Cuando hablamos de Romanticismo, nos referimos a aquellas corrientes musicales (y no sólo musicales) que fructificaron durante el siglo XIX. Como sucede en otros períodos anteriores, esta clasificación es puramente convencional y simple, pero está plenamente aceptada para poder organizar la historia del arte. Aun así es restrictiva. En 1924, Arthur O. Lovejoy analizaba en su artículo On the Discrimination of Romanticisms la cuestión de "lo romántico" y llegó a la conclusión de que, tras haberle dotado de tantos significados, ya no significaba nada. Uno de los padres del movimiento, Friedrich Schlegel le decía en una carta a su hermano que había logrado definir correctamente el término "romántico", pero para ello le habían hecho falta 120 páginas... En lo que se refiere a la crítica musical, la palabra "romántico" se asociaba con lo abstracto, lo indefinido o lo imaginativo. Un claro ejemplo de esto, aunque no sea musical, lo encontramos en un cuadro de Goya: Perro semihundido.
Perro semihundido de Goya |
¿Qué sucede con este cuadro? No se trata de un cuadro figurativo al uso, se puede distinguir una mancha gris en la que apenas reconocemos las fauces de un perro. En poco se diferencia esta pintura de los cuadros de Rothko, ya en el siglo XX. Pero Goya no es el único que está experimentando en esta dirección. Si contemplamos los cuadros de Turner, comprobaremos que hay un progresivo proceso de abstracción en sus cuadros; las figuras se difuminan y se da paso al contraste de colores. Hay, por parte de los pintores, una búsqueda en la naturaleza de lo huidizo, lo inasible: el agua y el vapor en que se convierte bajo los rayos de la luz implacable, los humos de las locomotoras... Sorprende ver cómo artistas que no se conocen y que no tienen ninguna relación entre sí, acaban yendo por los mismos derroteros.
Esta época está experimentando, pues, un proceso de abstracción. Pero, ¿qué es lo que entendemos por abstracto? Entendemos por abstracto todo aquello que se sale de lo normativo, de lo clásico... Entenderemos "romántico" como oponente de lo "clásico". Curiosamente, el término "clásico" se acuña después del término "romántico". Parece que fue Amadeus Wendt, un crítico musical, el primero en definir un "período clásico" en 1836 que consistía exclusivamente en obras de Haydn, Mozart y Beethoven. Aun así resulta simplista establecer una división tan tajante entre Clasicismo y Romanticismo: los rasgos estilísticos que atribuimos como propios del Clasicismo perdurarán en gran parte de la música del XIX y muchas características que consideramos románticas aparecen ya en el siglo XVIII.
Tempte du neige sur mer de Turner |
Amanecer con monstruos de Turner |
No obstante, los historiadores de la música del siglo XIX tendrán claro la siguiente división: lo clásico antes de la Revolución Francesa y lo romántico después de la Revolución Francesa. Y es que la Revolución Francesa fue, para los jóvenes artistas de la época, un hecho trascendental en sus vidas. André Grétry fue uno de los compositores afectados por la Revolución y el propio Beethoven tuvo que presenciar los hechos a la influenciable edad de 19 años. No era casualidad pues, que en Francia muchos de los argumentos de la opéra y la opéra-comique tocaran temas revolucionarios o las preocupaciones del momento; la única ópera de Beethoven, Fidelio, representa estos nuevos valores elevados y el espíritu de la Revolución. Y al igual que Beethoven, aunque más posteriormente, Verdi también ambientaría sus óperas dentro de un espíritu revolucionario, que estaba viviendo Italia, pero ubicadas en épocas distintas y países lejanos. Por eso encontramos óperas en las que el pueblo lucha contra la tiranía: Nabucco, Ernani, I Lombardi.
