domingo, 4 de marzo de 2012

La antigüedad

La obra de arte nace con la idea, pero no hay que entender la idea como el acto del entendimiento, sino como la Idea con mayúsculas que definió Platón. Con posterioridad, Aristóteles va a enumerar cuatro causas que hacen posible una obra de arte: la materia de la cual surge la obra, el artista por medio del cual surge, la forma en la que surge, y la finalidad por cuyo motivo surge. A estas cuatro, Platón le añadió la Idea, que no es más que una proyección mental interior y propia del artista (o del ser humano) del objeto de la Naturaleza que el escultor, pintor, etc. mira para efectuar la obra que se propone. La Idea en el arte es algo abstracto, trascendental, que va más allá de la propia experiencia. Lo que es bello, el ideal de belleza está en el artista y es inmortal, etéreo. Las representaciones materiales que el autor hace de su Idea, en cambio, sí mueren. La forma artística preexiste en el espíritu del creador, según Aristóteles, y la forma es superior a la materia, pero la obra no es arte hasta que la forma no ha penetrado en la materia. Plotino, por el contrario, establece una antítesis entre lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, en la que la forma es el mal, el absoluto no-ser. Algo que ni siquiera es totalmente plasmable. Esta maldad y hostilidad se traspasa a la materia cuando se le da forma. En este contexto, van a surgir varias interpretaciones filosóficas acerca de qué es arte. Por un lado, está la interpretación mimética de Platón que dice que el arte sólo es una imitación del mundo sensible, que lo único que hace el artista es realizar una copia exacta que reproduce el contenido de la realidad, contentándose con un inútil duplicado de la Idea, negando así su validez y no siendo su finalidad digna del esfuerzo. Las obras engañan a nuestra vista imperfecta, que aumentan la confusión en nuestra alma Esto hará que se califique esta interpretación de “antiartista”, pero nada de eso, se trata de un visión ajena al arte. Por muy inmutable, eterna y genérica que pueda ser una obra de arte, jamás alcanzará la categoría de una Idea. No obstante, para Platón una obra de arte es valorable en tanto a la labor matemática aplicada en la misma. Por otro lado, aparece la interpretación heurística de Plotino que considera que el arte asume la tarea de introducir la forma en la materia y niega la posibilidad el éxito demostrando que su finalidad es inalcanzable. A esto se le suma la cuestión de qué era más hermoso: ¿la Naturaleza o la Idea representada de la Naturaleza en la obra de arte? Séneca dice que el artista puede o bien trabajar con un modelo real de la Naturaleza o bien trabajar a partir de un Idea interior, una representación propia de la Naturaleza que ve a través de sus ojos. Muchos griegos criticaban las artes porque las consideraban una imitación de la naturaleza, pero Plotino responde a esto que también la Naturaleza es imitadora y que el arte aporta la belleza a través de la perfección (se busca intencionadamente lo más perfecto presente en los elementos de la Naturaleza representados), que no tiene la Naturaleza. Plotino definió el ideal de belleza de la Antigüedad y el Renacimiento clásico, en el que se consideraba bello a todo aquello que en su conjunto resultara armonioso, pero no lo simple. La materia es bella cuando se le da forma y ésta es a su vez más bella si e ella reside una Idea.

Tomado de: Panofsky, Erwin: Idea, Ediciones Cátedra, 1989.

domingo, 19 de febrero de 2012

Tendencias actuales del Conductismo

El Conductismo es una corriente que aún hoy en día sigue en expansión, como todas las ciencias. Ha conseguido introducirse e influir, de forma más o menos notoria, en otros campos científicos y está tomando nuevas directrices, totalmente distintas de las que se planteaban sus precursores cuando surgió esta corriente. En el libro de Rachlin, se nos hace un resumen significativo de las muchas áreas (se encarga de resaltar Rachlin) en los que actualmente está presente el Conductismo.


En primer lugar, tenemos la disfuncionalidad de la conducta humana. Son muchos los investigadores que aplican los principios conductistas al tratamiento de la disfuncionalidad de la conducta humana, y siempre con resultados más óptimos que métodos con tradicionales. Una conducta disfuncional es aquella que ha dejado de estar en armonía con los cambios que se producen en el entorno. De este modo, si las alteraciones del entorno se producen de forma extrema y repentina, el organismo que no sea capaz de adaptarse a estos cambios presentará una conducta disfuncional. Una conducta disfuncional sería aquella que no está acorde con los valores de la sociedad (la conducta de un asesino es disfuncional) y su tratamiento se basaría en un esquema de recompensa-conducta correcta, castigo-conducta incorrecta.


