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jueves, 16 de junio de 2016

Sobre "El Holandés errante" de Wagner

De las tres óperas románticas que Wagner compuso antes de embarcarse en la aventura de la tetralogía del anillo es El holandés errante, más que Lohengrin o Tannhäuser, la que más puntos en común tiene con la tetralogía. Lo que El holandés errante tiene en común con El anillo de los Nibelungos es el sentido predominante del Weltschmerz, un estado que se convirtió en habitual en la Alemania de 1830 y 1840.

Ese sentido pesimista, de insatisfacción, de cansancio por la vida, encontró su principal expresión literaria en la revisión del mito de Asuero. Asuero, el judío errante, fue condenado a vagar a lo largo de los siglos sin encontrar nunca el descanso de la muerte y el olvido. Acabó convirtiéndose en la personificación de la peor pesadilla imaginable por aquellos que padecían el Weltschmerz.

Varios escritores alemanes de la época, incluidos Nikolaus Lenau, Levin Schücking y Karl Gutzkow utilizaron el mito de Asuero en sus obras y es en esta época también, donde debemos encuadrar la leyenda del Holandés errante. La leyenda parece haber surgido en el siglo XVIII, cuando las disputas comerciales entre británicos y holandeses hicieron proliferar historias macabras entre los marineros que fueron transmitidas por tradición oral a lo largo de las generaciones.

Las fuentes literarias
No es hasta principios del siglo XIX cuando la leyenda del Holandés errante toma forma literaria, tanto en el ámbito inglés como alemán. Existe una alusión a un barco fantasma llamado el Holandés errante en un poema escrito por Thomas Moore (1779-1852). Rokeby, el poema pirata escrito por Sir Walter Scott, relata "una vieja y bien conocida superstición sobre un bajel fantasma, llamado por los marineros el Holandés errante, y que se supone que se puede ver cerca del cabo de Buena Esperanza. Se distinguía de los bajeles normales en que, mientras estos tenían que arriar las velas en momentos de temporal, el Holandés las tenía desplegadas." La leyenda aparece también en fuentes alemanas contemporáneas, como en Der ewige Segler (El eterno marinero) de 1812 de H. Schmidt; Das Geisterschiff (El barco fantasma) de 1832 de Joseph Christian Freiherr von Zedlitz; y algunos cuentos populares de Wilhelm Hauff.

Sin embargo, fue la versión de Heinrich Heine la que Wagner utilizó como su principal fuente de inspiración. Heine publicó una breve versión de la leyenda en su Reisebilder de 1826, seguida por una versión más elaborada en francés (Tableaux de voyages de 1833), que fue publicada en alemán al año siguiente en Aus dem Memorien des Herren von Schnabelewopski. Como en la versión de Wagner, la historia de Heine narra cómo el capitán marino maldito es condenado a vagar los mares hasta el día del Juicio Final mientras no encuentre una mujer que le exprese devoción. Pero el ideal de Wagner (el de que el amor de una mujer fiel puede redimir a un hombre que sufre) entra en contradicción con el de Heine.

Es poco probable que Heine le deba algo a la obra The Flying Dutchman de Edward Fitzball o The Phantom Ship, como algunas veces se ha dicho. La obra de teatro de Fitzball es una obra sin importancia, tal y como se puede ver en el prefacio del impresor en la que felicita al autor por una pieza en la que "regocijo y tonterías (asesinato y alegría), fuego y diversión están tan felizmente mezcladas". Es poco probable que tanto la execrable poesía barata de Fitzball como el casposo tratamiento que hace del cuento marino, que culmina con la bandera británica ondulando y con gritos de "Huzza", llegaran a inspirar a Heine. Es más, la obra de teatro terminó una semana antes de que Heine llegara a Inglaterra en 1827 y no se publicaría hasta pasados los dos años.


