miércoles, 13 de diciembre de 2017

"Historia y discurso" de Chatman. Parte 1


Narrativa y poética

La teoría literaria es el estudio de la naturaleza de la literatura. La teoría estructuralista sostiene que cada narración tiene dos partes: una historia, el contenido o cadena de sucesos (acciones, acontecimientos, etc.), más lo que podríamos llamar los existentes (personajes, detalles del escenario, etc.), y un discurso, es decir, la expresión, los medios a través de los cuales se comunica el contenido. Dicho de otra manera, la historia es el qué de una narración que se relata, el discurso es el cómo. Tenemos el diagrama:

                                                                                 Acciones

                                                            Sucesos       acontecimientos

Texto narrativo                Historia                    

                                                            Existentes         personajes

                                  Discurso                                       escenario

Este tipo de texto ha sido reconocido desde la poética. Para Aristóteles, la imitación de acciones en el mundo real, praxis, formaba un argumento, logos, del cual se seleccionaban las unidades que formaban la trama, mythos.

Los formalistas rusos también hicieron esa distinción, pero usaron sólo dos términos: la fábula o historia básica (suma total de sucesos que van a ser relatados en la narración. Y a la inversa, la trama, la historia real tal y como es contada enlazando los sucesos. Para los formalistas la fábula es la serie de sucesos ligados que se nos comunican a lo largo de la obra. La trama es la manera en que el lector se entera de lo que sucedió. Esto es, básicamente, el orden de aparición de los sucesos en la obra misma.

La capacidad de transposición de las historias es la razón más poderosa para afirmar que las narraciones son realmente estructuras independientes de cualquier medio. Para definir el concepto de estructura tenemos que hablar de tres conceptos clave: integridad, transformación y autorregulación. Cualquier grupo de objetos que no tengan estas propiedades características es simplemente una agrupación, no una estructura.

 Una narración es un conjunto porque está constituido de elementos que son distintos de lo que lo constituyen. Los sucesos en la narración tienden a estar relacionados o ser causa unos de otros. Por otra parte, los sucesos de una narración verdadera, aparecen en escena ya ordenados. Segundo, las narraciones implican tanto una transformación como una autorregulación. Autorregulación significa que la estructura se mantiene y se cierra en sí misma.

-       ¿Es la narración una estructura semiótica?



La lingüística y la semiótica, la ciencia general de los signos, nos enseñan que una simple distinción entre expresión y contenido no bastan para captar todos los elementos de la situación comunicativa. Esta distinción está atravesada por otra que hay entre la sustancia y la forma.

En las lenguas, la sustancia de la expresión es la naturaleza material de los elementos lingüísticos, por ejemplo, los sonidos concretos hechos por voces, o los signos de un papel.



Si la estructura narrativa es realmente semiótica, es decir, comunica significados de por sí, además del contenido parafraseable de la historia, entonces podría explicarse en función de la ordenación cuatripartita vista más arriba. Debería incluir

1)     Una forma y una sustancia de la expresión

2)     Una forma y una sustancia del contenido

La historia es el contenido de la expresión narrativa, mientras que el discurso es la forma de esa expresión. Hay que distinguir entre el discurso y su manifestación material: en palabras, dibujos, etc. Esta última es claramente la sustancia de la expresión narrativa, aún cuando la manifestación sea de manera independiente un código semiótico.

Una narración es una comunicación y, por tanto, presupone dos partes, un emisor y un receptor. Cada parte implica tres personajes diferentes. Del lado del emisor tenemos el autor real, el autor implícito y el narrador (si lo hay). Del lado del receptor tenemos el público real (el oyente, el lector, espectador, etc.), el público implícito y el narratario.

La modalidad de sentido en que funciona la narración puede ser visual o auditiva, o ambas. En la categoría visual están las narraciones no verbales (pintura, escultura, ballet), además de los textos escritos. En la categoría auditiva están los cantos de los bardos, las narraciones musicales, obras de teatro radiofónicas, etc. Sin embargo, existe una salvedad y es que todos los textos (aunque no lo estén siendo) pueden ser representados oralmente en cualquier momento.

Ya se tenga experiencia de la narración a través de una representación o de un texto, los miembros del público tienen que responder con una interpretación: no pueden evitar el participar en la transacción.

Esquema de la estructura narrativa                   

El discurso narrativo consta de una secuencia conectada de enunciados narrativos, en donde el enunciado es muy independiente del medio expresivo concreto. En la narración, lo que se comunica es la historia y se hace a través del discurso, el elemento de expresión formal. Se dice que el discurso enuncia la historia y estos enunciados son de dos tipos: proceso e inacción, dependiendo de si alguien hizo algo o algo sucedió.

 Los enunciados de proceso están en la modalidad de HACER o SUCEDER como categorías de la expresión más abstractas. Los enunciados de inacción están en la modalidad del ES. Un texto que consistiera solo en enunciados de inacción, es decir, declarase sólo la existencia de una serie de cosas, tan sólo podría implicar una narración.

 La diferencia entre la narración, la relación de un suceso y la representación, su presentación no mimetizada corresponde a la clásica distinción entre diegésis y mimesis (en términos de Platón), o actualmente entre contar y mostrar. El dialogo es la representación de tipo superior.

Lectura y lectura profunda

La” lectura profunda” es una lectura de varios niveles mientras que la “lectura” consta únicamente de un nivel. Podemos definir la lectura profunda como “  la decodificación de las estructuras narrativas superficiales a las profundas”. La traducción narrativa de un medio a otro es posible porque se puede interpretar aproximadamente el mismo conjunto de existentes y sucesos.

Historia: sucesos

De los sucesos de una historia se ha dicho tradicionalmente que constituyen una ordenación llamada “trama”. Aristóteles definió la trama (mythos) como “”la disposición de los incidentes”. La teoría narrativa estructuralista mantiene que esta disposición es precisamente la operación que realiza el discurso. Los sucesos de una historia son transformados en una trama por el discurso, el modo de su presentación. El discurso puede manifestarse en varios medios, pero tiene una estructura interna cualitativamente diferente de cualquiera de sus posibles manifestaciones. Su orden de presentación no tiene que ser el mismo que el de la lógica natural de la historia. Su función es dar énfasis o quitárselo a ciertos sucesos de la historia, interpretar algunos u dejar que se deduzcan otros.

Los sucesos son acciones (actos) o bien acontecimientos. Ambos son cambios de estado. Una acción es un cambio de estado causado por un agente o alguien que afecta a un paciente. Si la acción es significativa para la trama, el agente o paciente se llama personaje. Por tanto, el personaje es el sujeto narrativo, aunque no necesariamente gramatical, del predicado narrativo. Los tipos principales de acciones que puede realizar un personaje u otro existente son actos físicos no verbales (Juan corrió por la calle abajo).

Un acontecimiento supone un predicado cuyo objeto narrativo es el personaje u otro existente en el que se haya centrado. Por ejemplo: la tormenta dejó a Pedro a la deriva. Pedro es el sujeto de una serie de acciones en el nivel de la superficie o manifestación. En el nivel más profundo de la historia es el objeto narrativo, el afectado y no el que efectúa.

Secuencia, contingencia y causalidad

Desde Aristóteles se ha mantenido que los sucesos en las narraciones son radicalmente correlativos, encadenantes y vinculantes. Su secuencia no es simplemente lineal sino también es causativa. Esta causalidad puede estar representada, es decir, ser explícita, o no estar representada, ser implícito. En el ejemplo “el rey murió y luego la reina murió” es solamente una historia y en “el rey se murió y luego la reina se murió  de pena” es una “trama” porque añade causalidad. Pero lo interesante es que nuestras mentes están acostumbradas a buscar una estructura y, si es necesario, la proporcionan.

Aristóteles y los teóricos aristotélicos explican la causalidad según el modo de probabilidad, Paul Goodman, por ejemplo: a la relación del poder ser después de las partes ya representadas y conducentes a otras partes los llamamos “probabilidad”. La discusión de Aristóteles sobre los términos “principio”, “mitad” y “final” se refiere a la narración, a los sucesos de la historia tal y como están imitados, y no a las acciones reales mismas, simplemente porque tales términos no significan anda en el mundo real. Ningún final en la realidad es definitivo en la manera en que lo es el Fin de una novela o película. Ni siquiera la muerte es un final, biológicamente, históricamente o en cualquier sentido que se le dé a la palabra. Los autores modernos rechazan o modifican la noción de causalidad estricta. Jean Pouillon ha propuesto el término “contingencia”, que ciertamente puede incluir casos modernos extremos. No en el sentido de incertidumbre o casualidad, sino más bien en el sentido filosófico más estricto de que depende para su existencia, ocurrencia, carácter, etc. La idea de contingencia tiene el atractivo de ser amplia, porque puede acomodar nuevos principios organizativos como la repetición descriptiva acumulativa de Robbe- Grillet.

Pero puedo o no un solo término como “contingencia” captar el principio de organización de cualquier tipo de narración, la tepría debe tener en cuenta nuestra fuerte tendencia a unir los sucesos más diversos. El experimento narrativo en el que el lector elabora su propia historia a partir de una caja llena de hojas impresas sueltas depende de la disposición de nuestras mentes para conectar cosas.

Una narración sin trama es imposible. No se trata de que no haya trama, sino de que la trama no sea un complejo enigma. En la narración de resolución tradicional hay una sensación de que se resuelve un problema, de que las cosas se solucionan de alguna manera, de que hay una especie de tecnología emocional o razonada. Roland Barthes usa el término “hermenéutica” para describir esta función. Las tramas reveladoras suelen estar muy centradas en los personajes, preocupadas de mostrar todos los detalles de los existentes, etc.

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