Karl Dahlhaus considera que el Romanticismo empieza en el año 1814, que coincide con el Congreso de Viena, con el que se puso fin al reinado de Napoleón y en el que hubo un nuevo reparto de fuerzas; curiosamente, coincide 100 años después con el primer reparto de fuerzas: 1714, año de la muerte de Luis XIV y la Guerra de Sucesión. En 1830, se sucede la segunda Revolución Francesa, que puso fin al reinado de Carlos X, un reinado que intentó restaurar los privilegios de la monarquía. Se trataba de una monarquía representativa y los que mantienen el poder son la alta burguesía.
En esta época aparece también la Grand opéra francesa, llamada así por los grandes recursos utilizados. También es la época de eclosión del pianismo. Desde los años 90, el pianoforte fue evolucionando organológicamente el piano. Un clave no tiene posibilidad de competir en el siglo XIX con el piano. Su desarrollo culmina en la década de los 30.
La música orquestal va a superar a la novena de Beethoven. Berlioz va a hacer algo que va a ser habitual en la música del Romanticismo: el aunar varias artes. En Berlioz se yuxtapone el teatro y la música llamando drama instrumental a la Sinfonía fantástica.
Hay una eclosión del ballet en esta época, forjándose las grandes escuelas como la del real ballet danés. El ballet se escinde de la ópera y se independiza, creando sus propias historias. Adolf Lourrit, alumno de Manuel García, se dedicó a componer ballets para esta época.
A mediados de siglo es la época de la III República. La sinfonía decae en este momento, ya que se desarrolla el poema sinfónica. Muchos de los compositores de la corriente eslava comenzarán a afiliarse a este tipo de composición.
¿Qué sucede en la década de los 70? La guerra franco-prusiana. En esta época se desarrolla el drama wagneriano y la identificación y los movimientos nacionales. En la década de los 70 hay una recuperación de la sinfonía con Bruckner. También habrá una internacionalización de la sinfonía. Hay un componente nacional casi épico donde habría que incluir las sinfonías de Tchaikovsky.
Aparecen los nacionalismos. El inicio del nacionalismo es un movimiento alemán. La búsqueda de la identidad nacional. La visión que tenemos de los nacionalismos es la de los nacionalismos periféricos que luchan contra alguien (como el nacionalismo eslavo).
En ningún otro período como en el Romanticismo se hace necesario un marco estético-filosófico para entender la corriente. Los nombres más importantes de este período son Wackenroeder, E. T. A. Hoffmann, Hegel y Schopenhauer. La figura de Wackenroeder es especialmente importante en este contexto, ya que en él se encuentran muchos de los elementos que configurarían el Romanticismo alemán. Wackenroeder fue un apasionado del arte. Se trata de un ejemplo de personaje sensible que además se le confiere un halo romántico por tener una vida muy breve, apenas llegó a los 25 años. Según Wackenroeder, hay que acercarse al arte desde el sentimiento y no desde la razón. Con respecto a la música: Wackenroeder considera que la música describe los sentimientos desde una perspectiva sobrehumana. La figura de Dios cobra especial importancia y esto se ve reflejado en el arte. Lo indefinible de la música, que es su cualidad sonora. Todo aquello que no puede expresarse con palabras, encuentra el vehículo de expresión en la música. Wackenroeder considera a la música, pues, como un arte privilegiado. La música no expresa los sentimientos, es el sentimiento en sí, ya que nos relaciona con Dios.
Otro personaje importante en el desarrollo de las actitudes románticas será Ernst Theodore Wilhelm Hoffmann, quien sustituiría su tercer nombre por el de Amadeus, en clara alusión a Mozart. Hoffmann realizó labores de crítico musical, realizando un tipo de crítica extravagante y metafórica (muy similar a la que adoptaría posteriormente Schumann), además de narraciones y novelas en los que la música está especialmente presente. Una de las figuras de ficción que aparece en muchas de sus obras es un maestro de capilla llamado Johanes Kreisler, quien representa una mezcla de la sensibilidad consumada del músico romántico y del propio Hoffmann. Aunque conocido especialmente por su obra literaria, lo cierto es que Hoffmann tenía una formación musical más o menos buena que le llevó a trabajar como director de orquesta pese a no tener experiencia como director ni estar cualificado para el cargo (de hecho, sólo duró dos meses en el puesto) y a componer cinco Singspiel y música incidental. Una de las pocas obras que conseguiría estrenar sería la ópera Undine, cuyo interés radica más en su ingeniosa y colorida instrumentación que en la calidad de su música. Hoffmann se convertiría en un prototipo del artista-músico del Romanticismo, tanto en su actitud ante la vida como en su trabajo. Sea como fuere, lo cierto es que la influencia del espíritu romántico (que no musical) de Hoffmann se deja sentir en Robert Schumann o en Richard Wagner.