La ambientación y su significado para Wagner
Todo esto difiere mucho en el tratamiento oscuro y descorazonador de Wagner. No era muy de su estilo la ironía desenfadada de Heine o la casposidad de Fitzball. Al usar el cuento para reflejar el carácter del Weltschmerz contemporáneo, Wagner estaba expresando al mismo tiempo y de alguna forma la más profunda ansiedad y las emociones de la condición humana.

Para todos los escritores de tendencia al Weltschmerz, el judío errante, condenado a vagar como un nómada a través de la historia, es un símbolo de la nostalgia por el hogar, la búsqueda de un refugiado entre los tormentos de la vida. Para Wagner, que estaba horrorizado por los estragos del mundo tecnológico moderno, esto se había convertido en una imagen potente. No debemos ver en ello un reflejo de su miserable etapa en París (1839 - 42, los años de gestación de El Holandés errante), sino
una representación de las penurias del artista en general. Así, el eterno y solitario trotamundos de Asuero/ el Holandés representa por una parte el fútil intento del artista de acercarse a la realidad moderna. Su incapacidad para interrelacionarse con la sociedad le condenó al aislamiento. El Holandés solo consigue salvarse por la determinación heroica de Senta de unirse a su aislamiento.

Lo que atraía a Wagner de esto era la posibilidad de redención del errante torturado, una redención conseguida gracias al amor desinteresado de una mujer. De hecho, Wagner se sintió profundamente identificado con la historia. En su viaje de Riga a Londres abordo del Thetis entre julio y agosto de 1839 describe cómo se imaginaba el eco de los gritos de la tripulación en los fiordos noruegos y que contribuyeron a formar la idea de la ópera:

"El ritmo afilado de esta llamada presagia un augurio consolador y en seguida toma forma la canción de los marineros noruegos de mi Holandés errante. Ya en esa época rondaba en mi cabeza la idea de esta ópera y ahora, bajo las impresiones que he experimentado, adquieren un color musical y poético distinto."

De hecho, la ópera no estaba ambientada en un principio en Noruega, sino en Escocia. Erik y Daland se llamaban Georg y Donald (o "el Escocés") y Senta era Anna (y no Minna como a veces se ha dicho). El cambio de ambientación, efectuado tan solo pocas semanas antes del estreno de la ópera, cuando estaba ensayándose, estaba motivado, sin lugar a dudas, por un deseo de realzar el contenido autobiográfico. Pero este cambio también permitía al mismo tiempo alejarse de la versión de Heine, que también estaba ambientada en Escocia y, tal vez más importante, le permitía alejarse de la ópera de Pierre-Louis Dietsch (con libreto de Paul Foucher y Bénédict-Henry Révoil) que, or una desafortunada coincidencia, se representó en la Ópera de París el mismo mes (noviembre de 1842), mientras que El Holandés errante había comenzado sus ensayos en Dresde (por lo tanto es falso la creencia de que el libretista de Dietsch se inspiró en el texto de Wagner).

La escritura del libreto y la música
Wagner escribió el libreto en Meudon, en las afueras de París, en mayo de 1841 y después centró toda su atención en la música. Para el 22 de agosto ya tenía un boceto completo y para el 19 de noviembre, la partitura completa. Pero Wagner ya había escrito tres números centrales de la ópera mucho antes (la balada de Senta, el coro de los marineros noruegos y el coro de la tripulación del Holandés errante), presuntamente entre el 3 de mayo y el 21 de julio de 1840, fecha en la que había informado a Meyerbeer que estaba a punto de enviar al libretista Eugène Scribe el libreto de la ópera y que tenía tres fragmentos listos para escucharlos. Tampoco es descabellado pensar que anotase algunas ideas musicales en su viaje en el Thetis, aunque no hay pruebas fehacientes que lo demuestren.