En segundo lugar, tenemos la cuantificación de las variables de la conducta, referida al hecho de que, a pesar de haberse realizado ingentes estudios sobre las leyes del condicionamiento, no se tiene un conocimiento cuantitativo práctico acerca de cómo pueden llegar a funcionar. El único experimento centrado sobre las técnicas cuantitativas fue el que realizó Herrnstein en el área de las conductas de elección de las palomas.



En tercer lugar, aparece el autocontrol (o cambio autoinducido), referida al propio deseo de una persona de modificar su conducta que, según Rachlin, se puede conseguir con las técnicas conductuales. El autocontrol se refiere a la utilización de los aspectos del entorno para controlar una conducta que ha sido adquirida antes o poco después del nacimiento del individuo. En este sentido, el individuo es el experimentador y el organismo de su propio experimento conductual, es él quien juzga qué conducta es la correcta y cuál es su recompensa por ello (una conducta de autocontrol sería la de esconder una caja de bombones para evitar comérselos).




En último lugar, el Conductismo aparece también en el lenguaje. Para explicar esto, Rachlin rememora a Wittgenstein y establece que el lenguaje se encuentra en un continuo con la conducta, que existe una relación entre el lenguaje y la conducta o el pensamiento (relación que incluso el propio Watson expone profundamente en su libro). Esta relación procede de los primeros conductistas, que negaron la naturaleza espiritual del hombre para así poder explicar la conducta en términos de conexiones estímulo-respuesta. Pero el problema surge cuando se plantearon explicar el pensamiento, algo puramente abstracto. Los conductistas solventaron el problema considerándolo como un cierto tipo de acción de magnitud tan pequeña, que era casi imperceptible. Más interesante son los argumentos de Vigotsky acerca de esta relación lenguaje-pensamiento. Según él, “pensamiento y habla son dos procesos separados que se desarrollan independientemente durante cierto tiempo y después se unen”.



El pensamiento sin habla encuentra su paradigma en los experimentos de Köhler con los chimpancés, concretamente el caso del chimpancé Sultán: en una habitación cerrada donde colgaba del techo un racimo de plátanos, el chimpancé Sultán dispuso una caja de tal forma que al subirse en ella alcanzara sin esfuerzo el alimento. Pero también existe habla sin pensamiento y el ejemplo más próximo lo tenemos en los balbuceos de los bebés cuando están empezando a hablar. El pensamiento y el habla se unen en los seres humanos a los tres años de edad, pero hasta entonces, el individuo asocia a las palabras la propiedad de un objeto más que el símbolo que ese objeto representa; es decir, los bebes menores de 3 años no entienden el objeto “silla” como un concepto, sino como un aparato de color marrón y con una determinada forma. Cuando el niño comienza a hablar, empieza a repetir las palabras que ha oído a sus progenitores, al estilo de “Juan niño malo” o “Juan va a casa”, es lo que Vigotsky denomina habla egocéntrica. Este habla sirve para organizar mejor la conducta del crío.



Bibliografía


Watson, J.B. (1972): La batalla del Conductismo, Editorial Paidós


Skinner, B.F. (1975): La conducta de los organismos, Fontanella


Skinner, B.F. (1977): Sobre el conductismo, Fontanella


Belanger, Jean (1999): Imágenes y realidades del Conductismo, Universidad de Oviedo


Rachlin, Howard (1977): Introducción Conductismo moderno, Editorial Debate

Métodos de medida

Existen una serie de herramientas para medir la conducta. Las técnicas para medir las respuestas condicionadas clásicamente son iguales a las técnicas usadas para medir los reflejos incondicionados. El problema de la medición en el condicionamiento instrumental no es el de descubrir la respuesta ante un estímulo, sino de inventar un aparato que sea sensible a los cambios que se producen en la conducta del organismo, ya que las respuestas del condicionamiento instrumental dependen del entorno. Pero hay que tener en cuenta que los experimentos se realizan en el laboratorio y que el entorno es creado por el experimentador, que restringe las variables para mayor comodidad del estudio. Los métodos de medida que Rachlin explica son los más comunes, pero no por ello los únicos y los más infalibles.

La latencia de una conducta es el tiempo que transcurre entre algún estímulo y la ocurrencia de la conducta. La latencia de una respuesta instrumental dependerá de las condiciones del sujeto y del reforzamiento que se le otorgue. Se trata de una variable dependiente muy utilizada en los experimentos de condicionamiento instrumental. Fue la medida de aprendizaje usada por Thorndike en sus experimentos de cajas-problema.

