El Conductismo sostiene la necesidad de un estudio que le permita conocer la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano, teniendo en cuenta la naturaleza de su objeto de estudio, la conducta, que nace en el interior de cada persona. Watson realiza en su libro la siguiente distinción de los órganos:
Los órganos sensoriales, compuestos por un tejido conjuntivo; vasos sanguíneos, que suministran alimento; y fibras musculares, que lo facultan para recibir el estímulo que ejercerá el efecto sobre el cuerpo. Todos ellos contienen tejido epitetal, una estructura sensible únicamente a una forma de estímulo, es lo que Watson denomina “sensibilidad selectiva”; es decir, son células que se especializan en la recepción de un determinado tipo de estímulo. Los conos y los bastoncillos son células epitetales, la primera especializada en la recepción del color y la segunda en la recepción de la luz. Cuando un estímulo apropiado llega a la célula epitetal, se produce un cambio físico o químico en ella. Este cambio provoca una excitación nerviosa en la terminación del nervio que está en contacto con la célula epitetal y se transmite por una cadena de neuronas al cerebro y, desde allí, a algún músculo o glándula.
Los órganos de reacción son los que expresan de forma física los procesos químicos que se producen en los órganos sensibles. Watson distingue tres tipos de órganos de reacción: el sistema muscular del esqueleto, el sistema muscular liso y el sistema glandular.
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