El estilo musical
El Holandés errante es la primera de las óperas de Wagner en entrar dentro del que acabaría siendo su estilo. Antes había compuesto Die Feen, La prohibición de amar y Rienzi, en todas en ellas se ve en Wagner la deuda contraída con otros modelos de ópera (entre ellos la Grand Opéra parisina). Dado que Wagner todavía estaba en la búsqueda del drama musical continuo, como los hizo en El anillo de los Nibelungos, Tristan und Isolde y Los maestros cantores de Núremberg, lo que Wagner hizo con sus tres óperas románticas anunciaba el alejamiento de la ópera por números, en la que cada acto estaba constituido por números separados por recitativos. El Holandés errante ocupa un lugar de transición hacia la "ópera de escenas", en la que los actos están constituidos por grupos de números conectados entre sí: por ejemplo, el nº3, que se llama "escena, dúo y coro".

Los conjuntos corales todavía no han desaparecido en El Holandés errante, pero sí serán desplazados en los dramas musicales posteriores.  El coro de marineros del final del acto I y el coro de tejedoras del principio del acto II apenas hacen avanzar la acción; ni están perfectamente integrados en la estructura de la trama. El extenso fragmento para coro del acto III, por otra parte, está integrado de forma natural. Los conjuntos antitéticos formados por por el grupo de noruegos felices y por el grupo de la tripulación fantasmal del Holandés, se yuxtaponen con un efecto dramático maravilloso; su lucha por la supremacía refleja poderosamente la lucha entre lo terrenal y lo diabólico.

Cabe destacar de la partitura el contraste establecido entre el mundo "exterior", el mundo público de Daland, Erik y los marineros noruegos, por un lado, y el mundo "interior" de la imaginación habitado por Senta y el Holandés, por el otro. El mundo exterior se representa con las formas tradicionales y armonías heredadas de Weber, Marschner y Spohr. Se puede ver, por ejemplo, en los coros de los marineros noruegos del acto III y el coro de tejedoras del acto II, en el dúo entre Daland y el Holandés (acto I) y en la cavatina de Erik del acto III. Las frases regulares de dos compases de este último personifican el banal día a día del mundo del que Senta está ansiosa por escapar.

Es en el mundo interior, por el contrario, donde encontramos la escritura más elaborada. Uno de los pasajes más conmovedores de la obra es el monólogo del Holandés del acto I "Die Frist ist um". Constituye casi una escena por sí mismo; comienza con una sección en recitativo que va articulando la ira y desesperación del Holandés. Después le sigue una sección turbulenta similar a un aria, "Wie oft in Meeres tiefsten Schlund".

Existe una notable excepción en la dicotomía interior/exterior, progreso/ tradición: el pasaje "Auf hohem Felsen" (acto III) de Erik, en el que el cazador le cuenta su sueño a Senta: aquí, las frases fragmentadas y vacilantes reflejan la atmósfera de un sueño.

Las dos versiones
El idea original de Wagner para El Holandés errante era como una ópera de un solo acto que se representaría en el descanso de uno de los ballets de la ópera de París.  A pesar de que rechazaron su propuesta, decidió ampliar el material y convertirlo en un drama de tres actos, aunque se habría de interpretar sin descansos. No sería hasta más tarde (poco después de octubre de 1842, cuando Wagner recuperó la partitura de la Ópera de Berlín, donde había considerado representarla), cuando la obra adquiriría su forma actual de tres actos. Esta fue la versión que se estrenó en Dresde y la que se publicó. Un deseo de representar la obra como un incipiente drama en música en lugar de como una simple ópera fue, sin duda, el motivo subyacente en la decisión de Cosima Wagner para representar El Holandés errante como si estuviera constituido por un solo acto, sin descansos.

Las revisiones posteriores
Que Wagner tenía sus dudas acerca de la integridad artística de su obra maestra de juventud es evidente en el hecho de que le preocupó a lo largo de su vida. Debido a la cancelación de una de las representaciones planeadas en Leipzig en 1846, se realizaron una serie de revisiones en la orquestación, con el fin de eliminar la sección de metales de evidente inspiración francesa. También realizó revisiones para las representaciones en Zurich y Weimar en 1852-53, en las que ateró la partitura y escribió un final mejor para la obertura. Después, en 1860 reestructuró la coda de la obertura para su interpolación en conciertos en París, y aprovechó la oportunidad para ajustar el final de la ópera. Estas revisiones de 1860, incorporaron texturas a la vez más complejas y más refinadas que seguirían su trayectoria en el Tristan, completado al año siguiente. Sin embargo, la interpolación del material del Tristan en una partitura compuesta en 1840 creó un irresoluble problema estético: el de cómo realizar añadidos a una obra cuyo estilo pertenece a una etapa anterior del artista. Era un problema al que Wagner todavía se enfrentaba en las últimas semanas de su vida.

domingo, 4 de octubre de 2015

La influencia de los compositores del siglo XIX y XX en los compositores de bandas sonoras

Son muchos los compositores de bandas sonoras que introdujeron en su música elementos que los compositores de la música culta (por llamarla de alguna manera) ya habían planteado en sus obras. Puede que el que más referencias a la música culta (repito, por llamarla de alguna manera) haya hecho sea John Williams. Ahora veremos unos ejemplos:

Todos conoceremos la famosísima melodía de la Marcha imperial que apareció por primera vez en la segunda parte de la trilogía original de Star Wars: El imperio contraataca. No obstante, los acordes principales que dan esa atmósfera tan oscura fueron prestados de las cuatro últimas canciones de Richard Strauss, concretamente de la primera de ellas. Escuchémosla:

El enlace de acordes del principio (do menor- lab menor) es el mismo que nos encontramos en la marcha imperial.


Aunque la marcha imperial la podemos escuchar calcada en la ópera de Wagner El oro del Rin, concretamente en la escena tercera, en el momento en el que Alberich recoge la malla que su hermano Mime ha forjado.


Siguiendo con el universo Star Wars: John Williams también buscó inspiración en la música de Stravinsky para crear el mundo sonoro de la saga. De tal forma que para definir musicalmente a los Moradores de las Arenas se inspiró en La consagración de la primavera. Es imposible evitar pensar en la música de Stravinsky al escuchar esto, especialmente a partir del segundo 30:


A mí personalmente me evoca la parte final del ballet de Stravinsky, la danza del sacrificio, que podéis escuchar a partir del minuto 2:44.

Sin salir del universo Star Wars, hay que mencionar también el hecho de la cita de John Williams a la propia música de cine. Concretamente, en la escena de Una nueva esperanza en la que el Halcón Milenario es atrapado por la Estrella de la Muerte y Luke, Han, Chewacca (¿se escribe así?) y Obi-Wan se esconden dentro de una de las plataforma del suelo de la nave, se escuchan los tres acordes que dan fin a la película Psicosis compuestos por Bernard Herrmann (los que se escuchan en el minuto 1:30 del vídeo de abajo).


Sigamos con John Williams, pero cambiamos de película. Esta vez Superman. El motivo del vuelo tiene rasgos que se asemejan con Muerte y transfiguración de Richard Strauss.




Ahora cambiemos un poco de compositor y de película. Vayamos a otro de los grandes blockbusters: El señor de los Anillos. El tema principal de la película, y me refiero al que suena más épico (el que empieza cerca del minuto 6:16 del vídeo de abajo), no al tema del anillo que se oye al principio de la película, recibe influencia de Bruckner, concretamente de la Sinfonía nº 9. El enlace de acordes en ambos casos es de un primer grado que va a un tercero del menor (I-IIIm)


Ahora escuchemos la Sinfonía de Bruckner y comparémosla con la música de Shore. La parte concreta a la que me refiero está en el minuto 66, ya casi al final. Si escuchamos los dos primeros acordes de ese fragmento, casi podremos tararear la melodía de El señor de los anillos.


Volvemos a Williams, pero de nuevo con una película diferente: Indiana Jones en el templo maldito. En este caso recibe influencia de Wagner por un enlace de acordes típico en él: el VII del frigio que va a un I. Si escuchamos la BSO de la película desde el minuto 00:58 del vídeo de abajo y lo comparamos con el final de Walküre veremos que no están tan lejos el uno del otro.