Las cajas-problema son cajas constituidas por laberintos que el animal debe resolver. Una variante de la caja de Thorndike es la caja lanzadera ideada por Miller y por Mowrer. Se trata de una caja con una barrera en el centro que divide la caja en dos plataformas. El animal debe saltar de un lado al otro de la caja. Para ello, el experimentador coloca en uno de los lados la comida y en el otro al animal; o bien, le aplica una descarga eléctrica al animal para que salte al otro lado. La caja lanzadera tiene la ventaja sobre la clásica caja-problema de que el experimentador evita tener que coger al animal, hecho que puede llegar a influir en su conducta. Otra tipo de caja-problema es la caja de palanca o caja de Skinner, inventada por B.F. Skinner. En esta caja, el animal debe presionar una palanca para escapar de la descarga. La ventaja de la caja de Skinner es que la respuesta se llega a producir antes que en una caja lanzadera. La caja de Skinner se usa frecuentemente para estudiar la latencia y las tasas de respuestas.

La tasa de la respuesta es el número de veces que se repite una determinada conducta cuando se le presenta al organismo un estímulo. La tasa de respuesta va a depender de la situación interna propia del organismo. Para medir la tasa de respuesta en el laboratorio se puede medir la velocidad con la que un organismo va de un punto a otro. Para ello, existen dos instrumentos: el corredor recto y la rueda de actividad. El corredor recto es un corredor con una caja en cada uno de sus extremos. El animal (pensemos en una rata) corre de una caja a la otra, midiéndose la tasa de respuesta (la velocidad, en este caso) según interrumpe los haces de luz de una serie de células fotoeléctricas. Este instrumento es muy útil para medir la velocidad con la que un animal corre hacia una meta o escapa de un estímulo doloroso. La rueda de actividad sirve para medir la velocidad de un animal durante prolongados períodos de tiempo y constituye un recorrido infinito. La velocidad se puede medir fácilmente a través de las revoluciones de la rueda.

La elección se trata de una medida de razón más que de valores absolutos y utiliza los siguientes instrumentos: el laberinto de Small y la plataforma de salto de Lashley. El laberinto de Small fue el primero en incorporar el principio de elección y sirvió de base para crear otros laberintos. Un ejemplo sería el laberinto T: un corredor en forma de T que el animal (una rata) debe recorrer hasta llegar a la cruz de la T, donde el corredor se bifurca en otros dos corredores, uno a la derecha y otro a la izquierda, y donde el animal debe elegir hacia qué lado ir. Este es el punto de elección y el experimentador proporciona una clave al animal (una flecha roja indicando el camino incorrecto y otra verde indicando el correcto). Al final de cada bifurcación hay una caja-meta donde la rata puede ser castigada (si ha escogido el corredor de la flecha roja) o recompensada (si ha escogido el corredor de la flecha verde). La labor del experimentador será la de averiguar cuánto tardará la rata en aprender que la flecha verde indica el corredor que accede a la caja-meta donde se recompensa. El tipo de dato psicológico que se obtiene con el laberinto T se denomina razón de conducta, ya que mide la conducta A en relación con la conducta B. La razón de conducta es el porcentaje de ensayos en que el animal va bien a un lado, bien al otro.

Se puede dar una combinación: una caja de Skinner con dos palancas, una que proporcione comida cuando se presiona, y otra que haga caer agua sobre el animal. De este modo podemos medir la tasa de respuesta (el número de veces que el animal presione una de las palancas) y la elección (la decisión de presionar una de las dos palancas que proporcione al animal una recompensa).

La plataforma de salto de Lashley, ideada por Karl Lashley, consiste en una plataforma enfrente de la cual se encuentra una pared vertical en la que se insertan dos trampillas, en cada una de ellas había un dibujo distinto. La cuestión era colocar en esa plataforma a una rata que, si saltaba a la trampilla correcta, se le proporcionaba comida; si saltaba a la incorrecta, ésta no le daba el paso y la rata caía en una red. De este modo, la rata aprendía a discriminar entre dos estímulos dados, rayas verticales pintadas en una de las trampillas o rayas horizontales pintadas en la otra. Este instrumento tiene la ventaja de que, al presentarse la recompensa o el castigo de forma inmediata a la elección de la rata, resulta más eficaz que el laberinto en forma de T, en la que hay que esperar a que la rata entre en la caja-meta.

