistas, cuando escribió su libro La psicología tal y como la ve un conductista, no pretendía crear una nueva ciencia, sino darle a la psicología un nuevo enfoque desde la perspectiva del comportamiento humano. En resumen, no resulta fácil dar una definición concreta de conductismo, ya que de por sí es un concepto que no se construye sobre una base sólida. No obstante, Belanger apunta una serie de características que contribuyen a identificar una teoría conductista. Son las siguientes:
- El objeto de estudio del Conductismo es el comportamiento, la conducta, tanto humana como animal, y tiene por objetivo describirla, predecirla y manipularla. En este aspecto, Skinner hace destacar que el Conductismo trabaja con animales, pero no con humanos, por lo que el resultado de los estudios acerca del comportamiento humano se reduce a los rasgos compartidos con los animales. Por otro lado, Watson señala que no sólo la conducta debe ser el objeto de estudio del Conductismo, sino también de la psicología, y rechaza la idea de que el objeto de estudio de ésta sea la conciencia, ya que “no es un concepto preciso, ni utilizable”.
- El método de su psicología es científico (recordemos que no lo es para Skinner), pero es un método que se basa en la lógica conductista, y por tanto, el Conductismo rechaza aquellos métodos científicos que, a pesar de conducir a conclusiones verdaderas, no coincidan con la lógica conductista.
- La tesis: existen dos enunciados sobre la tesis conductista, la forma débil, que afirma que “una teoría conductista no ha de apoyarse más que en tres categorías de fenómenos: el estímulo, la respuesta y el organismo”; y la forma fuerte, que dice que “la situación, la respuesta y el organismo son las categorías necesarias y suficientes para explicar una teoría conductista”.
Estos apartados que apunta Belanger sólo acrecentan la ambigüedad sobre la que se construye el Conductismo. Sobre el primer punto, el objeto de estudio del Conductismo, como se puede observar ya existen contradicciones entre teóricos de la misma rama; el método, pese a lo que pueda parecer, no está definido; y con respecto a la tesis, tenemos dos afirmaciones aparentemente iguales, sólo que la primera está abierta y la segunda es restrictiva, lo que deja pie a diversas interpretaciones. El propio Belanger nos cuenta que “el marco en el cual una teoría conductista debe desarrollarse está vacío, puede llenarse de múltiples maneras”.
Tanto en Belanger como en Skinner, se puede apreciar cierta hostilidad con respecto a otra corriente: el mentalismo o psicología mentalista. Según cuenta Belanger, el conductismo surge en un momento en que la psicología se enfoca desde la perspectiva mentalista y, a pesar de no buscarlo, los psicólogos mentalistas van a ir desarrollando sus teorías desde un enfoque conductista, como consecuencia de pertenecer a un mismo ámbito de estudio: la entidad mental. No obstante, las teorías conductistas contradicen las teorías mentalistas, de este modo, el conductista negará siempre las hipótesis mentalistas y el mentalista no aceptará las teorías conductistas. Aún hay más: Belanger llega a afirmar que uno de los errores de los primeros conductistas es que trataron de resolver, en un lenguaje conductista, problemas mentalistas, antes de dedicarse a observar las conductas en sí mismas y sin prejuicios mentalistas. Esta rivalidad conductismo-mentalismo va a suponer un acercamiento del conductismo a otras corrientes posteriores como el observacionismo, positivismo y el operacionalismo, todas ellas contrarias al pensamiento mentalista. El conductismo comparte con las dos primeras la defensa de la observabilidad de los hechos (que, como se dice unas líneas arriba, era un defecto en los primeros conductistas). El concepto de observabilidad hace referencia a un proceso de recopilación de datos empíricos, recogidos de manera precisa y fiable. En relación a esto, los positivistas (y los conductistas) rechazan los fenómenos inobservables. Esto, insiste Belanger, necesita una aclaración. Existen fenómenos técnicamente inobservables (restringidos por el nivel tecnológico) y fenómenos teóricamente inobservables (se pueden demostrar sólo teóricamente, como los agujeros negros). Los conductistas aceptan los técnicamente inobservables, pero rechazan los fenómenos teóricamente inobservables que no tengan una base en la Física, que son los conceptos mentalistas. El operacionalismo facilita al Conductismo un medio para buscar detrás de los conceptos, las conductas que estos implican. Belanger establece tres usos que los conductistas dieron al operacionalismo. El primero es facilitar la conexión entre mentalistas y conductistas, ya que ambas corrientes comparten el estudio de la conducta; el segundo uso es (contradictoriamente) la confrontación entre mentalismo y Conductismo, ya que los mentalistas son incapaces de explicar sus conceptos acerca de la conducta basándose en las teorías operacionalistas, hecho que es aprovechado por los conductistas para refutar el mentalismo. El tercer uso es el intento de algunos conductistas de operacionalizar sus conceptos para construir una psicología conductista, como es el caso de Skinner.