Para el que no tenga ganas de escucharse la ópera entera de Wagner (casi 4 horas de música, y eso que es solo una parte de la tetralogía), podéis escuchar el final aquí. Concretamente, el pasaje que Williams toma para Indiana Jones está en el minuto 14:08, que coincide con el momento de pase de página del director.



La influencia de los compositores "clásicos" se sigue notando en los compositores de bandas sonoras más modernos. Si escuchamos el 4 movimientos del concierto para piano nº 2 de Brahms percibiremos ciertas semejanzas con una de las canciones más populares de Pesadilla antes de Navidad de Danny Elfman.








sábado, 16 de mayo de 2015

La banda sonora de Vértigo. La música como elemento para configurar una película

La música no necesita para nada al cine, pero el cine sí que necesita de la música. Una buena banda sonora ayuda a configurar y codificar los  elementos emocionales de una película que posteriormente serán descodificados por el espectador. Con este trabajo pretendo explicar cómo se articula el discurso y el imaginario sonoro de una película teniendo como referencia la banda sonora para la película Vértigo.


Bernard Herrmann, según el New Grove, fue un compositor y director de orquesta nacido el 29 de junio de 1911 en Nueva York. En 1929 inicia sus estudios de composición y dirección en la Universidad de Nueva York. Más tarde se trasladaría a la Jullian School of Music donde tendría como profesor al holandés Bernard Wagenaar. En menos de dos años, dejaría la escuela por ser demasiado conservadora. Remataría sus estudios con Percy Grainger, cuyo eclecticismo revelaría a Herrmann la amplitud y diversidad de los recursos de la música. Entre 1936 y 1940 compone música incidental para varias series radiofónicas. Entre otros, trabajará con Orson Welles. Fruto de su colaboración será la banda sonora para Ciudadano Kane, la que sería su primera banda sonora para cine. Durante los siguientes 12 años compondría música para los estudios Fox. En 1955 inicia una estrecha colaboración con Hitchcock con la película Pero… ¿quién mató a Harry? y que se mantendrá durante 7 películas más. La colaboración consolidaría su estilo. Caracterizado por una orquestación poco frecuente: en la banda sonora para Viaje al centro de la tierra se necesitan 5 órganos.

Antes de comenzar a hablar sobre los aspectos de la música de Vértigo, es necesario hacer una breve explicación del estado de la cuestión: algunos de los estudiosos de la banda sonora de Vértigo han sido David Cooper, profesor de Música y Tecnología en la Universidad de Leeds y  autor del libro Bernard Herrmann’s “Vertigo”: A film score Handbook, una de las mayores aportaciones sobre la música de la película; Bernard Herrmann: Film Music and Narrative de Graham Bruce, Overtones and Undertones: Reading Film Music  de Royal Brown [1], A heart at fire's center : the life and music of Bernard Herrmann de Steven Smith, Bernard Herrmann: Hollywood's Music Dramatist  de E. Johnson o Tom Schneller, compositor y estudioso de bandas sonoras[2].

Graham Bruce explica en su libro la importancia de la superposición de los acordes de mib menor y re mayor anunciados en el preludio de la película, puesto que de esta formación va a brotar todo el tejido musical de la película.
Célula primaria y acorde “Vértigo”[3]

Según el New Grove, Herrmann generalmente evitó el sistema del leitmotif adoptado por muchos compositores de bandas sonoras (Herrmann generally avoided the ‘leitmotif’ system adopted by many film composers, finding that short phrases were less limiting to the composer than the closed forms of 8- and 16-bar melodies.)[4] No obstante, la influencia de Wagner está tan presente en la música para Vértigo,  que Herrmann no pudo renunciar al leitmotif en ella. Esto lo vamos a ver a continuación.

Recomiendo visitar la página web de Tom Schneller[5] y concretamente  su artículo Death and Love:Bernard Herrmann’s score for Vertigo, en el que explica con mucho detalle cada uno de los motivos melódicos que surgen de este acorde. Según podemos leer en el artículo de Tom Schneller, de lo que él llama la célula primaria (los tresillos que conforman la música del preludio) derivan tres motivos de la película: el motivo de la persecución, el motivo del vértigo y el motivo de la obsesión.

