Manuel de Falla nace en Cádiz el 23 de noviembre de 1876 y recibe sus primeras nociones de música de manos de su madre. Estudió armonía, contrapunto y composición con Alejandro Odero y, más tarde, con Enrique Broca. A finales de las década de los 80, ganó experiencia como intérprete de música de cámara y comenzó a asistir a representaciones de ópera y a conciertos en Cádiz, siendo estas experiencias las que le motivaron a seguir una carrera como compositor. A finales de 1890, Falla se traslada a Madrid, donde ampliaría sus estudios en el Conservatorio; su profesor de piano fue José Tragó, directamente ligado con Chopin a través de su profesor Georges Mathias. En Madrid, Falla cursó sus estudios con enorme entusiasmo y obtuvo los mejores resultados en todos los cursos. Sobre estas fechas pertenecen sus primeras composiciones entre las que se encuentran varias obras para cámara, piezas para piano y canciones, todas ellas con una clara influencia andaluza.
Una crisis económica obligó a la familia de Falla a trasladarse a Madrid. Por esta época, la zarzuela era un género bastante popular y, además, era una fuente segura de ingresos. En un esfuerzo de contribuir al erario familiar, Falla compuso cinco zarzuelas entre 1901 y 1903. Es en 1902 cuando comienza a dar clases de composición con uno de los compositores y musicólogos españoles más importantes: Felipe Pedrell (1841-1922). La importancia de Pedrell como una de las figuras más influyentes de la música española no se debe infravalorar y, aunque la mayoría de su obra es poco conocida hoy en día (él mismo destruyó algunos de sus manuscritos), su relevancia como musicólogo es grandiosa y su legado como profesor no deja de ser de una gran notoriedad, ya que entre sus alumnos se encuentran Albéniz, Granados o Gerhard.
La primera composición importante de Falla y la que le hizo llamar la atención como compositor fue la ópera La vida breve, escrita durante 1904 y 1905, y con la que fue premiado por la Real Academia de Bellas Artes. Fue con esta obra con la que realmente Falla pudo expresarse de forma personal, pese a que la obra no se representa hasta 1913 en París (para entonces, Falla había revisado la ópera). Falla se traslada a París en 1907 y allí conoció a varios de los más importantes compositores franceses de principios de siglo: Dukas, Debussy y Ravel, así como otras figuras de la música importantes que estaban trabajando en la capital, como Stravinski y Albéniz. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Falla volvió a Madrid y al año siguiente vio la primera representación de El amor brujo. Uno de las obras vocales más populares de Falla es el ciclo de las Siete canciones populares españolas, completada en 1915 y escrita para mezzosoprano o barítono y piano. Seis de estas canciones han sido arregladas bajo el título Suite populaire espagnole. Este fue el inicio de un intenso período creativo para Falla que culmina con su obra monumental para piano y orquesta Noches en los jardines de España en 1916 y, más tarde, su ballet El sombrero de tres picos (estrenado en Londres en 1919). También es de 1919 una de las grandes obras de la literatura musical española para piano solo: la Fantasia baetica.
Los estragos causados por la Primera Guerra Mundial provocó que se redujesen en gran medida las representaciones de nuevas obras de grandes dimensiones y una de las soluciones a esto fue la creación de obras en las que se requirieran pocos recursos. L'histoire du soldat de Stravinski es un ejemplo de esto y Falla contribuyó al género con El retablo de maese Pedro. Esta ópera para marionetas contrasta enormemente con el estilo severo de la Fantasia baetica y adopta un tono más ligero. La ópera fue una obra de encargo de la Princesa Edmond de Polignac, una entregada mecenas de las artes cuyo nombre real era Winnaretta Singer, hija del inventor de la máquina de coser. El retablo se estrenó en su salón parisino el 25 de junio de 1923. Está basado en un capítulo de El Quijote de Cervantes y tienes tres papeles para cantantes: el trujamán, el paje narrador, cuya música utiliza un estilo de declamación similar al recitativo tradicional y que deriva del tipo usado por los pregoneros callejeros que Falla se habría encontrado; la música de maese Pedro es más abiertamente popular en su estilo, mientras que Don Quijote utiliza música que es tanto lírica como neo-renacentista.
Los cantantes están situados entre la orquesta y uno de los sonidos característicos es el del clave, que se encuentra junto a la agrupación. Falla utiliza el clave para representar la caballerosidad del protagonista y la música de la corte española del pasado. Wanda Landowska interpretó las partes para clave en El retablo de maese Pedro y fue ella misma la que estrenó el Concierto para clave y cinco instrumentos en Barcelona en 1926. El instrumento que tocó Landowska no era un "auténtico" clave, que podemos encontrar hoy en día fácilmente en la interpretación de la música Barroca, sino un instrumento de grandes dimensiones construido por Pleyel y capaz de producir un sonido contundente. La pieza está escrita para un clave y cinco instrumentos y durante el transcurso del concierto, los cinco instrumentos son tratados como solistas. En el primer movimiento se cita un madrigal renacentista: De los álamos vengo madre; el movimiento central es el corazón de la obra y se alude a un Tantum ergo; el movimiento final hace un homenaje a Domenico Scarlatti.
Psyché está compuesta para soprano y cinco instrumentos y se escribió en 1924 al mismo tiempo que Falla trabajaba en el Concierto para clave. Falla musicalizó un texto de su amigo Jean-Aubry y se estrenó en el Palau de la Música Catalana de Barcelona el 9 de febrero de 1925 bajo la dirección del compositor.
