1.4 De las
instancias narrativas a la película
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De la narración en subnarración
El cine tiene una tendencia casi natural a la delegación
narrativa, a la articulación del discurso. En el fondo, la razón es muy
sencilla: el cine muestra a los personajes mientras éstos actúan, imitan a los
humanos en sus diversas actividades cotidianas y una de esas actividades, a las
que nos entregamos en un momento u otro, es la de hablar. Y, hablando,
bastantes humanos suelen emplear la función narrativa del lenguaje. Ahora bien,
el cine se caracteriza por emplear imágenes, ruidos, palabras, textos escritos
y la música.
En cierto modo, podemos considerar que en el cine, un
relato que, de hecho, es un narrador visualizado en realidad no es más que un
subrelato (en este sentido Gennete habla de metarrelato y Mieke Bal de
hiporrelato). Efectivamente, en un
primer nivel, el cine relata siempre-ya, aunque sólo sea mostrando ese narrador
visualizado que relata o, para ser más exactos, que subrelata.
El único narrador verdadero
en la película es el gran imaginador o meganarrador, mientras que los demás
narradores presentes en una película reciben el nombre de Narradores delegados
o segundos narradores, y la actividad a la que se enfrentan es la subnarración,
una actividad que se distingue de la narración en primer grado.
1.5 Segundos
narradores
El subrelato del segundo narrador en
el relato escrito suele estar relatado mediante el mismo vehículo semiótico que
el que utiliza el primer narrador: el lenguaje verbal. En un caso del tipo Las
mil y una noches, un narrador verbal relata verbalmente lo que otro narrador
verbal ha subrelatado verbalmente, y este primer narrador sufrirá una especie
de invisibilidad (cuando es Scherezade la que “habla”, el lector olvida la
existencia del primer narrador-el rey-).
El subrelato del segundo narrador en
el relato cinematográfico es distinto que en el relato escrito. El primero es
polifónico (tiene varias materias de expresión) y el segundo monódico (tiene
una sola materia de expresión, la lengua). En el relato cinematográfico es más
difícil invisibilizar al primer narrador ya que es más sensible a la
jerarquización. El relato cinematográfico permite que el doble relato se
manifieste plenamente.
1.6 Relato
oral, relato audiovisual
El doble relato se divide en el relato oral (un personaje
relata la historia verbalmente) y el relato audiovisual (que nos relata
mostrándonos al personaje relatando esa historia). Cuando la imagen del
personaje narrador se esfuma para dar paso a las imágenes de la historia que el
personaje relata, hablaríamos de un subrelato audiovisual. Como en el relato
oral, en el relato cinematográfico el meganarrador fílmico desaparece,
aparentemente, en beneficio de un segundo narrador. De este modo, hay una
identidad entre los materiales semióticos de lo narrable (la propia historia) y
los materiales semióticos de lo narrado (la subhistorias dentro de esa
historia). La diferencia entre estas dos situaciones es que en un relato
escrito, el relato narrado se narra mediante vehículo semiótico cuyo
responsable, el segundo narrador (Scherezade), es un usuario del lenguaje
verbal. En el relato audiovisual, desde el momento en que el lenguaje verbal
del segundo narrador sufre su transmutación en un lenguaje audiovisual del que
éste no es usuario se hace difícil responder a las preguntas “¿Quién habla?” y
“¿Quién relata?” ya que puede ser el
gran imaginador o el segundo narrador. Éste último no es un usuario del
lenguaje audiovisual, ya que se comunica con palabras, no con imágenes.
Surge así la cuestión ¿quién es el narrador del subrelato
audiovisual? No puede ser el segundo narrador ya que el subrelato audiovisual
narra hechos que sólo podría conocer el meganarrador fílmico. Por lo tanto, se
llega a la conclusión de que en el subrelato audiovisual hay dos narradores: el
meganarrador y el segundo narrador.
1.7 ¿Quién
narra la película?
En la medida que el proceso fílmico implica una cierta
forma de articulación de diversas operaciones de significación (la puesta en
escena, el encuadre, el montaje, etc.), también es posible forjar un sistema
del relato que tenga en cuenta lo que se ha dado en llamar proceso de
discursivización fílmica. Esta hipótesis se basa en las distintas operaciones
necesarias para realizar una película. La primera de estas etapas, resultado
del trabajo conjunto de la puesta en escena y el encuadre, se limitaría a lo
que se ha convertido en llamar la mostración. Emanaría de una primera forma de
articulación cinematográfica, la articulación entre fotograma y fotograma, que
es la base del procedimiento cinematográfico, y que permite la presentación en
un continuo sobre la tela de una pantalla de una serie de cuadros fotográficos
sucesivos.
Una vez articuladas unas con otras, estas unidades de
primer nivel que son los fotogramas proporcionan la ilusión del movimiento
continuo y dan lugar a esas unidades de segundo nivel que son los planos. La
segunda capa de narratividad, de nivel superior a la mostración, equivale,
según esta hipótesis a la narración, aunque sólo fuera en virtud de sus mayores
posibilidades de modulación temporal. Por su parte, de esta actividad de
encadenamiento que es el montaje, emanaría ese proceso al que han terminado por
dedicarse los cineastas para relatar sus historias. Esta segunda capa de
narratividad se apoyaría así sobre una segunda forma de articulación
cinematográfica: la articulación entre plano y plano.
Estas dos capas de narratividad presupondrían la existencia
de, al menos, dos instancias diferentes: el mostrador y el narrador, que serían
responsables de cada una de ellas. De esta manera, para llegar a producir un
relato fílmico pluripuntual se tendría que recurrir primero a un mostrador que
sería la instancia responsable del acabado de esa multitud de microrelatos que
son los planos. Intervendría luego el narrador fílmico que, recogiendo esos
microrelatos, escribiría mediante el montaje su propio recorrido de lectura,
resultante de la mirada que hubiera fijado primero sobre esta primera sustancia
narrativa que son los planos. En un nivel superior, la voz de estas dos
instancias estaría modulada y regulada por esa instancia fundamental que sería
el meganarrador fílmico, responsable del megarrelato 8que es la película). Esto
daría lugar al siguiente esquema: