Son varios los conceptos contenidos en este texto: en primer lugar, se hace evidente en ambos diálogos el concepto de la armonía cósmica. Platón utiliza el concepto de la armonía cósmica como una analogía, un trasunto de lo que él considera justo para el hombre y así explicar el orden social de la ciudad. De este modo expone:
la justicia (...) se refiere a la acción (...) interior [del hombre] (...) cuando éste (...) se rige y ordena y se hace amigo de sí mismo y pone de acuerdo sus tres elementos exactamente como los tres términos de una armonía, el de la cuerda grave, el de la alta, el de la media...
El concepto de justicia en Platón es algo diferente al concepto moderno. El individuo justo es aquel que usa su razón según los dictados de la verdad, que es fuerte y moderado en sus deseos. Platón entiende como justo aquello para lo que ha nacido el hombre perteneciente a determinada clase ("quien por naturaleza es zapatero debe hacer zapatos"); esto atiende, efectivamente, al orden cósmico, a la armonía de las esferas, a una ordenación de los elementos para que el universo funcione; en definitiva, para que haya armonía. Por ello, es necesario que existan diferencias entre cada uno de los elementos, un reparto de fuerzas que posibilite esta armonía. Para esto, utiliza un argumento musical y habla de tres cuerdas: la grave, la alta y la media. Lo que se está exponiendo aquí, en realidad, es un acorde de tres sonidos; es decir, estamos ante el concepto de armonía, pero no una armonía en el sentido musical, sino en el sentido de la ordenación de los elementos para crear un sistema perfecto. Un sistema en que sus elementos aceptan su posición y su estado para favorecer la creación de un todo estable. De esta forma, cada una de las cuerdas representa un hombre de un determinado estamento (la cuerda grave podría ser el zapatero, la cuerda media el guerrero y la cuerda alta el filósofo) que, unidos todos y aceptando su condición, forman juntos la armonía (la ciudad, el Estado) en una perfecta simbiosis que favorece un orden correcto y sólido.
Si, por el contrario y como explica Platón, cada uno de los elementos que componen esta armonía no obrasen acorde a su naturaleza y, al contrario, intentaran ocupar una posición que no les corresponde y relegasen a su puesto a sus fuerzas contrarias, se produciría el caos, el trastorno y la discordia. Desaparecería esa armonía.
Esta idea va a estar presente en todo el pensamiento griego y no es nueva en Platón: ya la habían definido con anterioridad los pitagóricos (con quienes Platón había establecido contacto y relaciones en Tarento, con la escuela allí establecida) y seguirá presente hasta Plotino. Por tanto, es necesario hablar de los pitagóricos, ya que es en ellos donde encontramos otro de los conceptos que se ilustran en estos diálogos: es el concepto de in discordia concors o armonía de los contrarios enunciado por Filolao. Efectivamente, la propuesta de Filolao plantea una armonía constituida por elementos contrarios, por elementos que no son iguales; un sistema construido sobre pilares de distinta altura y forma, pero que es precisamente esta desigualdad, esta antítesis de los elementos lo que permite que se mantenga. Pero, ¿cómo es posible que este universo, este sistema de elementos contradictorios y dispares se pueda mantener en equilibrio? Es precisamente el equilibrio de estas fuerzas antitéticas, de estas tensiones y distensiones, lo que permite el orden. Esta armonía de los contrarios es incluso esencial e ineludible. El universo sería incapaz de sostenerse sobre fuerzas de una misma naturaleza, no sería viable. Por ello, Platón insiste en sus escritos que cada hombre debe permanecer en el pilar que le corresponde, en el pilar que por naturaleza se le ha asignado, ya que, en caso contrario, en caso de no ser "justo", este orden cósmico se desplomaría:
Así, pues, hemos de tener presente que cada uno de nosotros sólo será justo y hará el también lo propio suyo en cuanto cada una de las cosas que en él hay haga lo que le es propio.
Esta idea de la armonía cósmica también sería ilustrada por Plotino, fundador del neoplatonismo, ya más adelante. Plotino utilizaría el símil de syrinx, un instrumento de viento, para ilustrar y explicar la armonía cósmica. El syrinx, que es una clase de flauta de pan, está compuesto por varias cañas de diferente tamaño y para producir música, para que exista armonía en sus sonidos, es necesario que cada caña sea de distinta naturaleza, de distinto tamaño. En cierto modo, el syrinx podría representar la idea de justicia expuesta en Platón. El atributo propio de la justicia es dar a cada uno lo que se le debe, darle según el estado al que pertenece y no más ni menos, que cada individuo haga aquello que le es propio. En Plotino, además, encontramos la siguiente idea: "La existencia es una sucesión eterna de emanaciones desde el uno hasta lo múltiple para volver otra vez al uno." ¿Qué quiere decir esto? El uno se desgrana eternamente en lo múltiple y desde lo múltiple se accede otra vez al uno. En el mundo griego el caos existió desde siempre; luego vino un demiurgo que lo ordenó todo. Seguimos constantemente con el concepto de la armonía cósmica y esta idea de Plotino aparece también en el texto de Platón:
después de enlazar todo esta y conseguir de esta variedad su propia unidad, entonces es cuando, bien templado y acordado, se pone a actuar así dispuesto...
Los pitagóricos pensaban que el macrocosmos tiene su reflejo en el microcosmos, que es el ser humano. La música tiene que obedecer a esta cadena entre macrocosmos y microcosmos. Volvemos de nuevo a la teoría de la armonía cósmica. Gracias a ella, a la música, el universo se mantiene. Para los pitagóricos, el interés de la música radicaba en que era el método ideal para explicar este orden cósmico y así como la armonía en música aparece cuando sus distintos elementos sonoros se ordenan, hay armonía en el cosmos cuando hay un reparto de las distintas fuerzas que lo componen.
después de enlazar todo esta y conseguir de esta variedad su propia unidad, entonces es cuando, bien templado y acordado, se pone a actuar así dispuesto...
Los pitagóricos pensaban que el macrocosmos tiene su reflejo en el microcosmos, que es el ser humano. La música tiene que obedecer a esta cadena entre macrocosmos y microcosmos. Volvemos de nuevo a la teoría de la armonía cósmica. Gracias a ella, a la música, el universo se mantiene. Para los pitagóricos, el interés de la música radicaba en que era el método ideal para explicar este orden cósmico y así como la armonía en música aparece cuando sus distintos elementos sonoros se ordenan, hay armonía en el cosmos cuando hay un reparto de las distintas fuerzas que lo componen.
Efectivamente, Platón también recoge esta idea en sus textos. Lo que podemos considerar el microcosmos, es decir, el ser humano, la ciudad, el Estado... no es más que un reflejo mundano, irreal del macrocosmos, del mundo de las esferas. La objetos contenidos en el microcosmos no son más que una imagen difuminada de aquellos contenidos en el macrocosmos. Es más, Platón no abandona la idea de un demiurgo en sus escritos; necesita un dios, una divinidad que ayude a construir el principio de justicia en la ciudad a imagen y semejanza del mundo de las esferas:
Cumplido está, pues, enteramente, nuestro ensueño: aquel presentimiento que referíamos de que, una vez que empezáramos a fundar nuestra ciudad, podríamos, con ayuda de algún dios, encontrar un cierto principio e imagen de la justicia.
Y hay que hacer constar, además, que Platón habla de un cierto principio de la justicia y no del principio de justicia, por lo que hay que suponer que ni siquiera el propio Platón esperaba encontrar el auténtico principio de justicia en el microcosmos, sino un mero residuo del mismo.
El tercer concepto que se vislumbra aquí (ya que no se habla de él de forma explícita, aunque sí se puede deducir) es el de la teoría del ethos. El ethos hace referencia al carácter, a la manera de comportarse y está estrechamente vinculado con los concepto de la educación y la armonía cósmica. Existen determinadas disciplinas que favorecen un ethos correcto y otras disciplinas que favorecen un ethos incorrecto. Cuando Platón habla de música y gimnástica en sus textos está refiriéndose a las ciencias necesarias para la educación de los jóvenes. La búsqueda de la disciplina perfecta para la formación de los jóvenes era una parte esencial para Platón y entre ellas se encontraban la música y la gimnasia. Ahora bien, la gimnasia, por sí sola, no es suficiente para formar jóvenes de bien, ya que de forma aislada y estudiada exclusivamente acabaría siendo perjudicial para los jóvenes, a quienes acabaría corrompiendo. ¿Y la música? Tampoco la música es la disciplina perfecta para la educación de los jóvenes ya que provoca en ellos el efecto contrario a la gimnasia. La música comunica al alma del individuo un acuerdo mediante el sentimiento de la armonía y una cierta regularidad de movimientos mediante la influencia del ritmo y de la melodía. No obstante, la música no eleva el alma hasta el conocimiento del bien.
¿Cuál es, por tanto, la solución de Platón? Lo ideal es una combinación de ambas disciplinas para que una educación completa y correcta que favorezca el equilibrio del Estado, es decir, para que exista armonía entre todos los elementos:
¿Y no será, como decíamos, la combinación de la música y la gimnástica la que pondrá a los dos en acuerdo, dando tensión a lo uno y nutriéndolo con buenas palabras y enseñanzas y haciendo con sus consejos que el otro remita y aplacándolo con la armonía y el ritmo?
Y aún podríamos ir más lejos, ya que la verdadera ciencia que acerca el alma al conocimiento del bien es la ciencia de los números y del cálculo; es decir, es la ciencia de las matemáticas. La influencia de los pitagóricos en el pensamiento de Platón se hace de nuevo evidente. Tenemos que volver a ellos, puesto que los pitagóricos consideraban las matemáticas como la más importante y esencial de las ciencias para explicar los principios del universo y la armonía cósmica. A través de proporciones matemáticas explicaban este orden cósmico y, para hacerse entender, se sirvieron de la música, a la que consideraban la mejor disciplina para ilustrar estas proporciones matemáticas. Y, al igual que en el pensamiento de Platón, que sólo veía en la música una herramienta para la educación y no para el deleite o el placer, los pitagóricos sólo vieron en la música un mero instrumento para sus intereses y teorías.
Por otra parte, si bien es cierto que en Platón es necesaria la combinación de ambas disciplinas en la educación, para otros pensadores como Damón no ocurre así. Damón, que también perteneció a la corriente pitagórica, consideraba que, de entre las dos disciplinas, la más adecuada para la educación de los jóvenes era la música y no la gimnasia. ¿Por qué? Porque es en la música donde nos encontramos con las harmoníai. Cada harmonía se corresponde un determinado carácter, un determinado comportamiento o humor y precisamente por esta simbiosis, la música es ideal para educar a los jóvenes e incitarles a determinados comportamientos a través de la música. Este pensamiento también se hace evidente en Platón al realizarse en sus textos las siguientes preguntas:
¿Será, pues, forzoso que el individuo sea prudente de la misma manera y por la misma razón que lo es la ciudad? (...) ¿Y que del mismo modo y por el mismo motivo que es valeroso el individuo, lo sea la ciudad también, y que otro tanto ocurra en todo lo demás que en uno y otra hace referencia a la virtud?
¿Cuál es, por tanto, la solución de Platón? Lo ideal es una combinación de ambas disciplinas para que una educación completa y correcta que favorezca el equilibrio del Estado, es decir, para que exista armonía entre todos los elementos:
¿Y no será, como decíamos, la combinación de la música y la gimnástica la que pondrá a los dos en acuerdo, dando tensión a lo uno y nutriéndolo con buenas palabras y enseñanzas y haciendo con sus consejos que el otro remita y aplacándolo con la armonía y el ritmo?
Y aún podríamos ir más lejos, ya que la verdadera ciencia que acerca el alma al conocimiento del bien es la ciencia de los números y del cálculo; es decir, es la ciencia de las matemáticas. La influencia de los pitagóricos en el pensamiento de Platón se hace de nuevo evidente. Tenemos que volver a ellos, puesto que los pitagóricos consideraban las matemáticas como la más importante y esencial de las ciencias para explicar los principios del universo y la armonía cósmica. A través de proporciones matemáticas explicaban este orden cósmico y, para hacerse entender, se sirvieron de la música, a la que consideraban la mejor disciplina para ilustrar estas proporciones matemáticas. Y, al igual que en el pensamiento de Platón, que sólo veía en la música una herramienta para la educación y no para el deleite o el placer, los pitagóricos sólo vieron en la música un mero instrumento para sus intereses y teorías.
Por otra parte, si bien es cierto que en Platón es necesaria la combinación de ambas disciplinas en la educación, para otros pensadores como Damón no ocurre así. Damón, que también perteneció a la corriente pitagórica, consideraba que, de entre las dos disciplinas, la más adecuada para la educación de los jóvenes era la música y no la gimnasia. ¿Por qué? Porque es en la música donde nos encontramos con las harmoníai. Cada harmonía se corresponde un determinado carácter, un determinado comportamiento o humor y precisamente por esta simbiosis, la música es ideal para educar a los jóvenes e incitarles a determinados comportamientos a través de la música. Este pensamiento también se hace evidente en Platón al realizarse en sus textos las siguientes preguntas:
¿Será, pues, forzoso que el individuo sea prudente de la misma manera y por la misma razón que lo es la ciudad? (...) ¿Y que del mismo modo y por el mismo motivo que es valeroso el individuo, lo sea la ciudad también, y que otro tanto ocurra en todo lo demás que en uno y otra hace referencia a la virtud?
Aunque no lo hace
explícitamente, Platón está dejando intuir aquí la educación de los jóvenes a
través de la música. Habla de la prudencia del individuo, de su valentía...,
actitudes que deben ser favorecidas en el período de formación del joven y que
se deben imbuir en él a través de las harmoníai que incitan este tipo de
humores para llegar a lo que Platón considera como un comportamiento virtuoso,
a la virtud del hombre. Todo ello para favorecer la armonía de la ciudad y el
Estado. Platón, que hereda este concepto de catarsis de los pitagóricos, lo
expondrá en sus escritos y será una idea presente también en sus discípulos y
en el pensamiento posterior, aunque no necesariamente de la misma forma. ¿Qué
es la catarsis? Es la purificación del alma, alcanzar la elevación del alma. Aristóteles,
tomará prestado este concepto de la necesidad de usar la música como
instrumento para la purificación del alma y la educación de los jóvenes, pero,
si bien en Platón la catarsis es alopática (es decir, que para curar el mal del
alma es necesario una música, una harmonía que contraria a ese mal), en
Aristóteles la catarsis va a ser homeopática (es decir, que para curar el mal
del alma es necesario una música, una harmonía que se corresponda con ese mismo
mal). Lo que hay que subrayar, por tanto, y en relación a este concepto del alma, es la triple analogía que establece Platón entre alma-polis y música.
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