miércoles, 24 de enero de 2018

"La narración en el cine de ficción" de Bordwell. Parte 3


Teorías miméticas de la narración

La concepción de Aristóteles de la mímesis se aplica en primer lugar a la representación teatral. Las teorías miméticas toman como modelo el acto de la visión: un objeto de percepción se presenta al ojo del espectador. Este modelo subyace en los cambios de la práctica representativa introducidos por el teatro y la pintura griegos y, más tarde, por varias artes del renacimiento. La perspectiva en sus varios sentidos emerge, pues,  como el concepto principal para explicar la narración. Perspectiva significa “ver a través de”.


-          El observador invisible

Las películas narrativas representan los acontecimientos de la historia a través de la visión de un testigo invisible o imaginario.  En este aspecto tenemos que destacar el libro de Pudovkin titulado Film technique.  Según Pudovkin, la lente de la cámara representa los ojos de un observador implícito que ve la acción. Al encuadrar el plano de cierta manera, y al concentrarse en los detalles más significativos de la acción, el director fuerza al público a mirar como mira un observador atento. El cambio de plano corresponderá, por tanto, A la natural transferencia de atención de un observador imaginario. Según Pudovkin, acortando el tempo  del montaje puede reproducirse en el espectador la excitación creciente de un testigo invisible. En estudios posteriores amplió su teoría al sonido, ocupando el micrófono el lugar de los oídos del observador. El resultado de la teoría era que se nos mostraba un observador ideal móvil en tiempo y espacio. Además, el observador invisible (encarnado por la cámara) puede identificarse con el narrador. Pudovkin dijo también que la lente de la cámara era el ojo del director y que los cortes expresaban la actitud emocional del cineasta. Autores posteriores llegaron a ver a la cámara como la propia narradora de la historia de la película, el punto de vista del narrador en la acción.

Teorías diegéticas de la narración

-          La narración fílmica como metalenguaje

Colin MacCabe trata la narrativa dominante en el cine como significativamente análoga a la novela realista del siglo XIX.

El metalenguaje novelístico tiene tres atributos.

1)      Delimitar los lenguajes objeto, crea una jerarquía de discursos.

2)      El metalenguaje dice la verdad, verdad aquí concebida como una adecuación empírica a la realidad.

3)      El metalenguaje es transparente ya que parece venir de un hablante no identificado.

Según MacCabe, la misma jerarquía de discursos gobierna en la narración de las películas clásicas. El personaje habla, pero su discurso viene siempre estructurado por un equivalente del lenguaje novelístico: la cámara. La cámara siempre nos muestra lo que pasa, nos dice la verdad sobre la que podemos sopesar los discursos.

-          La narración fílmica como enunciación

Tenemos que distinguir entre el enunciado y la enunciación. El enunciado es una parte de un texto, una cadena de palabras, frases u oraciones unidas por principios de coherencia y percibidas como constituyendo un todo. La enunciación, por otra parte, es el proceso general que crea el enunciado. Según Benveniste, la enunciación consiste en el propio acto. Esto incluye al hablante, que hace funcionar el código lingüístico; al oyente, que es el compañero de dialogo y algunas referencias al mundo compartido. La enunciación incluye también la situación o contexto situacional del enunciado. Finalmente, en la enunciación encontramos formas lingüísticas específicas que Benveniste llama medios: son los pronombres, las interrogaciones, etc.

Según Beneviste, la forma que señala explícitamente la presencia del hablante es el discours o discurso (“Elisa, tráeme mis zapatos”); en cambio, la forma que omite marcas enunciativas fuertes sería la historia o histoire.

Otros teóricos literarios continuaron la discusión de todos estos conceptos aplicados a la narración, pero el problema se hizo más evidente en el cine. Algunas respuestas las proporciona Christian Metz, que considera que incluso el cine clásico (aparentemente “historia”) es en realidad discursivo, pues tiene marcas de enunciación aunque las oculte.