El motivo de la persecución se trata de un estrechamiento de la célula primaria, de ella toma las notas do, re y mi b ya partir de ellas crea una doble escala cromática que asciende y desciende. Ambas escalas hacen el mismo movimiento melódico, la primera a ritmo de corcheas y la segunda a ritmo de semicorcheas. Podemos escucharlo 3 veces a lo largo de la película (aproximadamente en los minutos 3:14, 73:18 o 74:28 de la película) y en situaciones muy concretas: durante una persecución.

El motivo vértigo, conformado por esa superposición de acordes de mi b menor y re mayor, se puede escuchar en varias ocasiones a lo largo de la película (aproximadamente en los minutos 4:08, 10:36 o 72:57 de la película) y como el anterior, siempre en momentos muy concretos: cuando Scottie sufre un ataque de vértigo.

El tercer motivo es el que Schneller llama el de la obsesión, la obsesión de Scottie por Madeleine. Schneller la considera la transformación más importante de la célula primaria: al igual que en ella, el motivo de la obsesión asciende por terceras desde el mib hasta el reb, que funciona como una apoyatura que resuelve en el do. Podemos escuchar este motivo en el fragmento que se titula The nightmare y en la escena de amor[6], solo que en este fragmento, el motivo parte de un acorde de mi menor vez de un mib menor.
El giro segunda descendente del re al do está extraído directamente del preludio.

Los otros dos motivos tienen entidad propia y no derivan de la célula primaria. Son los que están relacionados con la figura de Madeleine y Carlota. Schneller define el motivo que Herrmann concibe para Madeleine como delicado y siempre abierto, está generando movimiento constantemente sin llegar a resolver. Schneller lo ve como una forma de dibujar al personaje a través de la música, ya que en la película la propia Madeleine se define como una caminante sin rumbo. Sin embargo, esto entronca directamente con la melodía continua de Wagner. Por otro lado, y a pesar de la independencia que afirma Schneller, el tema de Madeleine concluye con un acorde de quinta aumentada (sib, re fa#), que es el mismo con el que termina el preludio de la película.

El segundo motivo independiente es el de Carlota. Lo peculiar de este motivo es que se construye sobre un ritmo de Habanera, como una forma de apelar al origen español del personaje.

Con todos estos datos, parece evidente que Herrmann está haciendo gala del leitmotif, asignando sentimientos y acciones a determinados motivos melódicos.

El acorde de quinta disminuida con séptima menor o como se le llama en inglés Half diminished seventh chord también ha sido una cuestión estudiada dentro de la música de Bernard Herrmann. Algunos estudiosos, como Bill Wrobel, miembro de la Bernard Herrmann Society[7], hablan de este acorde como el acorde de Bernard Herrmann, porque aparece en varias ocasiones a lo largo de su carrera. Sin embargo, cuenta Wrobel, da la casualidad de que Vértigo es la película en la que menos se usa este acorde[8]. El acorde quinta disminuida con séptima menor estaría formado por dos terceras menores y una séptima menor; el acorde Tristán por ejemplo (fa-si-re#-sol# o fa-si-mib-lab, si enarmonizamos el re# y el sol#), sería un acorde de este tipo, aunque hay algunos autores que prefieren reservar el término acorde Tristán para algo muy concreto como es la disposición y para las notas que Wagner escribió originalmente, que eran re# y sol#.

Teniendo en cuenta esto, podemos decir que lo que podemos escuchar en el minuto 109 y 13 segundos de la película no es un half-diminished chord, sino un auténtico acorde Tristán, ya que tal y como se puede ver en el compás 26 de la partitura[9], tanto la disposición del acorde como la escritura de las notas enarmónicas es igual que en Wagner. En otras palabras, Bernard Herrmann está citando textualmente a Wagner.