Asimismo, según Belanger, el conductismo recibe influencias de dos corrientes filosóficas: el pragmatismo y el neo-realismo americanos. Insiste Belanger, y también Skinner, que el Conductismo nace de la psicología, y ésta a su vez, no es más que una rama que se escindió de la filosofía. No hay más que recordar a Watson, creador del Conductismo, quien se consideraba más filósofo que psicólogo. Antes del propio Watson, hubo una serie de filósofos que sentaron las bases de la aparición del Conductismo: E.A. Singer publica en 1911, dos años antes de que Watson fundara su Escuela Conductista, un artículo sobre la conducta; y el filósofo realista Perry, independientemente de ser influenciado por el conductismo de Watson, pronuncia un discurso sobre Conductismo en la Sociedad Francesa de Filosofía en 1922.
El Conductismo ha sido una corriente que ha recibido muchas críticas, Belanger nos recopila en su libro algunas de las razones de estas críticas, realizadas por pensadores de otras corrientes. Una de las críticas procede de Locke, que achaca al Conductismo el uso de un lenguaje mentalista, un lenguaje ordinario y coloquial referente a las sensaciones y percepciones (al estilo de “creo que”, “imagino que”) que usan muchos pensadores conductistas y que le restan seriedad y le suman ambigüedad a la corriente (recordemos que el lenguaje ordinario es profundamente ambiguo y subjetivo). Otra crítica que recopila Belanger es la profunda contradicción existente en la estructura del Conductismo. Citando a Lovejoy, “el Conductismo pertenece a este grupo de teorías que resultan absurdas tan pronto como se estructuran porque contienen una contradicción que las destruye”. El problema de esta contradicción surge cuando se plantea la naturaleza del conocimiento. Para Lovejoy, el conocimiento es una entidad mental. Cuando un conductista pretende conocer algo, aprehende dicho conocimiento. Si el conductista negara ese conocimiento, dice Lovejoy, entonces no puede decir que conoce y su postura perdería todo crédito científico. Belanger desmonta esta crítica alegando que “hay que demostrar que el conocimiento es mental, en el sentido técnico y filosófico, y no se ha demostrado”. El conocer, para el Conductismo, no es un estado mental, sino una capacidad de emitir determinadas conductas: si un sujeto puede emitir conductas del estilo “sé sobre este tema”, el sujeto sabe; si un sujeto no puede emitir esas conductas, el sujeto no sabe. Sobre este contexto, Belanger aprovecha para desmontar teorías mentalistas. De esta forma, trata de demostrar que los mentalistas actúan en la práctica de forma conductista: reaccionan en función de la conducta de los otros y no en función de sus pensamientos. Belanger opina que la verdadera autocontradicción se debería aplicar a las teorías mentalistas y no conductistas. Otra crítica vuelve a proceder de Locke, aunque ya lo había mencionado O’Connor, esta vez sobre el carácter determinista del Conductismo. Este determinismo resulta contradictorio ya que, si consideramos que la conducta está determinada, no se puede afirmar la veracidad de la teoría, al estar ya acepta de antemano por factores biológicos. Además, estos factores determinantes se pueden modificar, de tal forma que se puede dar el caso de que lo que antes era verdadero, pasa a ser falso. Para refutar esto, Belanger se argumenta en el siguiente razonamiento: cualquier enunciado que no se halle determinado es aleatorio, fruto del puro azar. El indeterminismo es incompatible con la verdad, que no es aleatoria. Por consiguiente, el indeterminismo es falso. Sólo el determinismo es compatible con la verdad. Otro argumento crítico del Conductismo es el llamado “evidencia de la conciencia”, que dice que todo individuo experimenta de forma consciente estados mentales y son estos estados la causa de la conducta (y no al revés, como dice el Conductismo). Este hecho es innegable y su existencia evidente. Belanger vuelve a dar sus argumentos para refutar esta idea y lo hace cuestionando la naturaleza de la conciencia, descrita por varios psicólogos sin que ninguno de ellos llegara a dar una definición fiable y uniforme.