Utilizar la teoría de Benveniste en el estudio del cine presenta tres dificultades relacionadas enter sí: en primer lugar, los críticos no han aclarado hasta qué punto han refundido sus conceptos; en segundo lugar, no hay una justificación real para aplicar las teorías lingüísticas a los análisis narrativos en cine; por último, es complicado encontrar una referencia a la segunda persona en las películas (¿quién es “tú”?, ¿es el “lector implícito”, o quizá la “audiencia implícita”, el “espectador implícito”?

Puesto que los cimientos de una teoría lingüística de la representación cinematográfica no se han establecido con firmeza, los críticos se han deslizado hacia hábitos que recuerdan las tendencias de la tradición mimética.

Metz, por ejemplo, afirma que el montaje de cualquier tipo crea una intervención del sujeto filmante más deliberada que en una toma larga. Browne, por su parte, considera que un movimiento de cámara tiene una potente fuerza enunciativa. Sin embargo, existen grandes discrepancias al intentar decidir quién mira a través de la cámara: para Bellour es el enunciador o el sujeto que produce el discurso; para Nash, el autor, y para Ropars es el narrador o la voz.

En medio de la diversidad de opiniones, Stephen Heath realiza varias aportaciones interesantes, que se resumen en el concepto de “posición” utilizado en cuatro sentidos diferentes:

1.       El punto físico de observación implícito creado por una imagen en perspectiva lineal.

2.       Un sentido totalizado del espacio a través de varios imágnees (una especie de visión del “ojo mental”).

3.       Un punto de vista narrativo coherente.

4.       La posición del sujeto, que se refiere a la estabilidad y a la unidad de la construcción del yo.

Heath sostiene que “divididas en la narrativización, las películas están fuera d ela verdad con respecto a cualquier dirección: el sujeto se divide en los complejos de representación y sus contradictorias relaciones”.

La actividad del observador

Bordwell habla de “espectador” no como una persona concreta ni como un “lector ideal”, sino que se refiere a una entidad hipotética que realiza las operaciones relevantes para construir una historia partiendo de la representación del filme. Este espectador es real porque posee ciertas limitaciones psicológicas que los espectadores auténticos tienen.

-          La comprensión narrativa

Varios estudios sobre cómo afrontan los espectadores la comprensión narrativa han revelado que, en nuestra cultura, incluso los niños de cinco años reconocen ciertas actividades como características del hecho de contar historias. Además, las pautas para compender y recordar una historia son notablemente iguales para los grupos de todas las edades, y las personas realizan maniobras para moverse por una historia (por ejemplo, hacen predicciones si les falta algo de información).

El perceptor occidental contemporáneo espera, generalmente, un material de exposición al principio, luego la presentación de los asuntos alterados por una complicación, y algún personaje dispuesto a funcionar como protagonista orientado a un film. Además, este espectador realiza hipótesis de curiosidad, de suspense, etc., que le ayudan en el visionado de la película. En conclusión: en nuestra cultura, el perceptor de un film narrativo llega armado y activo a la tarea.

Principios de la narración

La historia incorpora la acción como una cadena cronológica causa-efecto de los acontecimientos que ocurren en una duración y espacio dados. Es, pues, una pauta que los perceptores de narraciones crean a través de asunciones e inferencias, el resultado de captar claves narrativas, aplicar esquemas y estructuras y comprobar hipótesis.

La puesta en escena de la acción es en sí misma un acto representaivo, por lo que la historia de la película no es el acontecimiento profílmico (no está nunca materialmente presente en la pantalla o en la banda sonora).

El argumento es la arquitectura de la presentación de la historia por parte del film. El estilo también constituye en susitema porque igualmente moviliza a los componentes según principios de organización; por ello, se relaciona directamente con el argumento.

Por otra parte, el argumento se relaciona con la historia a prtir de tres tipos de principios relacionales:

1. Lógica narrativa: al construir una historia, el perceptor define algunos fenómenos como acontecimientos mientras construye vínculos de causalidad entre ellos. El argumento puede facilitar este proceso alentando sistemáticamente para que hagamos inferencias causales lineales, o disponer los acontecimientos de tal forma que impidan o compliquen la construcción de relaciones causales.

