Junto con la música coral, la segunda actividad con mayor cultivo en Alemania fue la ópera. No obstante, la tradición operística de carácter nacional no se desarrollaría hasta el siglo XIX. Alemania contaba con una sólida red de instituciones teatrales, algunas de ellas habían sido construidas por la autoridad real y otras por las comunidades ciudadanas. Aún quedaban restos de la hegemonía de la ópera italiana en el ambiente germánico, pero desde el año 1777, la ópera en alemán había despegado gracias a José II con la creación de una compañía estatal en Viena. Ese mismo año se estrena en Mannheim Günther von Schwarzburg, con libreto de Anton Klein y música de Holzbauer, una ópera basada en un hecho histórico alemán. Por su parte, la idea de una ópera alemana que se contrapusiera a la italiana y a la francesa estaba presente en muchos literatos y compositores, entre ellos estaría el propio E. T. A. Hoffmann. Aunque se considera que la primera ópera alemana es Freischütz (El cazador furtivo) de Carl Maria von Weber, lo cierto es que muchos de los elementos que aparecen en ella son el resultado de una tradición que se venía arrastrando desde antes: W. Müller hará Der Fagottist, oder die Zauberzither (El fagotista o la cítara mágica), también se hará una segunda parte de La flauta mágica: El laberinto, en ellas lo sobrenatural y lo humano; lo popular y la naturaleza se entremezclan y esto va a estar muy presente ya no sólo en Freischütz, sino en toda la ópera alemana. A esto hay que añadirle que muchos escritores buscaran la esencia del pueblo en sus cuentos.
En Viena, el compositor más importante que luchó por establecer la ópera alemana frente al dominio italiano fue Franz Schubert. Aunque su nombre se asocia poco con el género, Schubert llegó a componer nueve óperas, entre ellas Die Wzillingsbrüder (Los hermanos gemelos, 1819), Die Zauberharfe (El arpa mágica, 1820), Alfonso und Estrella (1821) o Fierrabras (1823). Todas estas obras muestran un interés específico por establecer los rasgos del drama musical vienés. Die Zauberharfe, de hecho, se inspira en una historia medieval sobre instrumentos musicales encantados tan del gusto del público vienés. La figura de Louis Spohr también fue muy relevante en el entorno vienés, tanto como director del Theater an der Wien como por sus producciones operísticas.
Como ya se ha dicho antes, Hoffmann aportó al género su granito de arena con la ópera Undine, a cuyas representaciones berlinesas asistío Carl Maria von Weber, quien se mostró bastante entusiasmado con la obra. Undine es una ópera que participa de ese entusiasmo por lo medieval, por lo mágico, lo fantástico y lo caballeresco que abundaban en los libretos de las óperas alemanas de esta época. Basada en una fábula alemana, se desarrolla en media de la naturaleza y el esplendor de lo medieval y está protagonizada tanto por personajes fantásticos como reales. De este espíritu bebería Weber para crear su Freischütz.
En Viena, el compositor más importante que luchó por establecer la ópera alemana frente al dominio italiano fue Franz Schubert. Aunque su nombre se asocia poco con el género, Schubert llegó a componer nueve óperas, entre ellas Die Wzillingsbrüder (Los hermanos gemelos, 1819), Die Zauberharfe (El arpa mágica, 1820), Alfonso und Estrella (1821) o Fierrabras (1823). Todas estas obras muestran un interés específico por establecer los rasgos del drama musical vienés. Die Zauberharfe, de hecho, se inspira en una historia medieval sobre instrumentos musicales encantados tan del gusto del público vienés. La figura de Louis Spohr también fue muy relevante en el entorno vienés, tanto como director del Theater an der Wien como por sus producciones operísticas.
Como ya se ha dicho antes, Hoffmann aportó al género su granito de arena con la ópera Undine, a cuyas representaciones berlinesas asistío Carl Maria von Weber, quien se mostró bastante entusiasmado con la obra. Undine es una ópera que participa de ese entusiasmo por lo medieval, por lo mágico, lo fantástico y lo caballeresco que abundaban en los libretos de las óperas alemanas de esta época. Basada en una fábula alemana, se desarrolla en media de la naturaleza y el esplendor de lo medieval y está protagonizada tanto por personajes fantásticos como reales. De este espíritu bebería Weber para crear su Freischütz.