sábado, 18 de febrero de 2012

Técnicas y procedimientos del Conductismo

Los conductistas actuales se preocupan más por enfocar su estudio sobre la conducta en el aspecto práctico que a unificar la teoría conductista. De este modo, los conductistas modernos utilizan los instrumentos y métodos que otros conductistas han establecido ya, y que resultan más o menos eficaces, sin molestarse en investigar por su propia cuenta nuevas técnicas. Las diversas técnicas que usan estos conductistas y que a continuación se explican son las que Rachlin expone en su libro. Son tres: condicionamiento clásico, condicionamiento operante y pseudocondicionamiento. Un apunte antes de explicarlos. Skinner, en su libro La conducta de los organismo, habla en otros términos: conducta respondiente (equivalente al condicionamiento clásico) y conducta operante (condicionamiento instrumental), pero se refiere en esencia a lo mismo. El primer tipo de conducta es la que está relacionada con estímulos provocadores específicos y la segunda es la que no se ciñe a esta relación. Belanger (tal como expone en su libro) considera de una falsedad empírica las distinciones de Skinner sobre este aspecto; y también las de Hamlyn, que distingue entre condicionamiento clásico (movimientos reflejos) y condicionamiento instrumental u operante (conducta).

Para explicar el condicionamiento clásico, Rachlin tiene en cuenta los experimentos de Pavlov sobre los reflejos de salivación en los perros. Las intenciones de Pavlov eran estudiar la fisiología de las secreciones de la boca y el estómago en el momento de darles comida a los perros. De todos los experimentos que realizó Pavlov, el que nos interesa para explicar el condicionamiento clásico es el siguiente: Pavlov aisló a un perro hambriento en una habitación y le colocó ciertos tubos en la boca para medir su salivación. El perro hambriento comenzaba a salivar en cuanto se le presentaba el alimento. Pavlov se planteó si esta salivación se producía por el mero hecho de presentarse la comida ante los ojos del perro o si otro estímulo podría provocar el mismo efecto. Así pues, aislando a otro perro hambriento de cualquier estímulo exterior, le daba de comer después de emitir un sonido con un diapasón. Repitiendo varias veces este proceso, Pavlov consiguió que el perro asociara el sonido del diapasón con el alimento. En esto es en lo que consiste, en base, el condicionamiento clásico, a partir de esto, Rachlin nos explica los elementos del condicionamiento clásico:

- El primer elemento necesario es un reflejo ya establecido. El reflejo se compone de un estímulo (el alimento) y una respuesta provocada por este estímulo (la salivación). Este estímulo se trata de un estímulo incondicionado, es decir, no va a estar determinado por un experimentador.

- El segundo elemento es un estímulo neutro, un estímulo que no provoque la respuesta antes de que comience el experimento. Éste será el estímulo condicionado, el estímulo que va a determinar la respuesta después del experimento (el sonido del diapasón).

Estos tres elementos y la forma en que se conexionan van a crear un reflejo condicionado, o sea, una respuesta provocada por un estímulo neutro que ha dejado de serlo para convertirse en un estímulo condicionado (la salivación del perro cuando oye el sonido del diapasón). Para que el estímulo neutro (sonido) se convierta en condicionado hace falta que el estímulo incondicionado (alimento) se presente poco después de haber presentado el estímulo neutro, para que así el organismo (perro) establezca esa asociación estímulo incondicionado-estímulo neutro. Según avanza el experimento, la respuesta del estímulo condicionado adquirirá tanta fuerza como la respuesta del estímulo incondicionado. No obstante, la respuesta del estímulo condicionado desaparece si se presenta un número suficiente de veces sin que le siga el estímulo incondicionado. Esto es lo que se llama extinción de la respuesta.

El experimento de Pavlov tenía una característica peculiar: la generalización del estímulo condicionado. Esta generalización implicaba que los perros ya no sólo salivaban cuando oían el sonido del diapasón, sino cuando oían cualquier sonido parecido. Se hace necesario, por tanto, un proceso de discriminación, es decir, reservar una determinada respuesta (la salivación) al estímulo condicionado pertinente (el sonido del diapasón y no de otro instrumento).

Para explicar el condicionamiento instrumental, Rachlin hace mención de la “ley del efecto” que describió Thorndike en 1898. Una de las máximas de esta ley era que “una conducta que tiene éxito incrementa su probabilidad de volver a ocurrir en circunstancias similares”. Thorndike basó su teoría en experimentos que realizaba con gatos hambrientos encerrados en cajas-problema, de las que el animal tenía que escapar. Estas cajas-problema disponían de un mecanismo que, al ser accionado, abrían la puerta de la caja y permitían al gato escapar. El experimento era repetido varias veces. Thordike se dio cuenta de que, según se iba repitiendo, los gatos salían cada vez en menos tiempo (cuantos más ensayos realizados, menos tiempo tardaba el gato en escapar). Según Rachlin, los experimentos de Thorndike constan de los siguientes elementos:

- Un estímulo al organismo proporcionado por el experimentador.

- La conducta que resulta de ese estímulo. Si la conducta era la que el experimentador esperaba, se recompensaba al organismo. Esto incrementaba la probabilidad de que se repitiese esa conducta en un futuro. Esta recompensa es lo que se va a llamar refuerzo.

El experimento de Thorndike contribuyó a establecer las bases del condicionamiento instrumental. Una de las cosas que critica Rachlin (y que también se aplica al pensamiento de Skinner) es que el experimento de Thorndike es puramente artificial, al contrario que el propio Thorndike, que pensaba que sus experimentos no eran más que una simulación simplificada del entorno natural. La intención de Thorndike con estos experimentos era imitar el entorno natural de los organismos, de una forma más sencilla, para poder controlar mejor las variables; pero Rachlin insiste en que todos los experimentos son, por naturaleza, artificiales. Asimismo, Rachlin también nos explica que Thorndike observó una relación entre la adaptación individual y la adaptación de las especies. Esta relación se debe a los cambios que pueda haber en el entorno de un determinado organismo individual. Si ese organismo adapta su conducta (aprende, dicho de otra forma) a las nuevas situaciones del entorno, transmitirá esa conducta a sus sucesores y, por consiguiente, a toda su especie.

Rachlin desarrolla en su libro los cuatro principios básicos del condicionamiento instrumental, que están relacionados con la evolución de las conductas individuales:

- El principio de recompensa: es el refuerzo, una recompensa aumenta la probabilidad de que se repita una determinada conducta.

- El principio de castigo: es la antítesis del refuerzo, un estímulo nocivo que disminuye la probabilidad de que vuelva a ocurrir una conducta.

- El principio de reforzamiento negativo: es aquel en el que un estímulo nocivo aumenta la probabilidad de que se repita la conducta. Aparece en el condicionamiento de escape: un gato sería capaz de escapar de una caja-problema aunque no se le diera comida, sólo por el hecho de escapar de su cautiverio.

- El principio de castigo negativo: es la omisión de la recompensa, disminuyendo así la probabilidad de que la respuesta vuelva a suceder.

A continuación se establecerá una comparación entre ambos condicionamientos según perspectivas de Rachlin y Belanger. Según Rachlin, ambos condicionamientos son “fenómenos estrechamente relacionados, pero distinguibles”. Estas diferencias vienen determinadas por la influencia del organismo sobre el reforzamiento y la forma en que el experimentador clasifica la conducta. Con respecto al primer parámetro, tanto Rachlin como Belanger coinciden en que en el condicionamiento clásico, la conducta del animal sigue a un estímulo, primero neutro y luego condicionado (el sonido del diapasón); es decir, la conducta es consecuencia del estímulo manipulado por el experimentador. En el instrumental, ocurre al revés: es el estímulo el que sigue a la conducta, o sea, el estímulo se presenta ante el animal después de una determinada conducta. Tanto el elemento incondicionado (alimento) del condicionamiento clásico como la recompensa (alimento) del condicionamiento instrumental son refuerzos y ambos sirven para determinar el condicionamiento, y su ausencia, para la extinción. La diferencia radica en que en el condicionamiento clásico, el reforzamiento está siempre presente, ya que el estímulo incondicionado (el alimento) lo está; en el condicionamiento instrumental, el reforzamiento sólo se da cuando se ejecuta la conducta.

Con respecto al segundo parámetro, la forma en que el experimentador clasifica la conducta, se trata de un procedimiento que por propia inherencia apela a la opinión personal y la relación con respecto al organismo del experimentador. Lo que para un estudioso de la conducta puede resultar un factor importante, para otro puede ser un detalle banal y sin importancia. Incluso influye mucho desde qué materia se enfoque el estudio. En el condicionamiento clásico, las respuestas se agrupan en una determinada categoría según el estímulo que las provoca; y en el condicionamiento instrumental, la clasificación de las conductas depende de la recompensa y del castigo.