Por su parte, Hegel y Schopenhauer configuran un pensamiento filosófico completo. Hegel, en su Estética, establece tres etapas en el desarrollo de la música: la simbólica, la clásica y la romántica. La primera, la simbólica, se correspondería con la arquitectura, ya que muestra tan sólo los materiales inanimados de la idea. La etapa clásica estaría representada por la escultura, ya que el elemento interior de la idea toma apariencia. La última fase, la romántica, viene representada por la música, porque puede expresar el sentimiento en sí de la idea.Una de las cualidades de la música es que penetra profundamente en nuestra alma a través de los oídos. Entronca con los pitagóricos, ya que para ellos la música conducía directamente al alma.
Schopenhauer configura dentro de su corpus filosófico la figura del genio. En Schopenhauer la importancia recae sobre el concepto de voluntad. El compositor tiene el papel de revelar la esencia del mundo a través de un lenguaje que no entiende la razón. ¿Cómo llegamos entonces a ese lenguaje? A través del sentimiento. Sólo el genio conoce ese vínculo de expresión. Para Schopenhauer, el lenguaje absoluto de la música ocupa la cúspide de la pirámide de las artes.
Los temas también cambian. El lugar que ocupa la historia particular, la historia patria, no es menor que la importancia que ha adquirido la naturaleza geográficamente definida. También maduran muchas semillas lanzadas por el Sturm und Drang: los poetas vuelven su mirada hacia el Norte, hacia los mitos germánicos y a la leyenda de los nibelungos: en el Singspiel La muerte de Baldur de Hartmann aparecía un coro de valquirias. También surge una pasión por lo antiguo y se redescubre Oriente. Aparece también un difuso resurgimiento de la sensibilidad religiosa. Algo similar ocurrirá en el resto de las artes. En la pintura, por ejemplo, pintores como Caspar Friedrich vuelven su mirada a la Edad Media, pero se trata de una visión del Medievo totalmente idealizada, casi fantástica. Y así como los pintores neoclásicos se basaban en el mundo clásico, los pintores románticos buscaban inspiración en el gótico.
Schopenhauer configura dentro de su corpus filosófico la figura del genio. En Schopenhauer la importancia recae sobre el concepto de voluntad. El compositor tiene el papel de revelar la esencia del mundo a través de un lenguaje que no entiende la razón. ¿Cómo llegamos entonces a ese lenguaje? A través del sentimiento. Sólo el genio conoce ese vínculo de expresión. Para Schopenhauer, el lenguaje absoluto de la música ocupa la cúspide de la pirámide de las artes.
Los temas también cambian. El lugar que ocupa la historia particular, la historia patria, no es menor que la importancia que ha adquirido la naturaleza geográficamente definida. También maduran muchas semillas lanzadas por el Sturm und Drang: los poetas vuelven su mirada hacia el Norte, hacia los mitos germánicos y a la leyenda de los nibelungos: en el Singspiel La muerte de Baldur de Hartmann aparecía un coro de valquirias. También surge una pasión por lo antiguo y se redescubre Oriente. Aparece también un difuso resurgimiento de la sensibilidad religiosa. Algo similar ocurrirá en el resto de las artes. En la pintura, por ejemplo, pintores como Caspar Friedrich vuelven su mirada a la Edad Media, pero se trata de una visión del Medievo totalmente idealizada, casi fantástica. Y así como los pintores neoclásicos se basaban en el mundo clásico, los pintores románticos buscaban inspiración en el gótico.