Para acabar con este apartado, considero que lo más apropiado es citar la definición de Conductismo que establece su creador, Watson, en su libro: “El Conductismo es una ciencia natural que se arroga todo el campo de las adaptaciones humanas, desea controlar las reacciones del hombre y, por ello, le corresponde al Conductismo poder anticipar y fiscalizar la actividad humana. A fin de conseguirlo, debe reunir datos científicos mediante procedimientos experimentales”.
El Conductismo, como corriente propiamente dicha, nace en 1912 con la conferencia que Watson (considerado como el padre del Conductismo) dio en Columbia. En su discurso, Watson explicaba que “el Conductismo se proponía aplicar al estudio experimental del hombre, los mismos procedimientos y el mismo lenguaje descriptivo que muchos investigadores habían empleado con éxito durante largos años en el examen de animales inferiores al hombre, animal distinto de los demás únicamente en las formas de comportarse”.
Antes de establecer una definición de qué es Conductismo y a qué se refiere, se deben tener en cuenta una serie de cuestiones que nos ayudarán a comprender mejor esta corriente y evitar equívocos.
Por Conductismo, dice Skinner, entendemos no la ciencia del comportamiento humano, sino la filosofía de esa ciencia. No podemos concebirla como una corriente científica, ya que “sus resultados bajo el control de laboratorio no se pueden duplicar en la vida diaria, y consecuentemente, lo que tiene que decir acerca del comportamiento humano en el mundo es metaciencia sin respaldo”. Por ello, se hace necesario entender el Conductismo como una filosofía, como una reflexión sobre la conducta humana. Skinner va a negar el carácter científico del Conductismo, aspecto en el que va a chocar con Belanger (quien reconoce en su libro que el conductismo de Skinner es un conductismo filosófico) que niega que el Conductismo sea considerado como una filosofía y lo concibe como “una creación de psicólogos que se comprende en el marco de sus trabajos e investigaciones cotidianas”.
Según Belanger, y en esto coincide con Skinner, el Conductismo es una disciplina con una tremenda ambigüedad, no es una ciencia uniforme, se construye sobre diversas teorías que se contradicen entre sí. De ahí que sea una disciplina con cierto descrédito. Esta ambigüedad se ve acrecentada aún más por la proximidad que tiene el Conductismo con otras ramas que, si bien no son conductistas, plantean conceptos conductistas. De hecho, Watson, considerado uno de los primeros conductistas, cuando escribió su libro La psicología tal y como la ve un conductista, no pretendía crear una nueva ciencia, sino darle a la psicología un nuevo enfoque desde la perspectiva del comportamiento humano. En resumen, no resulta fácil dar una definición concreta de conductismo, ya que de por sí es un concepto que no se construye sobre una base sólida. No obstante, Belanger apunta una serie de características que contribuyen a identificar una teoría conductista. Son las siguientes:
- El objeto de estudio del Conductismo es el comportamiento, la conducta, tanto humana como animal, y tiene por objetivo describirla, predecirla y manipularla. En este aspecto, Skinner hace destacar que el Conductismo trabaja con animales, pero no con humanos, por lo que el resultado de los estudios acerca del comportamiento humano se reduce a los rasgos compartidos con los animales. Por otro lado, Watson señala que no sólo la conducta debe ser el objeto de estudio del Conductismo, sino también de la psicología, y rechaza la idea de que el objeto de estudio de ésta sea la conciencia, ya que “no es un concepto preciso, ni utilizable”.
