Para entender lo que supone el montaje en la creación del
argumento en The prestige, tenemos
que hacer un esbozo de lo que los formalistas rusos decían acerca de él. Para estos
teóricos, el argumento es una organización clara de la historia de la película.
Se trata de una construcción abstracta diseñada para el film. Por lo tanto, el
argumento es un sistema de una serie de acontecimientos que se van hilvanando a
través de una relación causa-efecto. Este planteamiento tiene mucho que ver con
el Modo de Representación Institucional concebido por Noel Burch. Para los
formalistas, sólo existen 3 maneras de entender la estructura narrativa del
relato (el drama, la tragedia y la comedia), pero se pueden disfrazar mediante
el sistema de géneros.
Esta
concepción de la historia a partir de la causalidad nos lleva a pensar en la
linealidad del argumento; es decir, en la sucesión lineal de los
acontecimientos. No obstante, el planteamiento de Nolan en The prestige es totalmente diferente. Nolan, a través de los
recursos propios del montaje, propone un desorden del relato narrativo clásico,
desapareciendo toda linealidad argumental. Nolan dispone los elementos
narrativos en función del efecto emotivo que quiere provocar en el espectador:
el de cierta confusión e intriga, como el prestidigitador que hace desaparecer
un pájaro para después hacerlo reaparecer. En The prestige se hace gala de los recursos del montaje moderno: ya
no es un simple procedimiento mecánico, no es una mera unión de elementos
independientes, sino que se utiliza como un lápiz que reescribe la historia:
dilata el tiempo de la historia, nos oculta información en un momento
determinado de la historia, para después ofrecérnosla en momentos clave y sobre
todo en el clímax. La finalidad de esto es jugar con el espectador, adentrar al
espectador en el mundo de la magia y el engaño.
Por otro
lado, los formalistas hablan de la existencia de un vínculo entre el espectador
y el relato. El espectador es capaz de reconocer los códigos del relato, debido
a su herencia y su tradición. El espectador se hace preguntas que tienen que
ver con la lógica narrativa. Cuando nos enfrentamos a una película, nos gusta
adelantarnos a la historia, prever lo que sucederá. No hay nada que nos
satisfaga más que acertar en nuestras previsiones. Esto tiene que ver con la
estrategia dramática, el interés que
el argumento despierta en el espectador. La estrategia dramática se asienta
sobre una acción de principio a fin. Cuando hablamos de estrategias
emocionales, hablamos de subtramas. Sólo puede haber una trama sobre la que se
asienta una serie de acontecimientos. Si no existiera esta trama, la película
estaría al margen del discurso institucional. En el caso de The prestige, nos cuesta llegar a la
trama principal, está escondida, y lo que emerge son las subtramas. El
espectador encuentra el interés a través de las emociones de las subtramas. Por
otro lado, los personajes se transforman, cambian en el transcurso de la
película; están bien estructurados y mientras esto sea así, la trama no hace
falta; no obstante, si una película no tejiera subtramas sería demasiado
esquemática. La forma de presentar los personajes en The prestige también está muy relacionado con el montaje. La
pérdida es uno de los elementos clave en el cine de Nolan (recordemos la
pérdida de la memoria en Memento, la
pérdida del sueño en Insomnia o la
pérdida de Mal, la mujer de Cobb, en Origen).
La idea de Nolan ante la situación de estos personajes es: si los personajes ya
de por sí están desestructurados, ¿por qué no va a estarlo también la historia?
Me encanta Scarlett Johansson está divina, “El Truco Final” nos oferta una serie de actividades de extrema competición profesional con ánimo de venganza familiar y tono de misterio, por cierto me recuerda a ““El Hipnotizador”, la nueva serie de HBO, tiene temática similar. En fin, la película tiene una historia entretenida en primera instancia, con diálogos rimbombantes y conjeturas rebuscadas nuestro director ejecuta una obra en fragmentos estilo puzzle pero sin llegar a los extremos, con una cuidadosa fotografía, escenarios planeados con la delicadeza de un gran artífice, maquillaje certero y fidedigno, es obvio que toda la producción se esfuerza por sacar la obra a flote sin el desventajoso desinterés del arrebato, sino con la intención de delicadeza, suspense y tensión, para los amantes de la taquicardia cuya percepción inspecciona hasta al más mínimo detalle, el cual será crucial en la película. Las virtudes de la cinta son evidentes, el guión es una obra escapista/ilusionista con el simple propósito de engañar al espectador y hacerlo sentir diversas emociones; la dirección de actores es exquisita.
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