Ruinas de un monasterio en la nieve de Friedrich |
La abadía en el robledal de Friedrich |
El hechizado por fuerza de Goya |
Richard, Coeur de Lion de Grétry
La caverna de Lesueur
Lodoiska y Medea de Cherubini
La Vestale de Spontini
Fernando Cortez de Spontini
LUDWIG VAN BEETHOVEN
De manera consciente se ha dejado a Beethoven a medio camino entre el Clasicismo y el Romanticismo. Para que Beethoven fuera lo que fue, es necesario entender el contexto en el que vivió. Beethoven fue hijo de su tiempo. Fue el primero en salir del sistema de patronazgo y ser músico independiente. Habitualmente, la obra de Beethoven se fracciona en 3 períodos, aunque algunos lo dividen en 4:
- 1792-1802: constituye la llegada definitiva de Beethoven a Viena y se focaliza en las obras para piano.
- 1802-1814: es el llamado período heroico.
- 1815- en adelante.
En 1792, Beethoven llega desde Bonn a Viena, la que sería el centro cultural del Sacro Imperio Romano en esa época, para completar su carrera como compositor y como virtuoso del piano. Los implicados en la formación de Beethoven habían sido C. Neefe (que le dio sus primeras nociones de composición) y la familia von Breunig. Se le inculcó un gusto por los aspectos filosóficos. Las primeras referencias sobre Beethoven vienen del arzobispo Maximiliam Franz de Colonia, que había formado su corte en el entorno de Bonn, en los documentos de esta casa: "Beethoven, que tiene 13 años, ha tocado el órgano durante la ausencia del Capellmeister. Tiene buenas aptitudes." En Viena, gracias a las referencias dadas por el Conde Waldstein y Maximiliam, Beethoven entra en contacto con la aristocracia vienesa y también le facilitará el contacto con Joseph Haydn, que en ese momento estaba realizando viajes entre Viena y Londres, y quien se convertiría en su maestro. Parece ser que las lecciones de Haydn se redujeron a las habituales enseñanzas para los músicos de aquel tiempo: la técnica contrapuntística al estilo del tratado del Gradus ad Parnasum de Fux. Durante su estancia en Viena, también tomaría lecciones de Salieri y de Albrechtsberger. Además, también recibiría clases de Anton Reicha (uno de los padres de la literatura cuartetística para los instrumentos de viento) y Bernhard Romberg.
Pero lo que llama la atención entre la aristocracia vienesa del joven Beethoven es su virtuosismo al piano. A partir de 1795 comenzó a realizar sus primeras apariciones en conciertos públicos, interpretando sus propias composiciones. Este dato será especialmente relevante, sobre todo cuando hablemos de Schubert, ya que Schubert nunca llegaría a vivir de sus composiciones como sí que logró Beethoven precisamente por no haber tenido antes una carrera como virtuoso del piano. Además de virtuoso del piano, Beethoven era admirado por su capacidad para improvisar. De hecho, uno de los entretenimientos favoritos de la nobleza en Viena era la de organizar competiciones entre virtuosos del momento. En este período de estancia en Viena es cuando publicará sus primeras obras: que se tratará de un trío para piano.
Hasta el año 1800, Beethoven no virará hasta la composición para orquesta. Hasta ese momento su producción es fundamentalmente para piano. El género musical donde se puede ver la evolución del estilo pianístico de Beethoven es en las sonatas. Las primeras sonatas son un bloque de 6 sonatas dedicadas a Haydn, entre ellas está la sonata en fa menor, una de las más conocidas.
En ella trasciende la técnica clavecinista vienesa. En la tercera de estas sonatas aparece el motivo de la Sinfonía nº 5. La primera vez que se sale de lo normativo sería en la sonata Patética op. 13. Pero la ruptura todavía mayor con la forma sonata la encontramos en el op. 26. El primer movimiento es un tema con variaciones, no es una sonata.