Desde 1926 hasta su muerte en 1946, Falla produjo pocos trabajos y el estallido de la Guerra Civil en 1936 le afectó profundamente. El oratorio de grandes dimensiones o "cantata escénica", Atlántida, ocupó gran parte de su tiempo durante estos años y falleció antes de llegar a terminarla. Muere en Alta Gracia, Argentina, un 14 de noviembre de 1946, a donde Falla había emigrado en 1939. Fue completada por Ernesto Halffter y se escuchó por primera vez en el 100º aniversario del nacimiento del compositor en 1976.
Una crisis económica obligó a la familia de Falla a trasladarse a Madrid. Por esta época, la zarzuela era un género bastante popular y, además, era una fuente segura de ingresos. En un esfuerzo de contribuir al erario familiar, Falla compuso cinco zarzuelas entre 1901 y 1903. Es en 1902 cuando comienza a dar clases de composición con uno de los compositores y musicólogos españoles más importantes: Felipe Pedrell (1841-1922). La importancia de Pedrell como una de las figuras más influyentes de la música española no se debe infravalorar y, aunque la mayoría de su obra es poco conocida hoy en día (él mismo destruyó algunos de sus manuscritos), su relevancia como musicólogo es grandiosa y su legado como profesor no deja de ser de una gran notoriedad, ya que entre sus alumnos se encuentran Albéniz, Granados o Gerhard.
La primera composición importante de Falla y la que le hizo llamar la atención como compositor fue la ópera La vida breve, escrita durante 1904 y 1905, y con la que fue premiado por la Real Academia de Bellas Artes. Fue con esta obra con la que realmente Falla pudo expresarse de forma personal, pese a que la obra no se representa hasta 1913 en París (para entonces, Falla había revisado la ópera). Falla se traslada a París en 1907 y allí conoció a varios de los más importantes compositores franceses de principios de siglo: Dukas, Debussy y Ravel, así como otras figuras de la música importantes que estaban trabajando en la capital, como Stravinski y Albéniz. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Falla volvió a Madrid y al año siguiente vio la primera representación de El amor brujo. Uno de las obras vocales más populares de Falla es el ciclo de las Siete canciones populares españolas, completada en 1915 y escrita para mezzosoprano o barítono y piano. Seis de estas canciones han sido arregladas bajo el título Suite populaire espagnole. Este fue el inicio de un intenso período creativo para Falla que culmina con su obra monumental para piano y orquesta Noches en los jardines de España en 1916 y, más tarde, su ballet El sombrero de tres picos (estrenado en Londres en 1919). También es de 1919 una de las grandes obras de la literatura musical española para piano solo: la Fantasia baetica.
Los estragos causados por la Primera Guerra Mundial provocó que se redujesen en gran medida las representaciones de nuevas obras de grandes dimensiones y una de las soluciones a esto fue la creación de obras en las que se requirieran pocos recursos. L'histoire du soldat de Stravinski es un ejemplo de esto y Falla contribuyó al género con El retablo de maese Pedro. Esta ópera para marionetas contrasta enormemente con el estilo severo de la Fantasia baetica y adopta un tono más ligero. La ópera fue una obra de encargo de la Princesa Edmond de Polignac, una entregada mecenas de las artes cuyo nombre real era Winnaretta Singer, hija del inventor de la máquina de coser. El retablo se estrenó en su salón parisino el 25 de junio de 1923. Está basado en un capítulo de El Quijote de Cervantes y tienes tres papeles para cantantes: el trujamán, el paje narrador, cuya música utiliza un estilo de declamación similar al recitativo tradicional y que deriva del tipo usado por los pregoneros callejeros que Falla se habría encontrado; la música de maese Pedro es más abiertamente popular en su estilo, mientras que Don Quijote utiliza música que es tanto lírica como neo-renacentista.
Los cantantes están situados entre la orquesta y uno de los sonidos característicos es el del clave, que se encuentra junto a la agrupación. Falla utiliza el clave para representar la caballerosidad del protagonista y la música de la corte española del pasado. Wanda Landowska interpretó las partes para clave en El retablo de maese Pedro y fue ella misma la que estrenó el Concierto para clave y cinco instrumentos en Barcelona en 1926. El instrumento que tocó Landowska no era un "auténtico" clave, que podemos encontrar hoy en día fácilmente en la interpretación de la música Barroca, sino un instrumento de grandes dimensiones construido por Pleyel y capaz de producir un sonido contundente. La pieza está escrita para un clave y cinco instrumentos y durante el transcurso del concierto, los cinco instrumentos son tratados como solistas. En el primer movimiento se cita un madrigal renacentista: De los álamos vengo madre; el movimiento central es el corazón de la obra y se alude a un Tantum ergo; el movimiento final hace un homenaje a Domenico Scarlatti.
Psyché está compuesta para soprano y cinco instrumentos y se escribió en 1924 al mismo tiempo que Falla trabajaba en el Concierto para clave. Falla musicalizó un texto de su amigo Jean-Aubry y se estrenó en el Palau de la Música Catalana de Barcelona el 9 de febrero de 1925 bajo la dirección del compositor.
Desde 1926 hasta su muerte en 1946, Falla produjo pocos trabajos y el estallido de la Guerra Civil en 1936 le afectó profundamente. El oratorio de grandes dimensiones o "cantata escénica", Atlántida, ocupó gran parte de su tiempo durante estos años y falleció antes de llegar a terminarla. Muere en Alta Gracia, Argentina, un 14 de noviembre de 1946, a donde Falla había emigrado en 1939. Fue completada por Ernesto Halffter y se escuchó por primera vez en el 100º aniversario del nacimiento del compositor en 1976.
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