En la obra podemos distinguir dos tipos de espacios reales: los espacios referentes al mundo de Fulano y los espacios referentes al mundo de Tyler Durden. Se afirma así una dualidad espacial diferenciada con una serie de características propias que los van a definir. Asimismo, junto con esta dualidad, nos encontramos con otras entidades espaciales que pertenecen a ambos personajes. Todos los espacios se construyen a través de las proyecciones que la personalidad de los personajes emiten sobre ellos, con algunas excepciones de algunos espacios, que adquieren tanto poderío, que llegan a cobrar vida propia.
Los espacios presentes en la novela referentes al mundo de Jack son los siguientes:
Los sótanos de los grupos de apoyo son lugares deprimentes, impregnados por un sentimiento de muerte y pesimismo, como los personajes que los construyen: los enfermos terminales, en tanto que Fulano apenas tiene influencia sobre este espacio y curiosamente, las proyecciones pesimistas del espacio producen el efecto contrario sobre él: por primera vez, Fulano se siente vivo. Sobre este espacio real, el de los sótanos de los grupos de apoyo, se van a construir dos espacios imaginarios: uno de ellos es la cueva del pingüino y el otro el palacio de siete puertas.
La casa de Fulano, tal y como la describe él mismo, es un lugar frío, apartado del mundo exterior, es un espacio físicamente cerrado (paredes de 30 centímetros y ventanas que no se pueden abrir). En cierto modo, la casa de Fulano es Fulano, su casa es esencial para comprender su personalidad: una casa fría, limpia, ordenada, sistemática, agobiante, meticulosa, en búsqueda de la más absoluta perfección, monótona, cerrada al exterior… son adjetivos que definen totalmente a Fulano. No obstante, el propio Fulano reconoce que ama su vida, pero también da a entender, al principio de la novela que, al mismo tiempo, no está contento con ella, y lo demuestra describiendo con cierta apatía su casa (“aunque no todo vaya bien”, “los objetos que solías poseer ahora te poseen a ti”). Podemos interpretarlo como que Fulano quiere su actual vida, pero no está conforme con ella, quiere un cambio. La explosión de la casa de Fulano es clave, ya que va a reflejar ese cambio, el “ya basta” de la forma de vivir de Fulano, la insatisfacción y el vacío que siente de estar malgastando su vida. Este espacio va a sufrir, según avanza la trama, la influencia de otro espacio: el sótano del Club de la Lucha. En el capítulo veintisiete, la casa de Fulano se ha convertido en un espacio oscuro, con pavimento de hormigón, sin ningún tipo de mueble (algo que valoraba muchísimo Fulano); en este momento, la casa de Fulano ya no existe, ha desaparecido, y en su lugar nos encontramos con una prolongación (casi una réplica) del espacio del Club de la Lucha.
La oficina de trabajo de Fulano sigue siendo un espacio similar a su casa: sistemático, cuadriculado y frío, donde Jack tiene que obedecer las normas y seguir un control estricto de su jefe. Es un lugar donde Fulano se siente oprimido, no se siente liberado, pero no porque el edificio ejerza opresión sobre él, sino que es el propio Fulano quien proyecta opresión sobre el edificio. El propio “laberinto de cubículos” de los que se compone la oficina y que menciona Fulano es el núcleo de las proyecciones de opresión sobre el espacio. Físicamente se describe como un lugar hecho de cristal, que simboliza transparencia, es un edificio que no tiene nada que ocultar, como los personajes que se desenvuelven en él, entre ellos Fulano. En el capítulo doce, podemos observar cómo las proyecciones del Club de la Lucha se revelan en Fulano, que cuestiona a su jefe y se sobrepone a él, la oficina deja de imponerle respeto y condicionar su personalidad.
El aeropuerto también refleja la situación agobiante y monótona que supone el trabajo de Fulano en su vida. Esto se aprecia sobre todo en el capítulo tres: Fulano va cambiando de aeropuerto en aeropuerto, sin que se llegue a hacer una verdadera distinción física entre ellos o sin que llegue a describir su contexto, señal de que, aunque exista verdaderamente una diferencia entre los aeropuertos, Fulano no la reconoce, se refiere a ellos indefinidamente como “el aeropuerto de”; para él todos los aeropuertos son iguales, la única diferencia es el nombre. En este espacio real se define el espacio imaginario de la playa nudista donde Fulano conoce a Tyler. Es espacio imaginario porque el propio Jack nos cuenta que le suceden estos hechos cuando está dormido. En la película adaptación de la novela, el espacio imaginario de la playa se omite.