A partir del año 1800, Beethoven vuelve la vista a la orquesta y desde el principio se va a ver introducido en el gran repertorio. Aparece junto a obras de Haydn y Mozart. La sinfonía nº 1 es todo un juego de dominantes secundarias hasta que entra el alegro y se asienta la tonalidad principal en la que se encuentra la obra, manteniendo la tensión hasta ese momento. La sinfonía nº 2 es una respuesta a un momento complejo, ya que coincide con la firma del testamento de Heiligenstadt, donde confiesa su sordera. La sinfonía nº 2 es una respuesta a ese estado, especialmente por el scherzo.
En el año 1803 se considera que comienza el período heroico, un período de máxima creación. La aparición de la sinfonía nº 3, la Heroica, va a suponer un hecho trascendental por su extensión, ya que era la más extensa hasta la fecha. En 1805 empieza su trabajo sobre Fidelio, aunque es su única ópera, no sería su única obra para la escena: ahí tenemos las oberturas Egmont y Coriolano, que se compusieron para obras escénicas habladas.
Fidelio o Leonora o la felicidad conyugal tuvo una génesis compleja tanto al nivel compositivo como al nivel del concepto filosófico beethoveniano. Echó mano de una obra llamada Leonora, basada en hechos ocurridos en la Revolución Francesa. Ya había sido puesta en música por un francés. La génesis es compleja y el estreno también: va a ser mal aceptada por cuestiones dramatúrgicas. Cada vez que aparece un sentimiento noble, hay un tratamiento preciosista por parte de Beethoven. Cualquier tipo de esos sentimientos está por encima de la articulación del drama.
La sinfonía 6 de Beethoven es la única de sus sinfonías que tiene títulos programáticos puestos por el mismo autor. Se pondrá de moda en esta época el programatismo, siendo Beethoven el antecesor del programatismo descriptivo. Una descripción subjetiva. Uno de los motivos por los que la sinfonía 6 transmite cierta tranquilidad es por su ritmo armónico lento.
Con la sinfonía 5 destaca la constante presencia de variaciones y destaca el uso de los timbales, otorgándoles un papel protagónico.
A partir de 1809 hay un decaimiento en la actividad compositiva de Beethoven, motivado, entre otras razones, por la invasión de Viena por parte del ejército francés. No obstante, ese año es especialmente importante en la obra de Beethoven, ya que compone el Concierto para piano nº 5, "El Emperador", y la sonata nº 26, "Les Adieux". Tendremos que esperar hasta el año 1812 para que culmine su sinfonía nº 7, una de las que más trabajo le costó. En ella se plantea células rítmicas trabajadas en una especie de ostinato. El segundo movimiento es la primera página de Beethoven que se conocerá en España.
Al terminar la sinfonía 7, Beethoven compone en un par de meses la sinfonía 8. Esta vuelve a ser un contrapunto tranquilo con respecto a las sinfonías impares. Beethoven la llamaba su "pequeña sinfonía en fa" y tuvo mala suerte porque fue estrenada en un concierto donde se había tocado la séptima antes. Al año siguiente, Beethoven compone La batalla de Vitoria o La victoria de Wellington.
En el año 1813 se reestrena Fidelio y es a partir de este momento cuando hay una progresiva caída en su actividad compositiva. Una editorial británica le reclama para hacer arreglos de canciones populares. En sus últimos años utilizará el procedimiento de las variaciones y los procedimientos contrapuntísticos, como es el caso de las variaciones sobre un tema de Diabelli.
La sinfonía 9 es una síntesis de proyectos anteriores. El trabajo de los primeros movimientos fue bastante rápido, pero la complicación se le planteaba en el momento en el que tenía que introducir las voces en el cuarto movimiento. Para ello, se le ocurre hacer un recitativo instrumental, algo que, por otra parte, era habitual en la época; de hecho, Clementi lo hace en sus sonatas.
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