Regímenes y prácticas de
la representación
Las
películas presentan un universo propio al que hemos llamado un “mundo posible”.
Sin embargo, este mundo posible no está exento de relaciones con el “mundo
real”, no sólo porque a menudo se construye a través de fragmentos de la vida
concreta, sino también porque puede continuar haciendo referencia a esa vida
concreta, presentando su propio universo como más cercano o más lejano de la
realidad.
En
ese sentido hay tres grandes formas de representación en cine:
1)
En lo que se refiere a la analogía absoluta, se opera al abrigo de la realidad. Desde este
punto de vista, la realidad no debe asumirse o presentarse a placer, sino que
debe ser profundamente respetada, aunque se sujete a las exigencias
organizativas de la representación.
2)
Por otro lado tenemos la analogía negada. Ésta
opera desde una cierta distancia a la realidad, no sólo omitiendo, sino incluso
evitando cualquier tipo de relación con ella.
3)
Por
último está la analogía construida. Está a medio camino entre las otras dos.
Aquí, de hecho, si actúa con una cierta distancia respecto de la realidad es
sólo para volver finalmente a ella. La falsificación de las apariencias puestas
en escena, su composición creativa en el interior del cuadro, etc., son
instrumentos utilizados para construir un sentido de la realidad y para dar
lugar a otra realidad, menos prolija y visualmente más eficaz e interesante del
mundo habitual.
En
relación con las tres analogías podemos distinguir:
-
El montaje rey o montaje soberano. Está en
sintonía con el régimen de analogía negada del que deriva. Rehúye desde el
principio cualquier tipo de nexo con la realidad y la conexión fluida de los
fragmentos, para convertir la ruptura de la homogeneidad y la constitución de
una dimensión connotativa en sus propias finalidades primarias.
-
El découpage. Está relacionado con el régimen de
analogía construida, aun siendo una práctica selectiva y manipuladora, está
destinado a la construcción de un universo verosímil completamente funcional
con respecto a la ficción, en el que la fluidez de los raccords reconstituye un espacio y un tiempo para organizar una
nueva realidad, tan verosímil como la original, pero más fácil e interesante de
narrar.
El análisis de la
narración
-
Los componentes de la narración
La
narración hace referencia en una palabra tanto a la historia como al relato.
La narración es, de
hecho, una concatenación de situaciones, en la que tienen lugar acontecimientos
y en la que operan personajes situados en ambientes específicos. Podemos distinguir tres
elementos esenciales de la narración:
1)
Sucede
algo: ocurren acontecimientos.
2)
Le sucede a alguien o alguien hace que
suceda: los acontecimientos se refieren a personajes, los cuales se sitúan
en un ambiente que los acompaña o de alguna manera los completa.
3)
El suceso
cambia poco a poco la situación: En el sucederse de los acontecimientos y de
las acciones se registra una transformación, la cual se manifiesta como serie
de rupturas con respecto a un estado precedente, o bien como reintegración,
siempre evolutiva, de un pasado renovado.
Estos
tres ejes o factores estructurales identifican otras tantas categorías de
fondo: los existentes, los acontecimientos y las transformaciones.
1)
Los
existentes.
A) Criterios de distinción entre personajes y
ambientes.
La
categoría de los existentes comprende todo aquello que se da y presenta en el
interior de la historia: seres humanos, animales, etc. Se articula a su vez en
dos subcategorías, la de los personajes y la de los ambientes. Puede parecer
fácil distinguir estos dos ámbitos, pero a veces pueden aparecer dudas. Para
diferenciarlos podemos utilizar varios criterios:
·
El criterio anagráfico. Descubre la
existencia de un nombre, de una identidad claramente definida. Esto, de hecho,
es lo que distingue principalmente al personaje del ambiente que lo rodea. El
protagonista tiene nombre propio, mientras que el ambiente que lo rodea es
anónimo.