Por otra parte, existe un tercer experimento que se considera el paradigma del condicionamiento clásico-instrumental; es decir, un instrumento en el que ambos condicionamientos se dan de forma simultánea. Este experimento, cuenta Rachlin, es el que realizaron Ellison y Konorski, que elaboraron el siguiente procedimiento: entrenaron a un perro para que apretara una palanca al mismo tiempo que una luz se mantenía encendida. El perro tenía que pulsar la palanca nueve veces para que la luz se apagara e hiciera sonar un zumbido (el estímulo neutro que se convierte en condicionado), y éste era seguido por comida. Se podían medir la cantidad de veces que el perro apretaba la palanca (condicionada instrumentalmente) y la cantidad de saliva (condicionada clásicamente) mientras que la luz permanecía encendida y mientras que sonaba el zumbador. En primer lugar, midieron la salivación en el momento en el que el perro presionaba la palanca antes de que llegara a completar las nueve veces. En esta situación (mientras la luz permanecía encendida), la respuesta instrumental (la presión de la palanca) era elevada y la salivación baja. En segundo lugar, midieron la salivación mientras el perro apretaba la palanca después de que se hubiese presionado nueve veces y después de haberse presentado el estímulo condicionado (el zumbador), pero antes de que apareciese el estímulo incondicionado (la comida). En esta situación (mientras sonaba el zumbador), la respuesta instrumental era baja y la salivación era elevada.

El pseudocondicionamiento es una especie de condicionamiento en la que no es necesaria una relación entre el estímulo incondicionado y el estímulo condicionado para que se produzca la respuesta. Rachlin distingue dos tipos de pseudocondicionamiento: el pseudocondicionamiento en los experimentos clásicos y en los experimentos instrumentales.

En los experimentos clásicos, Rachlin rememora el experimento de Pavlov para explicar la teoría. Según cuenta Rachlin, no podemos estar seguros de que se haya producido un condicionamiento entre un estímulo condicionado y un estímulo incondicionado, ya que, en algunos casos, la presentación del estímulo incondicionado puede cambiar el estado del organismo de tal forma que el estímulo condicionado produce la respuesta por sí mismo, sin necesidad de que exista una conexión con el estímulo incondicionado. Para explicar esto, Rachlin expone el siguiente experimento: tenemos una descarga eléctrica como estímulo incondicionado, un estímulo táctil vibratorio como estímulo condicionado y dos sujetos. Al primero se le aplican las vibraciones sobre la mano, sin que se produzca su retirada; después, las vibraciones se le emparejan con una descarga eléctrica, retirando el sujeto la mano. Al segundo sujeto se le aplica en la mano una descarga eléctrica (sin que vaya emparejada con las vibraciones), produciéndose la retirada de ésta, y luego se le aplican las vibraciones. Si el segundo sujeto retira la mano, significa que la descarga sólo sirve para hacer que la mano sea más sensible a las vibraciones y no porque exista verdadero condicionamiento.

En los experimentos instrumentales, cualquier respuesta que se produzca sin emparejamientos de la respuesta y el reforzamiento es una respuesta pseudocondicionada. Rachlin expone el siguiente experimento para explicarlo: tenemos una rata metida en una caja donde hay una palanca que al ser presionada vierte polvos picantes sobre la rata. En algún momento, la rata presionará esta palanca y caerán sobre ella los polvos picantes. Como consecuencia la rata comenzará a dar saltos y apretará la palanca en un tiempo menor que la primera vez. La rata vuelve a ser rociada con polvos picantes, provocando que dé más saltos y que presione de nuevo la palanca, en un tiempo también menor. Este proceso se repetirá hasta que la rata quede exhausta. Para demostrar que este experimento no se trata de un condicionamiento instrumental, Rachlin argumenta que los polvos picantes no condicionan instrumentalmente la acción de la rata de presionar la palanca, porque si pusiésemos a otra rata en una caja idéntica y la rociáramos con polvos picantes sin que ésta hubiese presionado previamente la palanca, la rata se hubiese comportado de la misma forma (dando saltos y presionando la palanca) y por tanto el emparejamiento entre las respuestas y el reforzamiento no existe.

lunes, 13 de febrero de 2012

El cuerpo humano

El Conductismo sostiene la necesidad de un estudio que le permita conocer la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano, teniendo en cuenta la naturaleza de su objeto de estudio, la conducta, que nace en el interior de cada persona. Watson realiza en su libro la siguiente distinción de los órganos:

Los órganos sensoriales, compuestos por un tejido conjuntivo; vasos sanguíneos, que suministran alimento; y fibras musculares, que lo facultan para recibir el estímulo que ejercerá el efecto sobre el cuerpo. Todos ellos contienen tejido epitetal, una estructura sensible únicamente a una forma de estímulo, es lo que Watson denomina “sensibilidad selectiva”; es decir, son células que se especializan en la recepción de un determinado tipo de estímulo. Los conos y los bastoncillos son células epitetales, la primera especializada en la recepción del color y la segunda en la recepción de la luz. Cuando un estímulo apropiado llega a la célula epitetal, se produce un cambio físico o químico en ella. Este cambio provoca una excitación nerviosa en la terminación del nervio que está en contacto con la célula epitetal y se transmite por una cadena de neuronas al cerebro y, desde allí, a algún músculo o glándula.