También es habitual encontrar en la música de Herrmann un perfecto menor con séptima. En el caso de Vértigo lo encontramos en la denominada célula primaria (mib-solb-sib-re). Curiosamente, tan solo dos años después, Herrmann utilizaría un este acorde en Psicosis: los 5 golpes del principio de la música de los créditos son un perfecto menor con séptima (fa-sib-reb-fa-la).

Por otro lado, hay que mencionar la estrecha relación que tiene el tema de la película con el tema de la ópera de Wagner: el amor de dos amantes más allá de la muerte (the link between love and death, is reflected in the musical design[10].) Tanto Vértigo como Tristán ahondan en el tema del amor y la muerte (en Tristán e Isolda el tema está directamente enunciado en la gran aria final de Isolda Libestod – muerte de amor-). Por lo que la elección de Herrmann no es aleatoria, ya que al inspirarse en la obra de Wagner, está ensalzando la importancia del tema. Por esa razón ha buscado en su orquesta un sonido wagneriano y esto se comprueba en que la orquestación es la misma que Wagner utiliza en su ópera. La partitura de Vértigo está escrita para los siguientes instrumentos[11]:
-          Cuerdas
-          3 flautas
-          2 oboes
-          1 cuerno inglés
-          3 clarinetes
-          2 clarinetes bajos
-          2 fagots
-          1 contrafagot
-          4 cuernos
-          3 trompetas
-          3 trombones
-          1 tubas
-          Timbales
-          2 vibráfonos
-          1 triángulo
-          Tam tam
-          Castañuelas
-          Platillos
-          2 arpas
-          Celeste
Mientras que la orquesta de Wagner para Tristan consta de los siguientes[12]:
-          Cuerdas
-          3 flautas
-          2 oboes
-          1 corno inglés
-          2 clarinetes
-          1 clarinete bajo
-          3 fagots
-          4 cuernos
-          3 trompetas
-          3 trombones
-          1 tuba
-          Timbales
-          1 triángulo
-          Platillos
-          1 arpa
Salvo el celeste, el tam tam y las castañuelas, que no están en la orquestación de Wagner, el resto es igual.

También resulta interesante comparar las melodías de ambas partituras. Por ejemplo, no podemos evitar ver una cierta similitud entre el inicio del Tristan und Isolde y el motivo de la obsesión de Vértigo.

Aunque es cierto que hay ambos motivos son muy distintos, hay algunas similitudes. La primera de ellas es la concepción del motivo: una línea melódica desnuda que descubre un acorde en un punto de gran tensión. Aunque el acorde que deja de descubrir Wagner y el que deja descubrir Herrman son muy distintos, tienen un punto en común: ambos son inestables. El de Wagner, por su propia naturaleza y por la relación interválica de sus notas, es etéreo y deja en vilo al oyente. El de Bernard Herrman se puede analizar como un acorde de lab mayor en primera inversión con el re como apoyatura del do.

Por otro lado, la melodía del motivo de la obsesión dibuja los mismos intervalos que el inicio del Tristan: si nos quedamos con las notas mi, do y si de Vértigo nos daremos cuenta de que los intervalos son los mismos que la, fa y mi del Tristan (sexta menor ascendente y segunda menor.)




[2] http://home.tomschneller.net/, 25 de abril del 2015
[3]http://cuadernosmusicayartes.javeriana.edu.co/images/stories/revistas/RevistaV1N2/cuadernos_volumen_1_numero_2_03%20SCHNELLER.pdf, 25 de abril del 2015, 25 de abril del 2015
[4]http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/12895?q=herrmann&search=quick&pos=3&_start=1#firsthit,25 de abril del 2015
[5]http://home.tomschneller.net/, 25 de abril del 2015
[10]http://cuadernosmusicayartes.javeriana.edu.co/images/stories/revistas/RevistaV1N2/cuadernos_volumen_1_numero_2_03%20SCHNELLER.pdf, 25 de abril del 2015
[12] http://www.dlib.indiana.edu/variations/scores/bfk2835/large/index.html, 25 de abril del 2015