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Los
existentes de la historia: el personaje
Los personajes no son más
que gente apresada de algún modo entre las tapas de los libros, las películas o
los actores encima de un escenario.
· Las concepciones
formalistas y estructuralistas del personaje.
Las ideas de los formalistas
y algunos estructuralistas es que los personajes son productos de las tramas y
que su estatus es “funcional”, que son en suma participantes o actants y no personnages, que es erróneo considerarlo como seres reales. La
teoría narrativa, dicen, debe evitar las esencias psicológicas, los aspectos
del personaje sólo deben ser funcionales. Sólo quieren analizar lo que los
personajes hacen en una historia, no lo que son.
Para Vladimir Propp, los
personajes son simplemente productos de lo que tengan que hacer en un
determinado cuento de hadas ruso.
Los requisitos de
Tomashevsky eran los de folklorista comparativo, pero para él el personaje
también era secundario a la trama. El personaje juega el papel de hilo conector
ayudándonos a orientarnos entre el montón de detalles, un medio auxiliar para
clasificar y ordenar motivos concretos, etc.
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Todorov
y Barthes sobre el personaje
Otros estructuralistas
interesados en narraciones más complejas han llegado a reconocer la necesidad
de una noción del personaje más abierta y afuncional.
En sus estudios de Las mil y una noches, Simbad el marino, etc., Todorov defiende
la actitud de Propp respecto al personaje, pero al mismo tiempo distingue dos
categorías amplias, las narraciones centradas en la trama o apsicológicas y las
centradas en el personaje o psicológicas.
Una tendencia en la
literatura en la que las acciones no están ahí para “ilustrar” al personaje
sino que, por el contrario, los personajes están subordinados a la acción. Para
las narraciones psicológicas, las acciones son expresiones o incluso síntomas
de la personalidad y por tanto transitivas; para las narraciones apsicológicas
existen por derecho propio, como fuentes independientes de interés y por lo
tanto intransitivas.
Además Todorov descubre que
cuando se cita un rasgo en una narración apsicológica, su consecuencia debe ir
inmediatamente después. El rasgo anecdótico siempre es provocador de acciones,
no puede haber motivos o anhelos que no empujen a actuar. Los personajes no
pueden elegir y realmente se convierten en meras funciones automáticas de la
trama.
Roland Barthes también ha
cambiado de una opinión del personaje funcional y estrecha a tener algo
parecido a una visión psicológica. Su introducción al famosos número 1966 de Communications mantenía que la noción de
personaje es secundaria, totalmente subordinada a la noción de la trama.
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¿
Son los personajes construcciones abiertas o cerradas?
Otra limitación dek
personaje se deriva de la confusión entre la historia y la manifestación verbal
del discurso. La implicación y la interferencia pertenecen a la interpretación
del personaje y también a la de la trama, el tema y otros elementos narrativos.
Cabe destacar las observaciones de O. B. Hardison en relación a este tema:
Una teoría del personaje
viable debería conservarse abierta
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Hacia una teoría
abierta del personaje
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Una teoría viable del personaje debería conservarse
abierta y tratar a los personajes como seres autónomos y no como simples
funciones de la trama. Debería mantener que el personaje es reconstruido por el
público gracias a la evidencia declarada o implícita en una construcción
original y comunicada por el discurso a través del medio que sea.
El Dictionary of
Philosophy nos da esta definición de personaje:
“La totalidad de los rasgos mentales que caracterizan una
personalidad individual y yo. Ver Yo”. Perdonándole al autor la repetición de
la palabra a definir en la definición y buscando “yo” encontramos la
siguiente definición:
“La cualidad de unicidad y persistencia a través de los
cambios…, en virtud de la cual cualquier persona se llama a así mismo yo y que
conduce a la distinción entre los yo, como se indica en palabras tales como yo
mismo, tú mismo, etc. Los términos que necesitan un examen en particular son:
Totalidad, rasgos mentales y unicidad…, que conducen a la distinción del yo.
Totalidad:
Surgen
dos cuestiones: 1) ¿cuál es la naturaleza de esa totalidad? ¿ Puede conseguirse
en la narrativa?. Evidentemente no. La totalidad es una construcción teórica,
un límite que nunca se va a alcanzar, un horizonte hacia el que viajamos, es de
esperar que con una madurez intelectual y emocional cada vez mayor.
2)
¿Está la totalidad organizada de alguna manera? ¿ Es un conjunto teleológico o
simplemente una aglomeración? Esta cuestión necesita un estudio completo; de
momento, una teoría abierta debería presentar ambos casos.
Rasgos:
¿Está limitada la personalidad a rasgos mentales? Apartándonos de la Filosofía , vemos que los
psicólogos en general no se limitan al
término, no parece que haya una razón especial para que la hagamos nosotros con
respecto de los personajes ficticios. La definición más útil de qué es un rasgo
es (según Guilford):
“Cualquier manera distinguible y relativamente duradera
en la que un individuo se diferencia de otro”.
La distinción para “rasgo” y “hábito” es muy útil para la
teoría de la narrativa, así como la caracterización del rasgo como un gran
sistema de hábitos interdependientes.
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El personaje: un
paradigma de rasgos
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El autor aboga por una concepción del personaje como un
paradigma de rasgos, “rasgo” en el sentido de cualidad personal relativamente
estable o duradera.
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Tipos de personaje
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Si un personaje es plano, éste está dotado de un solo
rasgo, o muy pocos. En segundo lugar, como sólo hay un único rasgo o uno que
domina claramente a los otros, La
conducta del personaje plano es totalmente previsible. Por el contrario los
personajes esféricos poseen gran variedad de rasgos, algunos de ellos
contrapuestos o incluso contradictorios.
En el vocabulario estructuralista podríamos decir que el
paradigma del personaje plano es dirigido o teleológico, mientras que el del
personaje esférico es de aglomeración.
Si un personaje es abierto, nuestra especulación, por
supuesto, no se limita a rasgos, sino también a posibles acciones futuras.
- A.C. Bradley y el análisis del personaje
Barthes describe la incierta búsqueda de rasgos,
provocadoramente, como un “patinazo metonímico”.
Al intentar descubrir rasgos (semas) a menudo nos
encontramos no con nombres sino con complejos sinonímicos cuyo núcleo común
percibimos aun cuando el discurso nos lleva hacia otras posibilidades hacia
otros significados relacionados.
El motivo del patinazo es la búsqueda de la clave de
personaje, la exacta combinación de nombres- rasgo que lo resumen.
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