Los órganos de reacción son los que expresan de forma física los procesos químicos que se producen en los órganos sensibles. Watson distingue tres tipos de órganos de reacción: el sistema muscular del esqueleto, el sistema muscular liso y el sistema glandular.

domingo, 12 de febrero de 2012

Organismo, estímulo y respuesta

En este apartado se definirán los instrumentos de estudio del Conductismo, el organismo, el estímulo y la respuesta, a través de lo que Belanger y Rachlin exponen en sus libros.
El organismo hace referencia al sujeto, al individuo biológico. Belanger establece dos aspectos con respecto al individuo biológico. El primero de ellos hace referencia a la diferencia interindividual; es decir, las diferentes respuestas que distintos sujetos pueden demostrar ante un mismo estímulo, y a la organización intraindividual, o sea la jerarquía de conductas propias de un organismo. Sendas características van a depender del entorno natural, de la historia y de inherencia de cada individuo. El segundo aspecto del organismo es el carácter biológico que le rodea. El organismo es por definición algo intrínsecamente biológico y, por ello, su funcionamiento sólo se puede explicar desde la perspectiva biológica, y nunca psicológica.

El estímulo, atendiendo a palabras de Belanger, es una variable independiente definida por todo suceso físico manipulado por un experimentador y presentado a un sujeto. El estímulo puede dividirse en distintas categorías (externo o interno al organismo; individual o grupal; simultáneo o sucesivo; etc.) según la forma que tenga de presentarse ante el sujeto. También puede darse el caso de que el estímulo no haya sido manipulado o presentado por un experimentador; es decir, que sea un estímulo no determinado procedente del entorno del sujeto. En este caso, se hace más propio hablar del término “situación” para referirse a aquellos estímulos cuya naturaleza es difícil de identificar, y que por ello, hacen más complejo el análisis del estímulo. Skinner distingue diversas funciones de los estímulos.

La respuesta es la conducta que adopta el sujeto cuando se le presenta el oportuno estímulo. Es lo que un organismo hace cuando se relaciona con el mundo exterior. Se trata tanto de un fenómeno biológico, en el sentido del cambio en el estado del sujeto que se materializa de forma física y aparente (salivación, aumento del ritmo cardíaco, etc.); como un fenómeno psicológico, con respecto a la interacción entre este cambio de estado del sujeto y su entorno exterior. Tanto el fenómeno biológico y el psicológico son condiciones necesarias para el desarrollo de una determinada conducta; no obstante, si bien es verdad que muchos conductistas aceptan ambos fenómenos como necesarios, también insisten en que no son suficientes y proponen otras condiciones necesarias. En su libro, Belanger nos cuenta que los conductistas abarcan el estudio de la conducta desde dos perspectivas diferentes. Unos realizan estudios de la conducta a nivel molecular (que responde al fenómeno biológico de la conducta) y otros a nivel molar (que responde al fenómeno psicológico). La primera de ellas, la conducta molecular, se centra en el análisis de la conducta a partir de la naturaleza de los movimientos musculares del sujeto y la segunda de ellas, la conducta molar, basa sus estudios en la interacción estado-entorno. El nivel de molecularidad y de molaridad de una conducta no son incompatibles, al contrario, Belanger insiste en que existen distintos grados, y una conducta nunca podrá ser completamente molar ni completamente molecular.

Según cuenta Skinner en La conducta de los organismos, existe una correlación entre el estímulo y la respuesta. El primero no puede existir sin el segundo y viceversa, y establece el concepto de reflejo para definir esta relación. Tanto el estímulo como la respuesta varían en su intensidad y en su duración y, por esa razón, podemos hablar de propiedades cuantitativas del reflejo. Skinner nos expone una serie de leyes estáticas del reflejo; dado un estímulo sobre el que el experimentador tiene el control cuantitativo (en intensidad y duración) y una medida de la magnitud de una respuesta, se pueden formular las siguientes leyes:
- Ley del umbral: “la intensidad del estímulo debe alcanzar o exceder un cierto valor crítico (llamado umbral) para que pueda provocar una respuesta”.
- Ley de latencia: “Un intervalo de tiempo (llamado latencia) transcurre entre el inicio del estímulo y el inicio de la respuesta”.
- Ley de la magnitud de la respuesta: “La magnitud de la respuesta está en función de la intensidad del estímulo”.
- Ley de la postdescarga: La respuesta puede persistir durante algún tiempo después del cese del estímulo”.
- Ley de la sumación temporal: “La prolongación de un estímulo o la presentación repetitiva del mismo dentro de ciertas tasas limitadas tiene el mismo efecto que el incremento de su intensidad”.

