La escucha, la
auricularización
Es el punto de vista sonoro o, más bien, auricular, mediante
el tratamiento que se les da a los ruidos, a las palabras o a la música. Construir la posición auditiva de un
personaje plantea varias dificultades:
· La localización de los sonidos. El sonido fílmico está, en
la mayoría de los casos, desprovisto de dimensión espacial, es decir, no está
ni localizado ni lateralizado.
· La
individualización de la escucha.
Dos personas que hablan entre sí en la mesa de un café no
ven el mismo decorado, aunque comparten un buen número de percepciones sonoras.
Esto es más acentuado en el tipo de cine que sólo conoce una perspectiva sonora de dos dimensiones, en el
sentido que “no localiza un punto, sino una superficie”. Lo que llamamos ambiente de una película es
el tejido sonoro que cubre tanto el campo como el fuera de campo inmediato.
· La inteligibilidad
de los diálogos
Si, en los inicios del cine sonoro se intentó privilegiar el
realismo de la reproducción sonora, rápidamente se advirtió que se corría el
riesgo de perjudicar la inteligibilidad de los diálogos y, para salvaguardar
ese cine hablado, se codificó poco a poco una especie de verosímil sonoro,
proscribiendo, por ejemplo, los ruidos demasiado elevados, la música con un
nivel demasiado fuerte, etc.
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Diferentes
auricularizaciones:
Auricularización
interna secundaria: Cuando la restricción de lo oído a lo escuchado está
construido por el montaje y/o la representación visual. Es el caso más
frecuente, por ejemplo: en la película M, cuando el vendedor está vendiendo
globos y oye un órgano. Ese sonido desaparece cuando él se tapa las orejas, y
vuelve a aparecer cuando se las destapa. Este tipo de señales visuales
permitieron construir un punto de vista auricular, incluso antes de que el cine
fuera sonoro.
Auricularización
interna primaria: Si no conocemos la distancia a la que se halla la fuente
sonora, y si no disponemos de señales que constaten la escucha activa, no es
fácil saber si el oído se filtra por el oído de un personaje. Por esta razón,
un sonido remitirá a una instancia no visible sólo cuando ciertas deformaciones
(filtro, pérdida de una parte de las frecuencias, etc.) construyan una escucha
particular. Por ejemplo: cuando los ruidos llegan deformados por una ligera
resonancia a un personaje que se encuentra debajo del agua.
Auricularización cero:
En el caso de que la banda sonora esté sometida a las variaciones de la
distancia aparente de los personajes, o cuando la mezcla hace variar los
niveles obedeciendo únicamente a razones de inteligibilidad (que se baje la
música para entender mejor el diálogo), el sonido no está retransmitido por
ninguna instancia intradiegética y remite al narrador implícito.
Las imágenes mentales:
Desde el principio de su historia, la inquietud del cine ha consistido no
sólo en representar la mirada, sino también en traducir todas esas visiones que
pasan por nuestras cabezas: imaginaciones, recuerdos, alucinaciones, etc. La
dificultad está en diferenciarlas de las imágenes percibidas directamente en la realidad supuesta por la diégesis.
La focalización
cinematográfica
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Focalización
interna: Cuando el relato está restringido a lo que pueda saber el
personaje. Ello supone que éste esté presente en todas las secuencias, o que
diga cómo le han llegado las informaciones sobre lo que no ha vivido él mismo.
Generalmente, cuando una voz en off va comentando
la acción, la focalización interna está asociada a una ocularización cero
retransmitida por ocularizaciones internas secundarias. De este modo que lo
importante para la comprensión del espectador no es tanto la perfecta
correspondencia entre lo que ha visto un personaje y lo que sabe, como la
coherencia global del montaje.
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Focalización
externa: En Literatura, a veces definimos la focalización externa como el
hecho de que los acontecimientos se describen desde el exterior sin que
penetremos en la cabeza de los personajes. Si este criterio fuera suficiente,
significaría que toda la película, desde el momento en que no estuviera en
ocularización interna primaria, no podría estar más que en focalización
externa. Hay que señalar que, incluso sin la ayuda de la voz en off, el
espectador puede compartir los sentimientos de un personaje, o saber lo que
siente, mediante la única codificación de la interpretación del actor, de su
gesticulación, etc.
La exterioridad, para ser pertinente desde
el punto de vista de la distribución de las informaciones narrativas, debe
conllevar una restricción de nuestro saber en relación a la del personaje
que acabe produciendo efectos
narrativos.
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Focalización
espectatorial: En lugar de privarnos de ciertas informaciones, el narrador
puede, por el contrario, dar una ventaja cognitiva al espectador por encima de
los personajes. Aquí, el espectador tiene ventaja sobre el personaje.
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