·El criterio de relevancia. Se refiere
al peso que el elemento asume en la narración, vale decir que a la cantidad de
historia que reposa sobre sus espaldas, cuanto mayor sea ese peso, tanto más
actuará el existente como “personaje” antes que como “ambiente”.
·El criterio de la focalización.
Finalmente, se refiere a la atención que se reserva a los distintos elementos
del proceso narrativo. En este sentido, un personaje es tal porque a él se
dedican espacios en primer plano, mucho más a menudo de cuanto se hace con los
elementos del ambiente. Otro ejemplo es que los indios de La diligencia, aun siendo casi siempre anónimos pueden considerarse
como “personaje” debido al gran peso que ejercen en la trama.
-
El
ambiente
El ambiente se define mediante el conjunto de
todos los elementos que pueblan la trama y que actúan como su trasfondo. En
oras palabras, es lo que diseña y llena la escena, más allá de la presencia
identificada y focalizada de los personajes.
El ambiente remite a dos cosas. Por un lado el
entorno en el que actúan los personajes, al decorado en el que se mueven, etc.,
y por otro a la situación en la que operan, a las coordenadas
espacio-temporales que caracterizan su presencia. De ahí las dos funciones del
ambiente, por un lado “amueblan” la escena y por otro la “sitúan”.
A)
El personaje como persona
Las tramas narradas son siempre, en el fondo,
“tramas de alguien”, acciones y acontecimientos relativos a quien, etc.
Determinar en que consiste y qué es lo que en definitiva caracteriza a un
“personaje”, más allá de sus puntos de fricción con el ambiente, resulta
bastante difícil. Sin embargo, podemos recurrir a tres perspectivas posibles
con los que afrontar el análisis de estos componentes narrativos. Consideramos
al personaje ante todo, como persona,
luego como rol y finalmente como actante.
Analizar al personaje en cuanto a persona, significa asumirlo como un
individuo dotado de un perfil intelectual, emotivo y actitudinal, así como una
gama propia de comportamientos, reacciones, gestos, etc. Lo que importa es
convertir al personaje en algo tendencialmente real. Según esta óptica podemos
diferenciar distinciones como éstas:
-
Personaje plano y personaje redondo. Simple y
unidimensional el primero; complejo y variado el segundo.
-
Personaje lineal y personaje contrastado:
uniforme y bien calibrado el primero; inestable y contradictorio el segundo.
-
Personaje estático y personaje dinámico: estable
y constante el primero; en constante evolución el segundo.
B)
El personaje como rol
Es
una manera de abordar al personaje centrándose en el tipo qua encarna.
Algunos
de los grandes rasgos que pueden caracterizar estos roles son:
-
Personaje
activo y personaje pasivo. El primero es un personaje que se sitúa como
fuente directa de la acción, y que opera, por así decirlo, en primera persona.
El segundo es un personaje objeto de las iniciativas de otros, y que se
presenta más como terminal de la acción que como fuente.
-
Personaje
influenciador y personaje autónomo. En el interior de los distintos
personajes activos los hay que se dedican a provocar acciones sucesivas, y
otros que operan directamente, sin causas y mediaciones. El primero es un
personaje que “hace hacer” a los demás, y el segundo es un personaje que “hace”
directamente.
-
Personaje
modificador y personaje conservador. Los que operan activamente en la
narración pueden actuar como motores o como punto de resistencia. En el primer
caso tendremos un personaje que trabaja para cambiar las situaciones, en
sentido positivo o negativo (según los casos). En el segundo caso tenemos un
personaje cuya función será la conservación del equilibrio de las situaciones o
la restauración del orden amenazado.
C)
El personaje como actante
Aquí, el personaje ya no se considera como una
persona tendencialmente real, ni como un rol típico, sino como un actante, es
decir, un elemento válido por el lugar que ocupa en la narración y la
contribución que realiza para que éste avance. Un actante es por un lado una
“posición” en el diseño global del producto, y por otro un “operador” que lleva
a cabo ciertas dinámicas.
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