Pero, ¿qué sucede con la naturaleza? ¿Acaso no se había utilizado ya en otras obras del siglo XVIII? Sí, pero de otra forma: como una mera imitación. Hay un mero tratamiento del amor: la redención a través del amor. Así ocurre en El holandés errante. Se van a escoger mitos que no sean griegos. Querían conseguir una identificación propia y para ello se refugian en la mitología nórdica o en una idealización del medievo.
Desde el punto de vista musical, lo más interesante va a ser la utilización de la orquesta. La orquesta va a estar íntimamente ligada al desarrollo dramático. La obertura del tipo rossiniano no se entiende en esta época, la de una obertura avanti la ópera; ahora es un resumen del drama posterior. Este es el motivo por el cual en la ópera wagneriana la obertura tenga un papel tan importante.
El modelo que siguen los alemanes es más hereditaria de la opéra comique francesa que de la ópera italiana. Se sigue la tradición del singspiel. Algunos compositores de este momento son Wranitzky y Zumsteeg. E. T. A. Hoffmann tuvo un papel fundamental en la introducción del espíritu romántico. Como compositor se le recuerda únicamente por su ópera Undine. Lo más interesante de la obra tal vez sea la instrumentación y la utilización de las maderas para crear texturas. Aparecen melodías de corte popular. Está configurando una tradición que se mantendrá más adelante.
Otro de los compositores de este período es Spohr, director del Teatro an der Wien. Alguna de sus óperas tienen concesiones al gusto italiano, como es el Fausto. Jessonda tiene una ambientación exótica.
Weber: es el referente de la ópera alemana, hasta el punto de que Wagner reconoció su influencia en él, pese a que nunca reconoció la influencia más evidente de otros compositores como Marscher y Lortzing. El propio Weber se dio cuenta con esta obra que no volvería a componer nada mejor, y así fue. El entorno intelectual del que se rodea le encauzará al Romanticismo. En 1814, con la publicación de canciones Lira y espada, le situaron como un referente en Alemania. La primera obra fue La chica muda del bosque, aunque no la llegó a terminar. Abu hassan es una ópera con tintes cómicos y orientalizante. Los elementos que aparecen en esta obra es el gusto por melodías folklóricas, una buena caracterización cómica de los personajes y su habilidad en la instrumentación. Uno de los aspectos de su instrumentación es la claridad de la melodía y un lenguaje muy brillante.
A la temática del cazador furtivo va a llegar por un amigo suyo, que le da un relato de fantasmas; escogerá uno de esos relatos que es el de la temática del cazador furtivo. Elementos que aparecen del singspiel anterior es la naturaleza, la pureza del personaje femenino, el bonachón protagonista, el personaje malvado, los aspectos sobrenaturales y la aparición final del príncipe.
La siguiente ópera de Weber es Euryanthe, planteada como una especie de obra de teatro total. La última obra de Weber es Oberon con libreto en inglés y con pocas oportunidades dramáticas y musicales.
El siguiente autor del entorno anterior a Wagner es Marscher. Su primera ópera está inspirada en una obra de Walter Scott llamada Templario y judío. La obra El vampiro influyó en Wagner; Hans Heiling se ha mantenido en el repertorio: un personaje mitad humano, mitad espíritu enamorado de un mortal y que tiene que redimirse por el amor. Este es un tema muy similar al de El holandés errante.
Lortzing: la obra más importante de él sería Zar und Zimmermann, que es un tipo de obra en el que aparecen situaciones cómicas tipo singspiel. Esta obra que identifica los espíritus del agua influyó en Wagner a la hora de crear Das Rheingold.
O. Nicolai: Las alegres comadres de Windsor
Cornelius: su obra más importante es El barbero de Bagdad, ritmos que derivan de la diversificación oriental, uso sistemático de tres motivos recurrentes.
Bibliografía
PLANTINGA, Leon: La música romántica, Ediciones Akal, Madrid, 1992
Bibliografía
PLANTINGA, Leon: La música romántica, Ediciones Akal, Madrid, 1992
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