- El método de su psicología es científico (recordemos que no lo es para Skinner), pero es un método que se basa en la lógica conductista, y por tanto, el Conductismo rechaza aquellos métodos científicos que, a pesar de conducir a conclusiones verdaderas, no coincidan con la lógica conductista.
- La tesis: existen dos enunciados sobre la tesis conductista, la forma débil, que afirma que “una teoría conductista no ha de apoyarse más que en tres categorías de fenómenos: el estímulo, la respuesta y el organismo”; y la forma fuerte, que dice que “la situación, la respuesta y el organismo son las categorías necesarias y suficientes para explicar una teoría conductista”.
Estos apartados que apunta Belanger sólo acrecentan la ambigüedad sobre la que se construye el Conductismo. Sobre el primer punto, el objeto de estudio del Conductismo, como se puede observar ya existen contradicciones entre teóricos de la misma rama; el método, pese a lo que pueda parecer, no está definido; y con respecto a la tesis, tenemos dos afirmaciones aparentemente iguales, sólo que la primera está abierta y la segunda es restrictiva, lo que deja pie a diversas interpretaciones. El propio Belanger nos cuenta que “el marco en el cual una teoría conductista debe desarrollarse está vacío, puede llenarse de múltiples maneras”.
Tanto en Belanger como en Skinner, se puede apreciar cierta hostilidad con respecto a otra corriente: el mentalismo o psicología mentalista. Según cuenta Belanger, el conductismo surge en un momento en que la psicología se enfoca desde la perspectiva mentalista y, a pesar de no buscarlo, los psicólogos mentalistas van a ir desarrollando sus teorías desde un enfoque conductista, como consecuencia de pertenecer a un mismo ámbito de estudio: la entidad mental. No obstante, las teorías conductistas contradicen las teorías mentalistas, de este modo, el conductista negará siempre las hipótesis mentalistas y el mentalista no aceptará las teorías conductistas. Aún hay más: Belanger llega a afirmar que uno de los errores de los primeros conductistas es que trataron de resolver, en un lenguaje conductista, problemas mentalistas, antes de dedicarse a observar las conductas en sí mismas y sin prejuicios mentalistas. Esta rivalidad conductismo-mentalismo va a suponer un acercamiento del conductismo a otras corrientes posteriores como el observacionismo, positivismo y el operacionalismo, todas ellas contrarias al pensamiento mentalista. El conductismo comparte con las dos primeras la defensa de la observabilidad de los hechos (que, como se dice unas líneas arriba, era un defecto en los primeros conductistas). El concepto de observabilidad hace referencia a un proceso de recopilación de datos empíricos, recogidos de manera precisa y fiable. En relación a esto, los positivistas (y los conductistas) rechazan los fenómenos inobservables. Esto, insiste Belanger, necesita una aclaración. Existen fenómenos técnicamente inobservables (restringidos por el nivel tecnológico) y fenómenos teóricamente inobservables (se pueden demostrar sólo teóricamente, como los agujeros negros). Los conductistas aceptan los técnicamente inobservables, pero rechazan los fenómenos teóricamente inobservables que no tengan una base en la Física, que son los conceptos mentalistas. El operacionalismo facilita al Conductismo un medio para buscar detrás de los conceptos, las conductas que estos implican. Belanger establece tres usos que los conductistas dieron al operacionalismo. El primero es facilitar la conexión entre mentalistas y conductistas, ya que ambas corrientes comparten el estudio de la conducta; el segundo uso es (contradictoriamente) la confrontación entre mentalismo y Conductismo, ya que los mentalistas son incapaces de explicar sus conceptos acerca de la conducta basándose en las teorías operacionalistas, hecho que es aprovechado por los conductistas para refutar el mentalismo. El tercer uso es el intento de algunos conductistas de operacionalizar sus conceptos para construir una psicología conductista, como es el caso de Skinner.