El hecho de que Skinner se refiera a ellas como leyes estáticas tiene un porqué: la mayoría de estas leyes se detectan presentando un estímulo de varias intensidades a un organismo y observando el tiempo de ocurrencia, duración y magnitud de su respuesta, tres variables que Skinner define como propiedades estáticas del reflejo; es decir, son valores que permanecen constantes al principio del experimento. En el momento en que se dan cambios en el estado de estas propiedades estáticas, porque el experimento va avanzando y los valores estáticos dejan de serlo (los organismos responden de otra forma cuando se les presentan de nuevo los estímulos), se hace necesario explicar estos cambios a través de otro tipo de leyes, las leyes dinámicas del reflejo:
- Ley de la fase refractaria: “Inmediatamente después de la provocación, la fuerza de algunos reflejos tiene un valor muy bajo, cercano al cero. Vuelve a su estado anterior durante la inactividad subsiguiente.”
- Ley de la fatiga del reflejo: “La fuerza de un reflejo desciende durante la provocación repetida y vuelve a su valor anterior durante la inactividad subsiguiente.”
- Ley de facilitación: “La fuerza de un reflejo puede incrementarse mediante la presentación de un segundo estímulo que en sí no provoca la respuesta.”
- Ley de la inhibición: “La fuerza de un reflejo puede decrecer mediante la presentación de un segundo estímulo que no tiene ninguna otra relación con el efector en cuestión.”
- Ley de condicionamiento tipo S: “La presentación aproximadamente simultánea de dos estímulos, uno de los cuales (el estímulo “reforzante”) pertenece a un reflejo existente que en dicho momento posee cierta fuerza, puede producir un aumento en la fuerza de un tercer reflejo compuesto por la respuesta del reflejo reforzante y por el otro estímulo.”
- Ley de extinción tipo S: “Si el reflejo reforzado a través de un condicionamiento tipo S se provoca sin presentación del estímulo reforzante, su fuerza decrece.”

El término fuerza se mide según las variables estáticas del reflejo y es un error confundirla con la magnitud de la respuesta, ya que ésta depende de la magnitud del estímulo, totalmente independiente de la fuerza del reflejo. Existen otras dos leyes dinámicas, pero estas son sólo aplicables al condicionamiento clásico (o conducta respondiente):
- Ley del condicionamiento tipo R: “Si a la ocurrencia de una operante sigue la representación de un estímulo reforzante, la fuerza aumenta”.
- Ley de la extinción tipo R: “Si a la ocurrencia de una operante ya fortalecida por condicionamiento no sigue un estímulo reforzante, la fuerza decrece”.

Todas estas leyes, tanto las estáticas como las dinámicas, hacen referencia al reflejo y son aplicables al mismo, siempre y cuando lo entendamos como una unidad aislada. Pero tenemos que tener en cuenta también, de forma independiente al reflejo, las partes funcionales que conforman el propio reflejo y su interacción entre ellas. Esta interacción también cuenta con su propio sistema de leyes:
- Ley de la compatibilidad: “Dos o más respuestas que no se superponen topográficamente pueden ocurrir simultáneamente sin interferencia”.
- Ley de la prepotencia: “Cuando dos reflejos se superponen topográficamente y las respuestas son incompatibles, puede ocurrir una respuesta si existe exclusión de la otra”.
- Ley de la sumación algebraica: “La provocación simultánea de dos respuestas que utilicen los mismos efectores, pero en direcciones contrarias, produce una respuesta cuya magnitud es una resultante algebraica”.
- Ley de la mezcla: “Dos respuestas que presenten cierta superposición topográfica pueden provocarse conjuntamente pero en formas necesariamente modificadas”.
- Ley de la sumación espacial: “Cuando dos reflejos tienen la misma forma de respuesta, la respuesta a ambos estímulos combinados tiene una mayor magnitud y una latencia más corta”.
- Ley del estancamiento: “La respuesta de un reflejo puede constituir o producir un estímulo provocador o discriminativo de otro”.
- Ley de la inducción: “Un cambio dinámico en la fuerza de un reflejo puede ir acompañado por un cambio similar, pero no tan amplio en un reflejo relacionado con él, consistiendo esta relación en la posesión de propiedades comunes de estímulo o respuesta”.

Para entender alguna de las leyes que Skinner nos presenta, hace falta explicar el término de predicción topográfica de los estímulos y las respuestas. Este término se basa en que, habiéndose presentado un estímulo ante un organismo, se pueda predecir la inminente respuesta; o viceversa, que dada una determinada respuesta, se pueda predecir el estímulo causante.