La concepción aristotélica de la mímesis se aplica en primer lugar a la representación teatral. Según Gerald Else, el significado primitivo de la palabra era algo así como “la imitación de seres animados, animales y humanos por medio de la voz, más que por medios tales como estatuas o pinturas”. En tiempos de Platón, el término se amplió para incluir imitaciones en pintura y escultura. Más tarde, el concepto de mímesis se extendió a la prosa y después al cine.
Las teorías miméticas toman como modelo el acto de la visión: un objeto de percepción se presenta al ojo del espectador. La perspectiva significa “ver a través de”, una forma práctica de reconocer que tanto el objeto como el sujeto están unidos a través del plano pictórico. Hay varios sistemas de perspectivas, que se distinguen basándose en el modo que cada uno representa las líneas paralelas en la profundidad del espacio representado.
Aristóteles es considerado como el fundador de la tradición mimética de la representación narrativa y Platón es el principal partidario antiguo de la concepción de que la narración es principalmente una actividad lingüística. En 1953 Étienne Souriau revivió el término diégesis para describir la historia referida de una película y desde entonces ha adquirido un amplio uso en la teoría literaria, Diégesis se ha convertido en el término adaptado para referirse al mundo ficticio de la historia. Los desarrollos más visibles de las teorías diegéticas de la narración han quedado unidos a las vicisitudes del estructuralismo continental. Podemos distinguir dos períodos. Primero, alrededor de 1960 Roland Barthes siguió la indicación de Saussure acerca de que la lingüística podía formar parte de una ciencia más general de los signos, la semiología. Barthes intentó aplicar la teoría de la significación de Saussure a sistemas no lingüísticos, tales como la moda y la publicidad. De ahí siguieron y aún continúan los estudios semióticos de todo tipo de fenómenos culturales.
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