Asimismo, según Belanger, el conductismo recibe influencias de dos corrientes filosóficas: el pragmatismo y el neo-realismo americanos. Insiste Belanger, y también Skinner, que el Conductismo nace de la psicología, y ésta a su vez, no es más que una rama que se escindió de la filosofía. No hay más que recordar a Watson, creador del Conductismo, quien se consideraba más filósofo que psicólogo. Antes del propio Watson, hubo una serie de filósofos que sentaron las bases de la aparición del Conductismo: E.A. Singer publica en 1911, dos años antes de que Watson fundara su Escuela Conductista, un artículo sobre la conducta; y el filósofo realista Perry, independientemente de ser influenciado por el conductismo de Watson, pronuncia un discurso sobre Conductismo en la Sociedad Francesa de Filosofía en 1922.
El Conductismo ha sido una corriente que ha recibido muchas críticas, Belanger nos recopila en su libro algunas de las razones de estas críticas, realizadas por pensadores de otras corrientes. Una de las críticas procede de Locke, que achaca al Conductismo el uso de un lenguaje mentalista, un lenguaje ordinario y coloquial referente a las sensaciones y percepciones (al estilo de “creo que”, “imagino que”) que usan muchos pensadores conductistas y que le restan seriedad y le suman ambigüedad a la corriente (recordemos que el lenguaje ordinario es profundamente ambiguo y subjetivo). Otra crítica que recopila Belanger es la profunda contradicción existente en la estructura del Conductismo. Citando a Lovejoy, “el Conductismo pertenece a este grupo de teorías que resultan absurdas tan pronto como se estructuran porque contienen una contradicción que las destruye”. El problema de esta contradicción surge cuando se plantea la naturaleza del conocimiento. Para Lovejoy, el conocimiento es una entidad mental. Cuando un conductista pretende conocer algo, aprehende dicho conocimiento. Si el conductista negara ese conocimiento, dice Lovejoy, entonces no puede decir que conoce y su postura perdería todo crédito científico. Belanger desmonta esta crítica alegando que “hay que demostrar que el conocimiento es mental, en el sentido técnico y filosófico, y no se ha demostrado”. El conocer, para el Conductismo, no es un estado mental, sino una capacidad de emitir determinadas conductas: si un sujeto puede emitir conductas del estilo “sé sobre este tema”, el sujeto sabe; si un sujeto no puede emitir esas conductas, el sujeto no sabe. Sobre este contexto, Belanger aprovecha para desmontar teorías mentalistas. De esta forma, trata de demostrar que los mentalistas actúan en la práctica de forma conductista: reaccionan en función de la conducta de los otros y no en función de sus pensamientos. Belanger opina que la verdadera autocontradicción se debería aplicar a las teorías mentalistas y no conductistas. Otra crítica vuelve a proceder de Locke, aunque ya lo había mencionado O’Connor, esta vez sobre el carácter determinista del Conductismo. Este determinismo resulta contradictorio ya que, si consideramos que la conducta está determinada, no se puede afirmar la veracidad de la teoría, al estar ya acepta de antemano por factores biológicos. Además, estos factores determinantes se pueden modificar, de tal forma que se puede dar el caso de que lo que antes era verdadero, pasa a ser falso. Para refutar esto, Belanger se argumenta en el siguiente razonamiento: cualquier enunciado que no se halle determinado es aleatorio, fruto del puro azar. El indeterminismo es incompatible con la verdad, que no es aleatoria. Por consiguiente, el indeterminismo es falso. Sólo el determinismo es compatible con la verdad. Otro argumento crítico del Conductismo es el llamado “evidencia de la conciencia”, que dice que todo individuo experimenta de forma consciente estados mentales y son estos estados la causa de la conducta (y no al revés, como dice el Conductismo). Este hecho es innegable y su existencia evidente. Belanger vuelve a dar sus argumentos para refutar esta idea y lo hace cuestionando la naturaleza de la conciencia, descrita por varios psicólogos sin que ninguno de ellos llegara a dar una definición fiable y uniforme.
Para acabar con este apartado, considero que lo más apropiado es citar la definición de Conductismo que establece su creador, Watson, en su libro: “El Conductismo es una ciencia natural que se arroga todo el campo de las adaptaciones humanas, desea controlar las reacciones del hombre y, por ello, le corresponde al Conductismo poder anticipar y fiscalizar la actividad humana. A fin de conseguirlo, debe reunir datos científicos mediante procedimientos experimentales”.
BUENA INFOO
ResponderEliminarInformazio lagungarria
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