6 La focalización
cinematográfica
La ocularización y la auricularización afectan
respectivamente a la band de la imagen y a la banda sonora. La focalización
concebida como foco cognitivo adoptado por el relato no puede deducirse pura y
simplemente de una o de otra, en la medida en que lo visto no puede asimilarse a lo sabido. Esto se debe
a varias razones:
A) El valor cognitivo de la ocularización puede
depender de las acciones puestas en escena y del decorado. Para atribuir un
valor cognitivo a una ocularización hay que tener en cuenta las informaciones
narrativas representadas, así como las acciones puestas en escena, examinando
su pertinencia en cuanto a la compresión de la historia.
B) El valor cognitivo de la ocularización puede
depender de la voz en off. Generalmente, cuando oímos la voz de un narrador
explícito, el punto de vista verbal es el que permite fijar las imágenes en tal
o cual personaje. Ya se trate de una ocularización interna primaria o
auricularización cero, las correspondencias entre lo visto o lo dicho son las
que nos aclaran que el que habla es también el que vemos en pantalla o aquel
mediante el que percibimos visualmente la realidad.
6.1 Focalización
interna
Existe focalización interna cuando el relato está
restringido a lo que pueda saber el personaje. Ello supone que éste esté
presente en todas las secuencias, o que diga cómo le han llegado las
informaciones sobre lo que no ha vivido él mismo.
Esta limitación de los acontecimientos al saber de un
personaje no implica que compartamos siempre su mirada. En la mayoría de los
casos, si la película utiliza una ocularización interna primaria, hay, al
menos, una cosa que nosotros desconocemos y que el personaje supuestamente
conoce: su apariencia física, así como su identidad.
Generalmente, cuando una voz en off va comentando la acción
la focalización interna está asociada a una ocularización cero retransmitida
por ocularizaciones internas secundarias. De modo que lo importante para la
compresión del espectador no es tanto la perfecta correspondencia entre lo que
ha visto un personaje y lo que sabe, como la coherencia global del montaje.
6.2 Focalización
externa
En Literatura, a veces definimos la focalización externa
como el hecho de que los acontecimientos se describen desde el exterior sin que
penetremos en la cabeza de los personajes. Si este criterio fuera suficiente
significaría que toda la película, desde el momento en que no estuviera en
ocularización interna primaria, no podría estar más que en focalización
externa.
Ahora bien, hay que señalar que incluso sin la ayuda de voz
en off, el espectador puede muy bien compartir los sentimientos de un personaje
o saber lo que siente mediante la única codificación de la interpretación del
actor, su gesticulación, etc. La exterioridad, para ser pertinente desde el
punto de vista de la distribución de las informaciones narrativas, debe
conllevar una restricción de nuestro saber en relación al del personaje que
acabe produciendo efectos narrativos.
6.3 Focalización
espectatorial
En lugar de privarnos de ciertas informaciones, el narrador
puede dar una ventaja cognitiva al espectador por encima de los personajes.
Este procedimiento se encontraba ya abundantemente en el relato escénico: bien
sea gracias a la puesta en escena o al decorado, que proporcionan al espectador
la posibilidad de seguir dos acciones a la vez, bien gracias a la conversación
del aparte, que manifestaba los sentimientos de un personaje a espaldas de
otros.
Hay que insistir sobre el siguiente punto: La focalización
no se deduce de lo que el narrador (explícito o no) debe supuestamente conocer,
sino de la posición que adopta en relación con el protagonista cuya historia
relata. Si los acontecimientos han concluido, se supone que el narrador en voz
en over sabe todo aquello que va a relatar.
No obstante, tres actitudes son posibles: o nos desvela lo que ha vivido como
lo ha vivido en tanto que personaje, es decir, por orden, sin prolepsis, etc.,
o anticipa lo que va a seguir y se aprovecha del saber adquirido después de
experimentar el acontecimiento que está a punto de vivir como personaje
visualizado o, y es más raro, confiesa su ignorancia de tal o cual momento que
ha vivido.
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