Los espacios referentes a Tyler son:
El sótano del club se define como un antro sucio, oscuro donde reina la violencia, reflejo de la nueva directriz que está tomando la vida de Fulano, es el espacio donde Fulano se siente distinto, se siente vivo y donde puede hacer lo que quiera. Es el sitio donde Fulano se transforma y deja de ser el Fulano ordenado de la oficina. El único atisbo de luz que hay en él procede de una débil lámpara de techo. Es un espacio que sólo existe un día de la semana durante cinco horas. Es el contrapunto de la oficina. Va a ser un espacio clave a la hora de comprender la transformación de la personalidad de Fulano: a diferencia de los otros espacios, como puede ser la casa de Fulano, donde el personaje proyecta los rasgos de su carácter sobre el espacio, en el sótano del Club sucede el efecto contrario. Los aspectos referentes al Club de la Lucha, espacio que se ha construido a partir de las proyecciones del carácter de Tyler, se van a proyectar sobre Fulano, que pasa de ser un hombre relegado a su jefe, a ser un hombre que cuestiona a su patrón, que se revela y comienza a sentirse vivo. Pero esto no sólo va a pasar con Fulano, sino con el resto de los miembros del Club. El espacio del Club de la Lucha es un símbolo de la autorrealización. A medida que transcurre la obra, podemos ver cómo el espacio del Club de la Lucha cobra vida propia, es un ente independiente, se extiende y crece hasta el punto de llegar a influir en otros espacios: es el responsable de que el espacio de los grupos de apoyo desaparezca. Los rasgos del Club de la Lucha también están presentes en otros espacios como el bar Planet Denny’s, Motel de Seattle o el autobús.
La casa de Tyler en Paper Street es un espacio sucio, oscuro, húmedo, peligroso reflejo de su propia personalidad. Consta de tres pisos y un sótano. Es un espacio cuyo contrapunto lo encontramos en la casa de Fulano. Es un espacio hermano del Club de la Lucha, y como él también adquiere vida propia (el propio Fulano dice que “es un ser vivo”), aunque no logra tanta independencia como el Club. A medida que transcurre la obra, las proyecciones de la casa influyen y modifican la personalidad, ya no sólo de Fulano, sino de todos los miembros del Proyecto Estragos. No obstante, a pesar de esto, Fulano logra escapar de la influencia de la casa de Tyler, tratando de evitarla, y se da cuenta de los efectos que tiene sobre la gente. Hay una figura muy simbólica con respecto a esta situación: se trata de la nevera. En casa de Fulano, adora su nevera y todo cuanto hay en ella; en casa de Tyler, tiene miedo de abrir la nevera y ver lo que ella contiene.
Espacios que pertenecen tanto al mundo de Fulano como al de Tyler:
La habitación del Hotel Regent donde Marla reside es también un lugar sucio, rodeado por un aura de muerte y sexo. Se sitúa en el piso más alto de un edificio de ocho plantas y en lo más fondo del pasillo. Es un espacio constituido por la personalidad de Marla, pero también se ven involucrados en él tanto Tyler como Fulano, y ambos proyectan sobre él sus características. Tyler proyecta todo lo referente al sexo y la violencia; y Fulano proyecta ternura, sólo que las proyecciones de Fulano, a diferencia de las de Tyler, no llegan a influir en el espacio.
El Hotel Pressman es un lugar elegante, del más alto standing. Es un espacio totalmente ajeno a Tyler y a Fulano, ninguno de los dos lo ha construido con sus proyecciones. Ambos personajes son extraños en ese espacio, llegan a influir en él pero nunca hasta el punto de modificarlo. En el capítulo catorce, podemos establecer un paralelismo entre los espacios de la oficina del Hotel Pressman y la oficina del sindicato de operadores de cine, y los personajes de Fulano y Tyler, respectivamente. Ambos espacios chocan con las proyecciones de Fulano y Tyler, quienes proyectan apatía, pasotismo y su pesimismo sobre la vida.
El coche Impala del 68 es un espacio reducido y de poca relevancia, reflejo de la situación en la que se encuentran Fulano y Tyler en ese momento: ambos se dan cuenta de lo miserables que son, de la poca importancia que tienen dentro de la sociedad. Junto a este espacio, aparece posteriormente un espacio hermano: el Corniche negro. Sobre el espacio del Impala se construirá el espacio del Corniche negro, donde Fulano y el mecánico del Club proyectan sobre éste el pesimismo que rodea sus vidas; de hecho, este pesimismo se va a definir tanto por el color del coche, el negro, color que posee unas poderosas connotaciones negativas, como por la situación nocturna.
El motel de Seattle donde Fulano se da cuenta de que Tyler es él mismo. Es uno de los espacios que existe gracias al Club de la Lucha. Se construye más sobre las proyecciones de Tyler que sobre las de Fulano, que proyecta desconcierto y confusión. Sobre este espacio se representa un espacio real como si fuera imaginario: el espacio donde Tyler y sus compañeros del Proyecto Estragos cometen un atentado contra el jefe de policía de Seattle, sabemos que es una situación que se desarrolló en un espacio real porque ocurrió de verdad, pero al no estar el espacio definido, tenemos que situarlo en un espacio imaginario ad libitum del lector.
El bar Planet Denny’s y el autobús donde amenazan a Fulano con cortarle los genitales son de escasa importancia, lo único reseñable es que ambos son una prolongación del Club de la Lucha.
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