No hay nada más poderoso en el cine que el rostro humano, Hitchcock lo sabía muy bien y lo utilizaba con maestría. Doy por sentado que todos conocemos La soga (y quien no, le invito fervientemente a que la vea), la película de Alfred Hitchcock rodada en plano secuencia o por lo menos esa fue la intención que en un principio tenía el director, puesto que las limitaciones técnicas de la época le impedían grabar más de 10 minutos por rollo. Sin embargo, Hitchcock supo muy bien cómo solventar este impedimento acercando la cámara a las espaldas de los personajes para hacer transiciones suaves entre rollo y rollo. No obstante, no todos los cortes con los que cuenta la película (10 en total que podéis ver aquí) son así: tres de ellos son cortes bruscos, cambios de plano en toda regla. En una película que pretende estar grabada en plano continuo, introducir un corte de este tipo cobra una relevancia enorme, por el significado que adquiere. De estos tres cortes, solo me interesa uno de ellos: el de James Stewart, el que se ve en el minuto 32:59 de la película. Explico la situación en la que se encuentran en ese momento los personajes: Brandon, le está explicando sus invitados que Philip tenía una habilidad especial para estrangular gallinas; mientras tanto Philip, responsable de estrangular a David, se va mostrando cada vez más nervioso hasta que al final estalla diciendo que eso es mentira. Acto seguido cambiamos a un plano de James Stewart (Rupert) mirándolo con cara de preocupación. ¿Qué implica este cambio tan brusco? Muchas cosas. Hitchcock, que hizo todo lo posible a pesar de las trabas técnicas para que la película pareciera estar rodada en plano secuencia, no tiene ningún reparo en hacer aquí un corte. La razón es sencilla: lo necesita. Necesita hacer saber al espectador que James Stewart se ha dado cuenta de que algo pasa en ese salón y la única manera es con ese cambio de plano. Es como si Hitchcock nos estuviera diciendo con la cámara "mirad, James Stewart sospecha algo". Esto es una muestra de lo que puede ofrecer el cine y es un ejemplo de lo que el cine puede aportar en su discurso narrativo con diferencia a la obra de teatro.
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