Texto en alemán (Ludwig Uhland, 1787-1862)
Der kühne Held Harald.
Sie zogen in des Mondes Schein
Durch einen wilden Wald.
Sie tragen manch erkämpfte Fahn,
Die hoch im Winde wallt,
Sie singen manches Siegeslied,
Das durch die Berge hallt.
Was rauschet, lauschet im Gebüsch?
Was wiegt sich auf dem Baum?
Was senket aus den Wolken sich
Was taucht aus Meeresschaum?
Was wirft mit Blumen um und um?
Was singt so wonniglich?
Was tanzet durch der Krieger Reihn,
Schwingt auf die Rosse sich?
Was kost so sanft und küßt so süß
Und hält so lind umfaßt?
Und nimmt das Schwert und zieht vom Roß
Und läßt nicht Ruh noch Rast?
Es ist der Elfen leichte Schar;
Hier hilft kein Widerstand.
Schon sind die Krieger all dahin,
Sind all im Feenland.
Nur er, der Beste, blieb zurück,
Der kühne Held Harald.
Er ist vom Wirbel bis zur Sohl
In harten Stahl geschnallt.
All seine Krieger sind entrückt,
Da liegen Schwert und Schild,
Die Rosse, ledig ihrer Herrn,
Sie gehn im Walde wild.
In großer Trauer ritt von dann
Der stolze Held Harald,
Er ritt allein im Mondenschein
Wohl durch den weiten Wald.
Vom Felsen rauscht es frisch und klar,
Er springt vom Rosse schnell,
Er schnallt vom Haupte sich den Helm
Und trinkt vom kühlen Quell.
Doch wie er kaum den Durst gestillt,
Versagt ihm Arm und Bein;
Er muß sich setzen auf den Fels,
Er nickt und schlummert ein.
Er schlummert auf demselben Stein
Schon manche hundert Jahr,
Das Haupt gesenket auf die Brust,
Mit grauem Bart und Haar.
Wann Blitze zucken, Donner rollt,
Wann Sturm erbraust im Wald,
Dann greift er träumend nach dem Schwert,
Der alte Held Harald.
Traducción
A la cabeza de su ejército cabalgaba
el valiente Harald.
Caminaban bajo la luz de la luna
a través de un indómito bosque.
Portaban muchas banderas conquistadas
que ondeaban al viento
y cantaban otras tantas canciones de victoria
que resonaban en las montañas.
¿Qué es ese ruido que asoma por entre los arbustos?
¿Qué se balancea entre los árboles?
¿Qué se abalanza desde las nubes
y emerge de la espuma del río?
¿Qué es eso que arroja flores aquí y allá?
¿Qué es eso que canta tan deliciosamente?
¿Qué es eso que baila entre las filas de los soldados
y se monta sobre sus caballos?
¿Qué balbucea tan liviano y besa tan dulce
y da abrazos con tanta ternura,
y toma el acero y se aleja del caballo
y no se queda quieto ni cesa ni descansa?
Es la veloz cohorte de sílfides.
Imposible resistir.
Todos los guerreros han desaparecido,
Están todos en el país de las hadas.
Solo él, el mejor, se quedó atrás,
el valiente Harald,
sujeto de pies a cabeza
con un acero impenetrable.
Le han arrebatado todos sus guerreros:
allí yacen sus espadas y escudos.
Los caballos, libres de sus amos,
vagan por el indómito bosque.
Así que en gran aflicción se fue
el orgulloso y valiente Harald.
Cabalgaba solo bajo la luz de la luna
a través del vasto bosque.
Un sonido fresco y claro se propaga desde la roca
y rápidamente lo hace saltar de su caballo.
Libera su cabeza de su casco
y bebe del manantial.
Pero, apenas saciada su sed,
siente que le fallan sus brazos y piernas.
Debe sentarse en la roca;
su cabeza cae y se queda dormido.
Duerme sobre la misma piedra
desde hace muchos siglos,
con la cabeza inclinada sobre su pecho,
adornado con barba y cabello gris.
Cuando el relámpago destella, cuando el trueno resuena,
cuando la tormenta ruge en el bosque,
entonces en su sueño agarra su espada,
el viejo y valiente Harald.
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