2. Tiempo: el argumento puede darnos claves para construir los acontecimientos de la historia en cualquier secuencia (orden), sugerir los sucesos de la narración como si sucedieran virtualmente en cualquier espacio de tiempo (duración) y señalar acontecimientos de la historia como produciéndose cualquier número de veces (frecuencia).

3. Espacio: el argumento puede facilitar la construcción del espacio de la historia informando de los entornos relevantes y las posiciones y caminos asumidos por los agentes de la historia. Pero la película también puede impedir la comprensión suspendiendo, obstaculizando o disminuyendo la percepción del espacio.

Como conclusión se entiende que el argumento es el conjunto organizado de claves que nos disponen para inferir y ensmablar la información de la historia. Además, el estilo y la utilización de técnicas concretas para el mismo pueden tener diferentes efectos en la actividad cognitiva y perceptual del espectador.

En el cine de ficción, la narración es el proceso mediante el cual el argumento y el estilo del film interactúan en la acción de indicar y canalizar la construcción de la historia que hace el espectador. Por tanto, el film no solo narra cuando el argumento organiza la información de la historia, sino que la narración incluye también los procesos estilísticos.

-          Tácticas de construcción del argumento

1. La cantidad de información de la historia a la que tenemos acceso: hay argumentos escasos y argumentos sobrecargados, teniendo como punto de referencia que la cantidad correcta de información es aquella que permite la construcciónc oherente y constante de la historia.

2. El grado de pertinencia que podemos atriubuir a la información presentada.

3. La correspondencia formal enre la presentación del argumento y los datos de la historia.

Algunas tácticas para la disposición de la información incluyen recurrir a lagunas o vacíos, que pueden ser temprorales (pueden llenarse rápida o finalmente) o permanentes (no se llenan nunca). Además, el vacío puede ser relativamente difuso (da lugar a un trabajo inferencial más abierto) o enfocado (suele demandar hipótesis exclusivas y homogéneas), y el argumento puede realzar o suprimir lagunas en la historia.

También se pueden usar dilaciones, cuando el argumento pospone revelar ciertos items de la información de lah historia.

En cuanto a la repetición funcional y significativa de ciertos elementos (redundancia) se pueden señalar tres categorías, siguiendo la teoría de Suleiman:

-En la historia, cualquier suceso dado, personaje, cualidad, función, entorno o comentario de un personaje, puede ser redundante respecto a otro.

-En el argumento, la narración puede conseguir la redundancia por la reiteración de su relación con el receptor, repitiendo sus propios comentarios sobre un suceso o personaje o adhiriéndose a un punto de vista coherente.

-En las relaciones entre argumento e historia, la redundancia se puede conseguir representando un suceso más de una vez o haciendo que cualquier suceso de la historia, personaje, cualidad, función argumental, entorno o comentario de un personaje sea redundante respecto al comentario narrativo.





-          Narrador, autor

El autor implícito o gran imaginador es el “hablante” del film, el ser invisible que mueve las marionetas. No debe considerarse “hablante” visible, sino la figura artística omnipotente que hay tras la obra.

Las teorías de todos estos autores no son muy precisas, ya que no tiene sentido hablar de un autor implícito diferente para cada película: su construcción no añade nada a nuestro propio entendimiento de la narración, y no se le puede asignar ningún rasgo que no se pueda adscribirse de forma más simple a la propia narración.

Si bien Chatman y otros autores entienden la narración como un proceso emisor-receptor que requiere todas las figuras señaladas, Bordwell defiende que la narración se comprende mejor entendiéndola como la organización de un conjunto de indicaciones para la construcción de una historia. Por tanto, supone un perceptor, pero no un emisor: el proceso narrativo puede imitar a veces más o menos completamente la situación de la comunicación.

No tiene sentido hablar de comunicación como el proceso fundamental de la narración, solo para decir luego que muchas películas borran o encubren este proceso. Sería mejor, entonces, dar al proceso narrativo el poder de sugerir, en ciertas circunstancias, que el espectador pueda construir un narrador. Cuando esto ocurre, hay que recordar que este narrador es el rpoducto de principios organizativos específicos, de ciertos factores de la historia de la preparación mental del espectador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario