martes, 22 de enero de 2013

El cine, ¿arte o industria?



             Para poder determinar si el cine es arte, acudo a la definición de arte que da el DRAE, tomando las tres primeras entradas:
arte.
1. amb. Virtud, disposición y habilidad para hacer algo.
2. amb. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
3. amb. Conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo.

            Si nos vamos a la tercera definición “Conjunto de preceptos para hacer bien algo” podemos entrar en un debate. En relación a este aspecto, Marco Ferreri reflexiona en El cine, arte e industria[1]: “¿quién determina lo que tiene o no calidad? ¿Por qué la calidad de los grupos, de las minorías intelectuales, tiene que ser la calidad con mayúscula? Todo es relativo (…) Si se quiere cambiar algo, en el cine, hay que empezar por negar la autoridad de quienes pretenden determinar lo que está bien y lo que está mal.” La cuestión de qué es buen arte y qué no lo es, es una polémica que ya se inició con las vanguardias de principios de siglo XX, con “formas de expresión y de representación que rompen con el marco establecido por los modos de figuración legados por la tradición y por las estructuras estéticas vigentes.[2] De todo esto se deduce: ¿Es necesario que la actividad humana plástica guste a un público amplio para que sea considerado arte? ¿Basta con que guste sólo a una minoría? ¿O incluso que no guste, que provoque una actitud negativa hacia su público? En mi opinión, el arte es toda actividad o expresión que sea capaz de producir una emoción, que logre transmitir una idea, independientemente de que la actividad  guste a un público reducido o a un público amplio. Desde su nacimiento, el cine ha provocado sentimientos en los espectadores, desde la carcajada más estruendosa, hasta el mayor grito de pavor. El hecho de que la gente siga yendo a ver películas de terror al cine, sabiendo de antemano que lo va a pasar mal, confirma mi teoría. El ser humano es un animal de emociones, y cuando va al cine quiere dar rienda suelta a esas emociones, sean del tipo que sean.


            Por otro lado, veamos cuál es la definición que da el DRAE de industria:
industria.
1. f. Maña y destreza o artificio para hacer algo.
2. f. Conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la obtención, transformación o transporte de uno o varios productos naturales.

            Curiosamente, la primera definición es la misma que el DRAE da para arte. Pero la que nos interesa es la segunda entrada, cuya clave está en el “conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la obtención del producto”. Considerando que el producto es la película acabada, el conjunto de operaciones serán todas aquellas técnicas, recursos humanos y financieros necesarios para la producción del film. Todos esos recursos constituirán la industria. Hay que recordar que una película es un proyecto de un grupo de personas, en el que cada miembro tiene una función. Si un departamento falla, no habrá película. Esto es lo que diferencia el cine del resto de artes, en las que la figura del autor de la obra está reservada a una única persona. Desde el momento en el que el arte pasó de ser no sólo una manifestación expresiva, sino también un oficio, el artista busca el beneficio económico con la creación de su obra. ¿Qué hacer cuando la creación de la obra de arte necesita muchos colaboradores, como en el caso del cine? Según Jorge Clemente Mediavilla[3], la industria es el medio a través del cual se canaliza el arte, la industria reúne y paga a los artistas por su trabajo, y los artistas reportan beneficios a la industria; uno no puede existir sin el otro.  Cada uno de los miembros que participan en la producción de la película está realizando un trabajo en el que se han especializado, son artistas que están ofreciendo un servicio, una habilidad más o menos única por la que esperan una retribución económica. Esto implica la necesidad de grandes cantidades de dinero para crear la película y para ello un entramado industrial que respalde los costes. Naturalmente, este entramado industrial querrá beneficios para compensar el dinero invertido en la obra de arte. En resumen y citando a Jaime Barroso: “la dimensión industrial [de la obra audiovisual] es el resultado de la complejidad tecnológica y de recursos movilizados para su producción, así como de otros factores como la programación, la distribución en el mercado, la obtención de ayudas institucionales, etc. que condicionan de forma decisiva las características del producto.”[4] Barroso habla también en su libro de un “pequeño sector de la industria independiente, experimental o personal que (…) se mantiene con prácticas más artesanales”[5]. Es un error considerarlo más artesanal. Recordemos las palabras de Ferreri que citaba al principio. No porque sea un cine destinado a un grupo minoritario tiene que ser el auténtico cine, el arte cinematográfico puro. Se trata de un cine distinto, que podrá emocionar tanto o tan poco como una película hecha con mayor presupuesto.
            En su libro El cine, arte e industria, Barbáchano cuenta que se le preguntó a Alfred Hitchcock que cuándo  los cineastas escaparían de las poderosas imposiciones comerciales que lleva consigo la consecución de una película. Él respondió: “En el momento en que un filme no cueste más caro que un bolígrafo y una hoja de papel.”[6] La industria tiende a asumir el papel de tutor de la obra al aportar grandes cantidades de dinero y tratará de modificar aquellos aspectos de la misma que crea que no gustarán al público, su fuente de ingresos. El artista por el contrario, tratará de ofrecer su obra al público de una forma íntegra a como la concibió. Sobre esta cuestión, Jorge Clemente insiste en que se deberá encontrar una armonía entre artistas e industria, pese a tener intereses contrapuestos. A este respecto surge una pregunta: ¿el cine deja de ser arte en el momento en que el artista tiene que modificar su obra para adaptarla a los gustos del público? No tiene por qué, se trata de una forma distinta de presentar el arte. La habilidad y la técnica seguirá estando ahí, solo que la obra final no será lo que el artista quería expresar, será otra obra, pero tan valorable y con tanta técnica como lo hubiese sido la original. Seguirá emocionando o emocionará de una forma distinta al público. No obstante, los intentos de la industria por intentar cambiar el producto de modo que guste al espectador son en vano. Nunca se sabe cómo va a responder el público una vez creada la obra, ni tampoco todo el público reaccionará de una misma manera (Chaplin ya lo dijo: “yo no creo que el público sepa lo que desea; es la conclusión que he sacado de mi propia carrera”[7]), y sin embargo, es el espectador quien dispone del derecho divino de juzgar la obra y criticarla según su criterio. La soga de Alfred Hitchcock fue un absoluto fracaso de crítica y público[8], pero hoy en día es admirada por ser un ejemplo de técnica y buen cine.

            Zukor es el padre indiscutible de la moderna industria del cine americano, con unas fórmulas comerciales que todavía perduran. Asociado con Frohamn fundó la empresa “Actores famosos en obras famosas” y eligió para trabajar con él a los nombres más seguros del cine norteamericano: el director Edwind S. Porter y la actriz Mary Pickford. Para completar su organización, Zukor se asoció con varios empresarios creando la Paramount Corporation.[9]

            La película es, en sí misma, una obra de arte, en primer lugar porque “todo proceso de realización audiovisual es inherente a un cierto procedimiento creativo, dado que el resultado final surge (…) como una idea (…) que paulatinamente se irá encarnando en realidades materiales”[10] y en segundo lugar porque, para que esta idea se materialice es necesario el trabajo conjunto de varios artistas. Entre estos artistas, debemos incluir también al productor de la película. Según Javier Clemente Mediavilla, en EE.UU. la figura del productor está considerada como un artista más, a la altura del director de la película, el guionista y el compositor musical, algo que Jaime Barroso[11] también comenta en su libro[12]. Hay que tener en cuenta que es el productor quien selecciona a los artistas que van a participar en la película, son “quienes confían y piensan en un director determinado para llevar a término su proyecto”[13]. En el sistema de Hollywood el productor “está presente en cada una de las operaciones de la película y su control abarca desde el planteamiento inicial de la misma hasta la organización del estreno y la exportación”[14]. El productor es el dueño de la película (de hecho, es él quien recoge los premios en la categoría de mejor película) y es él quién decide qué artistas participarán en ella y cómo lo harán; el productor también contribuye de un forma creativa en la película dando su visión personal. En Estados Unidos, la figura del productor y director están muy sesgadas; sin embargo, en Europa, con un sistema y una mentalidad diferentes del cine de Hollywood, el director de la película a menudo suele ser también quien ha escrito la historia y quien ha producido la película. Esto hace que la película sea un proyecto más personal y más íntimo frente al cine de Hollywood, pero no por ello es el arte cinematográfico puro por antonomasia; se trata de una forma distinta de crear la obra. Por otro lado, la película también es un producto que se atiene a la ley de la oferta y la demanda de un público ávido de historias, y esto obliga al cine a presentar sus productos (la película) de una forma atractiva para captar al público e invitarle a que los consuman. Esta dicotomía arte-industria ha existido ya no sólo en el cine, sino en el resto de las artes. Siempre ha habido en el desarrollo de las artes una tendencia puramente artística y otra eminentemente comercial y, por supuesto, lo que ha prevalecido ha sido una integración de las dos en distintas proporciones.”[15] Hay que tener en cuenta que, si el arte no tiene una compensación económica, no fructificará y morirá.
            Llegados a este punto, podemos dar una definición, más o menos completa, de lo que es el arte cinematográfico: es la habilidad de un grupo de artistas, reunidos bajo un entramado industrial que los financia y avala, para narrar una historia usando y dominando el lenguaje y los recursos propios del cine, de una forma expresiva y entretenida para el público. En esta definición hay que incluir, inevitablemente, el concepto de industria como un elemento necesario para que la película se materialice, porque es la única que tiene la capacidad y los recursos suficientes como para reunir a una ingente cantidad de artistas de diversa índole y procedentes de otros campos (como la fotografía, el teatro, la pintura, la escultura, y otras artes plásticas) indispensables para dotar a la obra cinematográfica de sus habilidades creadoras. Por lo tanto, podemos considerar que el cine es la vía de expresión a través de la que se canalizan el resto de artes. Y mientras siga transmitiendo emociones y sentimientos al ser humano y siga permaneciendo en la mente colectiva de las generaciones seguirá siendo arte. El cine no es solo arte o solo industria; el cine es arte y es industria. Dos caras de una misma moneda que, a pesar de buscar intereses contrapuestos, se necesitan uno al otro para existir y constituir un sistema armonioso.

Bibliografía
-          BARBÁCHANO, Carlos: El cine, arte e industria, Salvat editores, 1973.

-          YARZAS LUACES, Joaquín: http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/contextos/5325.htm, La vanguardia como idea, 27 de octubre.

-          BÖHM, Elena: http://cinartec.blogspot.com.es/2011/03/cine-arte-o-industria.html, Blog Cinartec, 27 de octubre 2012.

-          BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008.



[1] BARBÁCHANO, Carlos: El cine, arte e industria, Salvat editores, 1973, pág 9-10.
[2] YARZAS LUACES, Joaquín: http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/contextos/5325.htm, La vanguardia como idea, 20 de octubre
[3] Profesor de Producción en la UCM.
[4] BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008, pág. 71.
[5] BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008, pág. 72.
[6] BARBÁCHANO, Carlos: El cine, arte e industria, Salvat editores, 1973, pág 19.
[7] BARBÁCHANO, Carlos: El cine, arte e industria, Salvat editores, 1973, pág 47.
[8] HITCHCOCK, Alfred: La soga, Universal Pictures International Pictures, D.L. 2001
[9] GUBERN, Román: Historia del cine, Lumen, 2006, pág. 83
[10] BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008, pág. 69.
[11] Profesor de Realización en la UCM
[12] BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008, pág. 67.
[13] BARROSO, Jaime: Realización audiovisual, Síntesis, 2008, pág. 69.
[14] BARBÁCHANO, Carlos: El cine, arte e industria, Salvat editores, 1973, pág 88.
[15] BÖHM, Elena: http://cinartec.blogspot.com.es/2011/03/cine-arte-o-industria.html, Blog Cinartec, 26 de octubre 2012.

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